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La soez apropiación de Sánchez
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Nacho Cardero

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La soez apropiación de Sánchez

No hay que olvidar que fue el difunto Rubalcaba quien le echó con cajas destempladas del partido, previendo el vaciamiento intelectual a que podía someter la organización

Foto: Pedro Sánchez, en el homenaje a Rubalcaba del congreso socialista. (EFE)
Pedro Sánchez, en el homenaje a Rubalcaba del congreso socialista. (EFE)
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A Pedro Sánchez no le tembló el pulso a la hora de acabar con la carrera política, y quién sabe si también profesional, de sus tres dirigentes de mayor confianza, Iván Redondo, Carmen Calvo y José Luis Ábalos, cuyos nombres sobrevolaron el 40º Congreso del PSOE como personajes de ultratumba. Llegado el caso, tampoco dudará en hacer luz de gas a Yolanda Díaz, esa vicepresidenta que cae bien a todo el mundo, incluido el propio Sánchez, si esta supone un peligro para sus aspiraciones electorales, tal y como aventuró Redondo en la entrevista que le hizo Susanna Griso. Que se lo pregunte Yolanda a otra Díaz, Susana, ahora devenida tertuliana en Telecinco, a la que también se pudo ver en el congreso.

El fin justifica los medios, sea cuales fueran estos. Los valores están sobrevalorados. También los escrúpulos cuando suponen una rémora para mantenerse en el poder. Esas son las principales lecciones a extraer del congreso del PSOE, donde Pedro Sánchez ha impartido un máster de pragmatismo político. Es como si al presidente del Gobierno nos lo hubieran cambiado. Se ha practicado a sí mismo una enmienda a la totalidad.

Foto: Yolanda Díaz junto a Iván Redondo. (EFE)

Valga semejante travestismo para reactivar una máquina electoral hoy oxidada, según apuntan las últimas encuestas, en que los populares continúan distanciándose de los socialistas. Las municipales, autonómicas y generales, cuya convocatoria se puede hacer por separado o en comandita, dependiendo de los estrategas de Moncloa, se muestran como objetivos a batir porque la actual legislatura está finiquitada. La reforma laboral, ya pactada con Bruselas, y los Presupuestos de 2022 suponen un antes y un después. No habrá más PGE.

Donde algunos analistas ven ahora una mayor unidad del partido, un giro hacia la moderación con vistas a ocupar el espacio de centro dejado por el PP y una reconversión de Sánchez en un 'Sánchez 3.0', como definía esta nueva etapa un dirigente territorial, un Sánchez más moderado e institucional; donde algunos perciben una metamorfosis digna de un excelso estadista, digo, otros solo ven impostura. Estos últimos no censuran que el presidente cambie de ideas, que cada cual puede hacer de su capa un sayo, sino que cambie a una velocidad tal que ni los más finos intelectos sean capaces de digerir.

"Lo de González ha sido interpretado como otro espaldarazo, cuando lo que pretende es quedar exonerado de cualquier responsabilidad"

La prueba del nueve de este argumento es la soez apropiación que se hizo en este congreso de las figuras de Alfredo Pérez Rubalcaba y Felipe González. No hay que olvidar que fue el difunto Pérez Rubalcaba quien echó con cajas destempladas del partido a Sánchez, previendo el vaciamiento intelectual a que podía someter la organización, y quien también motejó de Frankenstein el actual Ejecutivo. Lo de González ha sido interpretado como otro espaldarazo a Sánchez, cuando lo que en verdad pretende el expresidente es quedar exonerado de cualquier responsabilidad ante un futuro Gobierno de PP y Vox, que no le culpen de propiciar la llegada de la ultraderecha al poder aduciendo sus críticas a Podemos o a los indultos, por mentar dos de los temas que lo separan de los actuales inquilinos de la Moncloa.

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El giro de Sánchez resulta escandaloso por su radicalidad. Su discurso de este fin de semana, flojo en contenido y forma, se pareció al del 39º Congreso como un huevo a una gallina. Cualquier semejanza con la realidad fue pura coincidencia. No dio la impresión de que estuviera gobernando en coalición con Unidas Podemos, esos señores de morado de los que usted me habla, con una indiferencia rayana en la humillación.

Incluso se escuchó por los pasillos cierta añoranza de Ciudadanos y aquellos 180 diputados con los que podrían haber gobernado. Dicen que hubieran preferido pactar con los naranjas antes que con Podemos, pero que no pudo ser y se tuvieron que echar en los brazos de Iglesias. En puridad, este PSOE de octubre de 2021 se parece más al PSOE de abril de 2019, aquel que se envolvía en la bandera de España creyendo que así le daba la aritmética parlamentaria.

"Respecto a las propuestas programáticas, mucho ruido y pocas nueces. Igual que ocurrió con la convención del Partido Popular"

Respecto a las propuestas programáticas, mucho ruido y pocas nueces. Igual que ocurrió con la convención del PP. Debe ser que lo del bipartidismo resulta contagioso en lo referente a la escasez de ideas. Las noticias recogidas por la prensa se ciñeron más a cuestiones orgánicas, esto es, de estructura de partido, que de contenido. En este apartado, llaman la atención los titulares dedicados al poder vicario que Sánchez ha otorgado a Félix Bolaños, colocando al ministro de la Presidencia en la ejecutiva del PSOE para hacer de puente entre Moncloa, Ferraz y los secretarios generales autonómicos. Bolaños sería lo más parecido a un delfín de Sánchez si no fuera porque todos sabemos que no hay delfín ni chanquete que valga para el presidente.

Foto: Pedro Sánchez durante el 40º Congreso del PSOE. (EFE)

Las cuestiones mollares que todos esperábamos que marcaran agenda, como el debate de monarquía o república, modelo territorial y federalismo, la financiación autonómica o la situación catalana, sin embargo, no pasaron de meros apuntes a pie de página.

En definitiva, buen ambiente y mucho paripé. Paripé en el discurso del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez 3.0, y en el papel de los barones socialistas, que acudieron al cónclave convencidos de lo que había y de lo que tenían que hacer: escenificar una unidad de la que no están muy convencidos. Les dijeron que dieran palmas y no hicieran demasiado ruido, que ya serían recompensados en un futuro, y eso hicieron.

A Pedro Sánchez no le tembló el pulso a la hora de acabar con la carrera política, y quién sabe si también profesional, de sus tres dirigentes de mayor confianza, Iván Redondo, Carmen Calvo y José Luis Ábalos, cuyos nombres sobrevolaron el 40º Congreso del PSOE como personajes de ultratumba. Llegado el caso, tampoco dudará en hacer luz de gas a Yolanda Díaz, esa vicepresidenta que cae bien a todo el mundo, incluido el propio Sánchez, si esta supone un peligro para sus aspiraciones electorales, tal y como aventuró Redondo en la entrevista que le hizo Susanna Griso. Que se lo pregunte Yolanda a otra Díaz, Susana, ahora devenida tertuliana en Telecinco, a la que también se pudo ver en el congreso.

Pedro Sánchez