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España se queda sin el gas marroquí mientras don Juan Carlos toma negronis en Abu Dabi
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Nacho Cardero

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España se queda sin el gas marroquí mientras don Juan Carlos toma negronis en Abu Dabi

Nos hemos desplazado de un lado a otro del péndulo sin un plan de transición y penalizando energías todavía hoy indispensables

Foto:  La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE/J.J. Guillén)
La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE/J.J. Guillén)
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La transición energética consta de dos palabras: transición y energética. Algo que debería resultar obvio no lo es tanto para el ministerio que comanda Teresa Ribera, que ha entrado como elefante en cacharrería en los objetivos de desarrollo sostenible y Agenda 2030, y se ha olvidado de la ‘transición’, es decir, de cómo ser sostenible sin descacharrar la economía. A estas alturas, nadie duda de que los precios de la luz y del resto de energías seguirán altos lo que queda de 2022, por causas coyunturales, como el conflicto de Ucrania, y por otras que no lo son tanto y que tienen que ver más con la planificación energética.

El hecho cierto es que España se ha vuelto a pasar de frenada con la sostenibilidad. No es que no haya que apostar por los criterios ESG y las energías limpias, insisto, pues nos jugamos el planeta, amén de que son temáticas clave para los analistas en sus recomendaciones de inversión, sino que da la impresión de que hemos ido demasiado rápido.

Foto: Un buque transporta gas natural licuado. (EC)

Nos hemos desplazado de un lado a otro del péndulo sin un plan de transición y penalizando energías todavía hoy indispensables para la marcha del país. Así nos lo ha hecho ver Bruselas con su propuesta para el etiquetado de inversiones verdes, conocido como taxonomía, en la que considera el gas, hasta 2035, y la nuclear, hasta 2040, como energías sostenibles transicionales siempre y cuando cumplan con una serie de requisitos.

Alemania y Francia se frotan las manos. El Gobierno español se las echa a la cabeza. ¿Volvemos al gas? ¿Son verdes las nucleares? Uno de los expertos en la materia, José Luis Gallego, se preguntaba en este periódico si, a la hora de tomar esta decisión, la Comisión Europea había tenido en cuenta las emisiones de gases con efecto invernadero o si se había obviado de los residuos radiactivos que genera la energía nuclear.

La prueba del nueve de que España no puede prescindir de energías como el gas —de repente la más sexy del mercado por cuestiones geopolíticas— fueron los viajes de urgencia a Argelia de los ministros de Transición Ecológica, Teresa Ribera, y de Exteriores, José Manuel Albares, para garantizar el suministro ante el peligro de desabastecimiento durante el invierno.

Foto: Un grupo de activistas protestan ante la inclusión de la energía nuclear y el gas en la taxonomía. (EFE)

Los expertos venían advirtiendo desde tiempo atrás del quebranto que suponía la rescisión, por parte de Argelia, del contrato con Marruecos que permitía transportar gas hacia España mediante el gasoducto Magreb-Europa (GME), pero el Ejecutivo español se sentó a esperar como la cigarra y cuando quiso reaccionar ya era demasiado tarde. Se desplazaron los ministros en los minutos de descuento, cuando disponían de poco margen de maniobra. Lo único que consiguieron fue una vaga promesa que está lejos de materializarse.

Con un Juan Carlos I en plena forma, estos líos diplomáticos en el Magreb habrían sido resueltos en un pispás. Lo mismo hubiera ocurrido con el viaje de Sánchez a Emiratos Árabes, que no se hubiera vuelto de vacío, pero lo cierto es el padre del Rey se encuentra en el exilio y sin intención de mover un dedo hasta que no le den el ‘nihil obstat’ para su regreso a España.

“La demanda de gas de España está garantizada, así me lo trasladó el presidente argelino”, afirmó Albares tras el viaje. “Nosotros no podemos tomar decisiones por terceros países que han decidido romper relaciones diplomáticas, como en el caso de Argelia y Marruecos”.

El Ejecutivo español se sentó a esperar como la cigarra y cuando quiso reaccionar ya era tarde

El Ejecutivo inició conversaciones ‘sotto voce’ con ambos países para tratar de desbloquear y recuperar un gasoducto que supuso un elevado coste y se encuentra en buen estado, pero no parece que vayan a dar sus frutos. Desde que inició su mandato, Albares se marcó como una de sus prioridades la reconciliación con Marruecos, sin mucho éxito.

El último de sus intentos consiste en que España suministre a Marruecos el gas que Argelia dejó de proporcionarle a partir de noviembre. Concretamente, que España regasifique gas importado en sus plantas y lo inyecte en el tubo hacia Marruecos, en dirección contraria a la utilizada hasta ahora.

El gesto de España con Mohamed VI, que puede servir para recomponer relaciones, supone, sin embargo, un misil contra la línea de flotación argelina. Si había alguna posibilidad remota de recuperar el antiguo GME, la iniciativa española la entierra de por vida. En Argel no gusta que negocien a sus espaldas, y menos para favorecer al ‘enemigo’ marroquí.

Foto: La propuesta de taxonomía verde añade confusión al futuro energético de la UE. (EFE/P. Pleul) Opinión

En definitiva, el Gobierno español se ha inclinado por electrificar el país y apostatar del gas en un momento en que esta última energía se ha convertido en la joya de la corona de todas las energías por mor de la crisis ucraniana. Teníamos una ventaja competitiva gracias al gasoducto que conectaba Marruecos con España, pero la dejamos escapar por un quítame allá esas pajas y querer ser más verdes que nadie.

España debería haberse tomado en serio una infraestructura como la del Magreb para el suministro y no lo hizo, y ahora que se ha dado cuenta del error y trata de recomponer relaciones con el reino alauí, no para de boicotearse a sí mismo. Genios y figuras: lo que ofrece a Marruecos, por un lado, lo pierde por el otro con Argelia, que es quien tiene la llave del gas. Don Juan Carlos debe estar partiéndose de risa mientras toma negronis en Abu Dabi.

La transición energética consta de dos palabras: transición y energética. Algo que debería resultar obvio no lo es tanto para el ministerio que comanda Teresa Ribera, que ha entrado como elefante en cacharrería en los objetivos de desarrollo sostenible y Agenda 2030, y se ha olvidado de la ‘transición’, es decir, de cómo ser sostenible sin descacharrar la economía. A estas alturas, nadie duda de que los precios de la luz y del resto de energías seguirán altos lo que queda de 2022, por causas coyunturales, como el conflicto de Ucrania, y por otras que no lo son tanto y que tienen que ver más con la planificación energética.

Rey Don Juan Carlos Argelia Rey Mohamed VI Príncipe Moulay Hassan de Marruecos