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Meloni, el último clavo en el ataúd de Europa
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Nacho Cardero

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Meloni, el último clavo en el ataúd de Europa

Algunos analistas aseguran que este inicio del siglo XXI se va pareciendo más a la primera mitad del XX que a la segunda

Foto: Giorgia Meloni. (EFE/Claudio Peri)
Giorgia Meloni. (EFE/Claudio Peri)
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Las elecciones de Italia ponen negro sobre blanco la progresiva decadencia en la que anda embarcada Europa, con unas democracias liberales que cotizan a la baja frente a otras opciones más autoritarias y de índole identitario. Con distintas variantes, el virus populista ha atacado Reino Unido, luego Francia, España, Polonia, hace poco Suecia y ahora Italia. No se trata de que Le Pen saque un 41% de los votos en la segunda vuelta de las presidenciales francesas o de que Giorgia Meloni se pueda convertir en la próxima primera ministra de Italia, sino de que lo hayamos naturalizado, de que lo veamos como algo normal.

Algunos analistas, remedando a António Guterres, aseguran que este inicio del siglo XXI se va pareciendo más a la primera mitad del XX que a la segunda. El gran eje de tensión política en las circunstancias actuales no se encuentra entre la izquierda y la derecha, sino entre los partidarios de la democracia liberal y los autoritarios. Si los partidos tradicionales, esto es, los más ortodoxos, también se dejan contaminar por el virus y se ven arrastrados hacia la polarización, entonces las perspectivas adquieren dimensiones catastróficas.

Foto: La líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni. (Reuters/Yara Nadi)

Según los sondeos a pie de urna, el FdI de Meloni rondaría el 25% de los votos, una ascensión meteórica desde el 4% de las elecciones de 2018, llevando su coalición hasta cerca del 44%, lo que la sitúa a un paso del poder. Con un Gobierno de corte ultraconservador como el que se va a conformar en Italia, donde Berlusconi se erige en el polo moderado, ver para creer, posiblemente no habrían salido adelante la coordinación de la vacunación anticovid, ni los fondos Next Generation, ni seguramente la respuesta unida a la invasión de Ucrania.

El PD de Enrico Letta estaría segundo, con el 20% de los votos. Su coalición con otras pequeñas fuerzas progresistas se queda muy lejos y sin posibilidades. El Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Giuseppe Conte obtendría un nada desdeñable 15,5%. La suma de los tres partidos abiertamente populistas (M5S, FdI y la Liga de Salvini) superaría el 50%. Para echarse a temblar.

Otros analistas, como los de 'The Economist', tienen un discurso mucho menos apocalíptico a la hora de valorar los resultados de las italianas. "Should Europe Worry?", se preguntaba el semanario británico. Reconocía que había "riesgos obvios", pero también razones suficientes para "mantener la cabeza fría" y no entrar en pánico. Por varios motivos: primero, porque los gobiernos italianos duran menos que unos espaguetis en el Lady Pepa a las cuatro de la mañana (la media se sitúa en los 13 meses); segundo, porque en el país transalpino la sociedad civil funciona mejor que el Estado, siendo el principal sostén de la nación, y tercero, porque la capacidad de hacer el mal de cualquier Gobierno europeo está muy limitada por la supervisión de Bruselas y el mazo del BCE.

"Meloni es solo un brochazo más del cuadro, como lo pueden ser Le Pen o Abascal"

La posibilidad de salir del euro, que se escuchó de boca de Meloni como antes de boca de Salvini, está totalmente descartada. Sería como pegarse un tiro en el pie en un país donde el 71% de los ciudadanos se declara proeuropeo. Además, el plan de reformas elaborado por Draghi y aprobado por la Comisión Europea, con un cheque de 200.000 millones de euros bajo el brazo para recuperarse de la pandemia, tampoco peligra y sigue su curso.

Y luego está el mecanismo antifragmentación del BCE, ese invento que se ha sacado Lagarde de la manga para que la prima de riesgo de los países del sur de Europa no se desboque. El BCE ya ha adelantado que saldrá al rescate de los países miembros cuando sean atacados, adquiriendo deuda pública de los mismos, siempre y cuando esos problemas vengan por una sobrerreacción de los mercados. "Si es el propio Gobierno el que provoca los problemas, entonces no estará el BCE para salvarlo. Creo que el mensaje ha sido muy claro. El instrumento va a generar una cierta disciplina", explicaba Jeromin Zettelmeyer, director del 'think tank' Bruegel, a El Confidencial.

El problema no es el nuevo Ejecutivo italiano. Meloni es solo un brochazo más del cuadro, como lo pueden ser Le Pen o Abascal aquí en España. La clave es el declive de Europa tanto en el plano moral como en el político y económico, que tiene su principal manifestación en la abundancia de ofertas populistas, ya sean de derechas como de izquierdas, con un discurso que se pone del lado de la gente frente a las élites y con el que se quiere culpar al capitalismo de las crisis acaecidas en los últimos años, crisis que, muy probablemente, harán que nuestros hijos vivan peor que sus padres.

Foto: Giorgia Meloni en un mitin electoral. (EFE)

Estos periodos suelen ir acompañados de recesión económica, como la que pronostican la AIReF o los servicios de estudios de La Caixa y BBVA para este mismo año; de caídas en las bolsas; de una política fiscal más severa con unos grandes patrimonios que, por regla general, ponen pies en polvorosa cuando ven que vienen a por ellos; de una menor productividad y renta per cápita; de una mayor desigualdad, y, por último, de revueltas y malestar social.

Nos encontramos actualmente en el primer tramo de la crisis económica, el de la inflación, con familias con dificultades para llenar la cesta de la compra y pagar el recibo de la luz. Luego, vendrá la recesión, con un incremento de la tasa de paro. Esto, indefectiblemente, nos conducirá hacia una creciente ola de malestar social, acentuada por la falta de resuello por tanta crisis (la 'subprime', la de deuda, la del covid, la energética, la de la guerra de Ucrania…).

Cuando los ciudadanos no se sienten fuertes, las democracias se debilitan. Es lo que ha pasado en Italia y es lo que, con mayor o menor intensidad, está ocurriendo en el resto de Europa.

Las elecciones de Italia ponen negro sobre blanco la progresiva decadencia en la que anda embarcada Europa, con unas democracias liberales que cotizan a la baja frente a otras opciones más autoritarias y de índole identitario. Con distintas variantes, el virus populista ha atacado Reino Unido, luego Francia, España, Polonia, hace poco Suecia y ahora Italia. No se trata de que Le Pen saque un 41% de los votos en la segunda vuelta de las presidenciales francesas o de que Giorgia Meloni se pueda convertir en la próxima primera ministra de Italia, sino de que lo hayamos naturalizado, de que lo veamos como algo normal.

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