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Sánchez y la 'operación Madrid': dar a Ayuso, relegar a Feijóo
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Nacho Cardero

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Sánchez y la 'operación Madrid': dar a Ayuso, relegar a Feijóo

La estrategia es de manual y responde a la hoja de ruta de Moncloa trazada a finales de verano para pinchar la burbuja demoscópica del gallego

Foto: Pancarta con "Ayuso dimisión", en la manifestación de Madrid. (EFE/Sergio Pérez)
Pancarta con "Ayuso dimisión", en la manifestación de Madrid. (EFE/Sergio Pérez)
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El pasado jueves por la mañana, a preguntas sobre la crisis sanitaria madrileña, Isabel Díaz Ayuso le reconocía a Ferreras, en La Sexta, que "faltan médicos en toda España, no solo en Madrid. No creo que por 34 médicos haya que montar ningún boicot". Ese mismo jueves, también con Ferreras, Pedro Sánchez anunciaba la derogación por parte del Gobierno del delito de sedición y su sustitución por otro de desórdenes públicos agravados que provocará la completa despenalización de las conductas llevadas a cabo por los líderes del procés y que facilitará que los huidos regresen a España, lo que supone, al fin y a la postre, el inicio de un proceso desconstituyente bosquejado por el Ejecutivo y aventado por quienes protagonizaron los funestos actos del 1-O.

Este domingo hubo manifestación masiva en la capital de España. En contra de lo que uno pudiera imaginar, las pancartas no clamaban contra la posibilidad de que Puigdemont se vaya de rositas después de convocar un referéndum ilegal, haber declarado la independencia de Cataluña y haber puesto pies en polvorosa a Waterloo, sino sobre Ayuso, convertida en la señora maligna de la política nacional por el arte de birlibirloque de Moncloa. El hecho resulta significativo y nos da pistas de lo que nos espera en los próximos meses, con las elecciones autonómicas y municipales y la presidencia del país en juego.

Foto: La pancarta con la que arranca la protesta en Madrid. (EFE/Sergio Pérez)

"El Gobierno central ha cometido el error de entrar en tromba contra la gestión de la Comunidad de Madrid, sin caer en la cuenta de lo que pasa en otras CCAA, que es mucho peor, llevando la cuestión al extremo de la politización y dando al Gobierno autonómico la excusa perfecta y la razón para no llegar a un acuerdo [con los sindicatos] que le pudiera suponer una derrota ante el Ejecutivo nacional", escribía Juan Abarca, presidente de HM Hospitales, al calor de las huelgas de Madrid.

Que las costuras del sistema nacional de salud, otrora el mejor y más eficiente del mundo, han estallado después de mucho pavonearse los gerifaltes de la cosa, es una realidad fácilmente constatable; que las autoridades han abandonado a los guerreros del covid, esos que tanto han hecho y sufrido durante la pandemia, pone negro sobre blanco nuestra escala de valores, y que la Comunidad de Madrid ha cometido un error estratégico al tratar de reabrir de golpe 80 puntos de atención continuada (PAC) sin los recursos necesarios, en vez de hacerlo por fases, ha sido admitido incluso por las autoridades regionales.

"Madrid como caza mayor. No tanto derrotar a Ayuso en las próximas autonómicas como desestabilizar al PP"

Ahora bien, más evidente que todo lo anterior es que las huelgas y la manifestación convocadas por los sindicatos aprovechando una circunstancia real —el colapso de la atención primaria— están siendo utilizadas con fines políticos por quienes quieren hacerse con una pieza tan preciada como Madrid. La prueba del nueve de esta afirmación son las palabras de la ministra de Sanidad, Carolina Darias, animando a los sindicatos a poner pies en pared y acusando al Gobierno regional de estar desmantelando la sanidad pública.

Madrid como caza mayor. No tanto derrotar a Ayuso en las próximas autonómicas, misión cuasi imposible habida cuenta del fervor popular que arrastra, como desestabilizar al PP en un momento en que las piezas del puzle están descolocadas y requieren de cierta reorganización tras la reciente llegada de Feijóo a Génova. Dar a Ayuso, convertirla en la némesis del Ejecutivo de Sánchez, en la verdadera lideresa de la oposición, para descentrar a Feijóo y relegarlo a un segundo plano.

La estrategia es de manual y responde a la hoja de ruta de Moncloa trazada a finales de verano para pinchar la burbuja demoscópica del gallego. Para ello, cuentan con la complicidad de los sindicatos, utilizados burdamente para el plan. Es tal el descaro que algunos sindicalistas old school empiezan a manifestar públicamente su malestar.

"La estrategia es de manual y responde a la hoja de ruta de Moncloa trazada a finales de verano para pinchar la burbuja demoscópica del gallego"

Es probable que les suene la música, porque esta operación lleva la misma banda sonora de la pandemia, cuando trataron de erosionar la imagen de Ayuso y laminarse al consejero del ramo, Enrique Ruiz Escudero. Entonces, se creó una polémica en torno a unos datos de dudosa interpretación, luego llegaron los partidos para engordar el globo, rápidamente se sumaron los sindicatos a la voz de ¡ar!, algunos profesionales empezaron a prodigarse en la televisión corroborando la tesis y finalmente llegó el séptimo de caballería de la mano de los medios afines para tratar de dar la puntilla, esos mismos medios para los que la cancelación del delito de sedición es solo un mal necesario en aras de la desinflamación.

El gozo, sin embargo, acabó en el pozo de una victoria arrolladora por parte de Ayuso y el reconocimiento nacional e internacional a su gestión de la crisis del covid-19. En la polémica de la sanidad pública ocurre lo mismo que le ocurría a Churchill: que cada cual se cree únicamente las estadísticas que ha manipulado personalmente. Aunque en Madrid haya fugas de agua, no es cierto que se contabilicen más que en otras comunidades por una estrategia deliberada de favorecer al sector privado frente al público, como se ha dicho, y que esta haya sido la razón del mayor deterioro de la atención primaria.

Foto: Manifestación en defensa de la sanidad pública en Madrid. (Getty/Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)
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Ni siquiera los PAC son un problema asistencial. De hecho, estaban cerrados. Ha sido en su intento de reapertura cuando comenzó a tronar. Las condiciones de los nuevos centros fueron ratificadas por todos los sindicatos, excepto AMYTS. En el mismo día de la inauguración, se empezaron a comunicar bajas sobrevenidas de profesionales. "Una semana después, sin previo aviso ni justificación declarada, los sindicatos dieron por roto el acuerdo", reconocen en la comunidad.

Para tender puentes, y vista la imposibilidad de abrir todos los centros de una tacada, se ha optado por un modelo transitorio en el que se mantendrán abiertos los 80 centros sanitarios, pero con 46 puntos fijos con médico y enfermero, y 34 con dos enfermeros y videoconsulta con facultativo. Lo de la videollamada, objeto de chanza por parte de los partidos de la oposición y redes sociales, obedece a los criterios asistenciales marcados por la Organización Mundial de la Salud y respaldados por la Comisión Europea e incluso por los propios sindicatos, que, esta vez sí, se muestran permeables al acuerdo.

El tema no es Madrid. O, al menos, no solo Madrid. El quid de la cuestión es la falta de profesionales, un problema de Estado que se debería abordar desde los ministerios de Sanidad y Educación. Faltan médicos de familia, pediatras, geriatras y psiquiatras, entre otros muchos, y como siempre, llegamos tarde. Así que la ministra Darias, más que señalar con el dedo, debería dejar de mirarse el ombligo.

El pasado jueves por la mañana, a preguntas sobre la crisis sanitaria madrileña, Isabel Díaz Ayuso le reconocía a Ferreras, en La Sexta, que "faltan médicos en toda España, no solo en Madrid. No creo que por 34 médicos haya que montar ningún boicot". Ese mismo jueves, también con Ferreras, Pedro Sánchez anunciaba la derogación por parte del Gobierno del delito de sedición y su sustitución por otro de desórdenes públicos agravados que provocará la completa despenalización de las conductas llevadas a cabo por los líderes del procés y que facilitará que los huidos regresen a España, lo que supone, al fin y a la postre, el inicio de un proceso desconstituyente bosquejado por el Ejecutivo y aventado por quienes protagonizaron los funestos actos del 1-O.

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