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'Scary movie' sanchista: los empresarios llaman a la puerta de Feijóo
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Nacho Cardero

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'Scary movie' sanchista: los empresarios llaman a la puerta de Feijóo

Los interlocutores empresariales contemplan a Feijóo como una suerte de Biden patrio, alguien que, sin despertar grandes pasiones, tiene ese tono moderado y ortodoxo necesario para hacer frente al Ejecutivo

Foto: Feijóo, en un acto de campaña en Navarra. (EFE/Villar López)
Feijóo, en un acto de campaña en Navarra. (EFE/Villar López)
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Feijóo acudirá este martes a la junta directiva de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) dentro del roadshow empresarial que se ha autoimpuesto desde su llegada a Madrid y que ha intensificado en las últimas semanas a cuenta del asunto Ferrovial. Frente a la estrategia trumpista de Sánchez de arremeter contra todo y contra todos, el líder del PP se aproxima al mundo empresarial con la vitola de hombre de fiar y un ramillete de medidas fiscales.

Ha tenido reuniones discretas con los gerifaltes del Ibex, también con los editores de este país, habiendo participado en el cónclave anual de la Asociación de Medios de Información (AMI), y se sienta sin ningún reparo con las firmas de public affairs para darse a conocer en el siempre complicado todo Madrid.

La estrategia de Sánchez se encuentra en las antípodas del gallego y se resume en cabrear a los poderes fácticos para movilizar a los suyos

El aspirante a ocupar la Moncloa acude a estos encuentros con Super Glue-3, es decir, ofreciéndose a recomponer los puentes con las grandes empresas que el actual Ejecutivo ha dinamitado, caso de la reciente ley de vivienda, un traje confeccionado a la medida de ERC y Bildu, que ha provocado el rechazo de los fondos, que ya han dicho que los esperen sentados para invertir en nuestro país, que mejor Venezuela.

Los interlocutores empresariales contemplan a Feijóo como una suerte de Biden patrio, alguien que, sin despertar grandes pasiones, tiene ese tono moderado y ortodoxo necesario para hacer frente al verbo polarizador del Ejecutivo. Con Feijóo, dicen, si alguien llama a las seis de la mañana se sabe que es el lechero. Con Sánchez, mejor no abrir la puerta.

La estrategia del presidente del Gobierno se encuentra en las antípodas del gallego y se resume en una idea: cabrear a los poderes fácticos para movilizar a los suyos y recuperar terreno demoscópico. Cabrearlos y que se visualice. No se libra nadie: ni las empresas, ni los medios de comunicación, ni los jueces.

Para el mundo empresarial, España se ha convertido en una auténtica 'scary movie'

El arte de la provocación lo ejerce con indudable maestría gracias a esa falta de escrúpulos que algún día será objeto de estudio en los manuales de la realpolitik. Para esta polarización, más propia de un líder de la oposición que de alguien que se encuentra en el poder, se vale del Boletín Oficial del Estado y de un intervencionismo en la esfera pública y privada jamás antes visto, amén del sectarismo que exuda la Moncloa por los cuatro costados.

No es solo que Sánchez se niegue a cogerle el teléfono a Rafael del Pino y lo señale como antes hizo con Ana Botín y Sánchez Galán, sino el tono despectivo con el que se refiere a unos apellidos que, con sus aciertos y defectos, crean riqueza y generan puestos de trabajo. En sus últimos encuentros petit comité, el presidente se ufanaba sin ningún tipo de pudor de tener sujetos a los señores de copa y puro con el ronzal, erigiéndose en el representante del pueblo y máximo exponente del gobierno de la gente. No era tanto el cariz populista del discurso como esa media sonrisa a lo doctor Maligno que dibujaba su cara cada vez que salía a colación el tema de Del Pino et alii.

Para el mundo empresarial, España se ha convertido en una auténtica scary movie. "Los guirigáis legislativos que se están aprobando ahora ya no afectan al actual Ejecutivo, sino que se los comerán los que vengan", dice uno de los asistentes a los encuentros con Feijóo. "Es lo de siempre: unos cavan el hoyo con medidas populistas y luego tienen que venir los otros con medidas impopulares para arreglarlo, con el consiguiente cabreo de la gente, que termina echándose de nuevo en brazos de los populistas".

Foto: Xi Jinping, a su llegada al Kremlin. (EFE/Alexey Mayshev) Opinión

Es en este marco donde hay que interpretar el té con pastas que Feijóo se está tomando con los empresarios y declaraciones como las que realizó Emilio Herrera, presidente de KIA Iberia, en este periódico, advirtiendo de que hay un frente muy poderoso dentro del actual Gobierno de coalición que ataca a la industria, y en especial a la industria del motor. "Hay voces que parecen estar a favor de una movilidad sin coches, cuando una movilidad sin coches es un atentado a la libertad", decía Herrera. Es esa sensación de que Sánchez y, sobre todo, el Ministerio de Transición Ecológica, que comanda Teresa Ribera, gobiernan con un autoritarismo sin parangón que está poniendo en jaque a un buen número de compañías y sus consiguientes puestos de trabajo. Ahí está Almussafes.

En España, nunca ha habido una apuesta clara por la industria, a pesar de que trae de la mano inversión en I+D y empleos de calidad y duraderos. Su peso en el PIB ha ido menguando. En la última década, ha pasado del 19 al 15%, y continúa bajando. No parece que la cosa vaya a cambiar con el actual Ejecutivo.

Desde Ferrovial a la ley de vivienda, pasando por su talibanismo con los coches, el Gobierno no hace más que poner palos en la rueda

El mundo de la empresa se encuentra inmerso en un proceso de ciclogénesis del que todavía cuesta ver el horizonte. Atendiendo a las declaraciones de intenciones verbalizadas por Sánchez, daba la impresión de que había sabido leer el contexto internacional, e igual que la Administración Biden ha recuperado una política fiscal e industrial que defiende lo autóctono y fortalece la demanda interna, igual que Xi Jinping se expande por medio mundo con el ariete de la tecnología nacional y la inteligencia artificial, igual que Marruecos está recibiendo materias primas de China y promoviendo su tejido industrial para ejercer de contrapeso a Europa desde el norte de África, es decir, igual que las grandes potencias están apoyando como nunca antes a sus empresas con políticas proteccionistas, España haría lo propio. Pues bien, nada más lejos de la realidad. Donde dije digo, digo Diego.

Desde Ferrovial a la ley de vivienda, pasando por su talibanismo con los coches, el Gobierno no hace más que poner palos en la rueda.

Feijóo acudirá este martes a la junta directiva de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) dentro del roadshow empresarial que se ha autoimpuesto desde su llegada a Madrid y que ha intensificado en las últimas semanas a cuenta del asunto Ferrovial. Frente a la estrategia trumpista de Sánchez de arremeter contra todo y contra todos, el líder del PP se aproxima al mundo empresarial con la vitola de hombre de fiar y un ramillete de medidas fiscales.

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