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El día que Biden recibió a Pablo Iglesias creyendo que era Pedro Sánchez
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Nacho Cardero

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El día que Biden recibió a Pablo Iglesias creyendo que era Pedro Sánchez

Cojo el discurso de Pablo y Yolanda y lo hago mío por puro pragmatismo. Es lo que vende en estos tiempos de incertidumbre: el populismo y la polarización

Foto: El presidente Sánchez y Biden, en la visita del pasado viernes. (EFE/Chris Kleponis)
El presidente Sánchez y Biden, en la visita del pasado viernes. (EFE/Chris Kleponis)
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Que Pedro Sánchez ha conseguido forjarse una imagen de estadista allende nuestras fronteras, buena planta, inglés de Eton y representante de esa corriente tan en boga denominada capitalismo consciente, parece fácilmente constatable si atendemos a los titulares de la prensa oficial y la gasolina que consume el Falcon.

Que la reunión del presidente de los Estados Unidos ad maiorem Sánchez gloriam ha de interpretarse ―con independencia de la campaña de marketing confeccionada por la Moncloa para lucimiento de su amado líder― como una buena noticia para España, un país necesitado de brillo e influencia internacional, es también un hecho objetivo. No hay matices que valgan.

Foto: Pedro Sánchez, junto al primer ministro chino Li Qiang, en Pekín. (EFE/Wang Ye)

Que, antes de comenzar el encuentro, Biden recibió un informe de los servicios de Inteligencia en el que le explicaban que el Ejecutivo español gobierna con la ultraizquierda y tiene como aliados a formaciones extremistas como Bildu, un partido que presenta en sus listas a terroristas condenados por delitos de sangre, tampoco puede dudarlo nadie.

"España es el único país de la OTAN que tiene comunistas en su Gobierno. Eso no puede entusiasmar ni a Biden, ni a Obama, ni a Lincoln saliendo de la tumba. A juicio de los EEUU, coqueteamos demasiado con regímenes como Cuba o Nicaragua", dijo hace tiempo el diplomático Inocencio Arias. Paradójicamente, el cuadro que colgaba justo encima de la cabeza de Sánchez en el despacho oval era el de Abraham Lincoln.

placeholder Sánchez, junto a Biden, en el despacho oval. (EFE/Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa)
Sánchez, junto a Biden, en el despacho oval. (EFE/Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa)

En el acervo norteamericano, nuestro presidente podría ser calificado de untrustworthy, es decir, un personaje sospechoso en el que no se puede confiar, lo cual no necesariamente tiene que ser malo para Biden. Los intereses de Estados Unidos no siempre se corresponden con los de Europa y menos aún con los de España, y tal vez al de la Casa Blanca le resulte útil contar con un aliado de moral dúctil al otro lado del charco.

Con todo y con eso, lo más grave no es tanto la presencia de Unidas Podemos en el Gobierno de coalición cuanto el proceso de mímesis experimentado por el PSOE desde el inicio de legislatura. Los socialistas han terminado por adoptar el discurso de los morados y convertirse en el mejor de sus profetas. Es poner los subtítulos del telediario y no saber si el que habla es Sánchez o Iglesias. Ahí están asuntos mollares tales que la ley de vivienda y la persecución cuasi policial contra Ferrovial. Si Biden tiene alguna duda de ello, le basta con preguntar a los fondos que han congelado sus inversiones por falta de seguridad jurídica.

"Tal vez al de la Casa Blanca le resulte útil contar con un aliado de moral dúctil"

De ahí que resulte un tanto vergonzante el argumentario habitual que blanden los ministros socialistas para justificar lo injustificable, aduciendo que, a pesar de compartir mesa del martes con los morados, los de Podemos "son unos indocumentados a los que llevamos del ronzal y hacemos con ellos lo que queremos". La realidad, en cambio, muestra un escenario muy diferente. A saber: que el discurso socialista ha acabado deglutido por la izquierda radical y comunista, y ya es imposible reconocer dónde empieza uno y dónde acaba el otro.

Lo mismo puede decirse de las declaraciones de César Luena, quien fuera secretario de Organización de Pedro Sánchez hasta que dejó el partido por la puerta de atrás y ahora, víctima de la epifanía, regresa con unas loas estomagantes hacia su antiguo jefe.

Foto: César Luena durante una rueda de prensa en la sede de Ferraz en 2016. (EFE/J.P. Gandul)

En la entrevista en El Confidencial, Luena deja caer que la socialdemocracia de Sánchez es la auténtica, casi más que la de Zapatero y por supuesto que la de González, pues la socialdemocracia, cuando mejor funciona, es cuando deviene radical, tal y como sucede actualmente. Y quien piense lo contrario, dice, es que está equivocado y ha comprado los marcos conceptuales de la derecha. Supongo que, con este comentario, se debe referir a los votantes que el 28-M depositarán la papeleta en las urnas de Lambán y Page.

El socialismo es una especie en vías de extinción. En Francia no existe; en Italia ha desaparecido; en Alemania gobierna, pero a tres bandas y sin una línea clara. La socialdemocracia está en horas bajas y necesita transformarse para sobrevivir.

"El socialismo es una especie en extinción. En Francia no existe; en Italia ha desaparecido; en Alemania gobierna, pero a tres bandas"

Y es aquí donde Sánchez lo tiene claro: don't imitate, fusilate! Soy socialista, no soy del Partido Comunista, no soy de Unidas Podemos, pero aquí paz y después gloria, practico la taxidermia a las siglas del PSOE, cojo el discurso de Pablo y Yolanda y lo hago mío por puro pragmatismo. Es lo que vende en estos tiempos de incertidumbre: el populismo y la polarización. Y si hay que dejar a mitad de precio el Interrail a los jóvenes, pues se deja; y si hay que regalar el cine a los mayores de 65 años en plena campaña, pues se regala.

Solo en este contexto se entiende la actitud sobrada de Sánchez en la presente legislatura, así como el blanqueamiento de determinados comportamientos que deberían resultar inaceptables en cualquier democracia moderna que se precie y la respuesta pastueña de una opinión pública que ya no sabe cuál es la realidad después de tantas veces que se la han reescrito.

Lo acaba de decir otro socialista histórico, Nicolás Redondo Terreros, en este mismo periódico: "No solo es responsabilidad de Pedro Sánchez, también es responsabilidad de los que no hablan. La política es una opción, no debe ser una profesión. Tienes unas ideas y si las puedes llevar adelante, pues magnífico, pero cuando se cuestionan, lo único que no es válido es el silencio". No es Podemos, ni ERC, ni Bildu. Es el partido que se apoya en estas formaciones y hace suyas sus demandas. Es el silencio de los ciudadanos.

Que Pedro Sánchez ha conseguido forjarse una imagen de estadista allende nuestras fronteras, buena planta, inglés de Eton y representante de esa corriente tan en boga denominada capitalismo consciente, parece fácilmente constatable si atendemos a los titulares de la prensa oficial y la gasolina que consume el Falcon.

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