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Los 'peros' de Borrell y el triste papel de Europa en la crisis de Oriente Próximo
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Nacho Cardero

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Los 'peros' de Borrell y el triste papel de Europa en la crisis de Oriente Próximo

Atendiendo a la masacre de Hamás y a las consecuencias de una hipotética invasión terrestre de Gaza, uno tiende a pensar que se nos viene encima otro ciclo de violencia que sacudirá el mundo

Foto: Josep Borrell, en una rueda de prensa. (Reuters/Johannes Neudecker)
Josep Borrell, en una rueda de prensa. (Reuters/Johannes Neudecker)
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Los peros son peligrosos. Se emplean para contraponer ideas y al final, casi sin querer, se acaba banalizando el mal. La frase que precede a la conjunción, a priori el más importante de los términos coordinados, suele ser breve y queda habitualmente difuminada por la prolífica sucesión de matices que vienen después.

Lo comprobamos a diario en los análisis que nos llegan de Oriente Próximo. Se despacha la matanza de los terroristas con la simple etiqueta de "sanguinaria acción" de Hamás para luego extenderse ad infinitum en los peros, esto es, en la respuesta desproporcionada de Israel, el doble rasero de Occidente y los antecedentes históricos, algunos remontándose al Imperio otomano, otros al Génesis.

Muchos de los artículos se redactaron incluso cuando todavía se estaban contabilizando los cuerpos sin vida de los jóvenes de la 'rave'

El ensayista y escritor israelí Yuval Noah Harari (Kiryat Atta, 1976), nada complaciente con el Gobierno de Netanyahu, hacía hincapié en ello en un artículo reciente. El hecho de que haya múltiples motivos para criticar la forma en que Israel ha abandonado los planes de paz con los palestinos y haya mantenido durante décadas a millones de ellos sometidos a la ocupación, dice Harari, "no justifica las atrocidades cometidas por Hamás, que en cualquier caso nunca ha contemplado la posibilidad de firmar un tratado de paz con Israel y ha hecho todo cuanto ha estado en su mano para sabotear el proceso de paz de Oslo".

Hay que tener cuidado en cómo y cuándo se emplean los peros para no dar a entender lo que no se quiere. Muchos artículos de la prensa y programas radiofónicos adolecen de este defecto, lo que abona la idea de un país antisemita que no termina de sacudirse los prejuicios del pasado. Les dedican más minutos a las violaciones sistemáticas de derechos humanos contra la población palestina que a los ataques de Hamás. Muchos de los artículos se redactaron incluso cuando todavía se estaban contabilizando los cuerpos sin vida de los jóvenes de la rave a pocos kilómetros de Gaza.

Idéntica indefinición se percibe en los gerifaltes europeos. Frente al comisario de Ampliación, Olivér Várhelyi, que anunciaba que suspenderían los 700 millones de ayuda a la Autoridad Palestina, estaba el jefe de la política exterior de la UE, Josep Borrell, que se pronunciaba en los términos contrarios: "El hecho es que, en este momento, las bajas en Gaza también están aumentando. Hay 150.000 desplazados internos, y la situación humanitaria es calamitosa, así que tendremos que apoyar más. No menos. Más".

La reacción de la UE a las masacres de Hamás ha sido confusa e incompetente y traslada una imagen pésima de cara al exterior

Pocos días después, el español acusaba a Israel de violar el derecho internacional. Para colmo de las contradicciones, en su viaje a Tel Aviv, Von der Leyen respaldaba la respuesta de Netanyahu y evitaba criticar el ultimátum del ejército a los habitantes de la Franja, posicionamiento que se vio obligada a matizar posteriormente.

La reacción de la UE a las masacres de Hamás ha sido confusa e incompetente, traslada una imagen pésima de cara al exterior y le quita boletos para convertirse en actor protagónico en la disputa geopolítica que se está librando para conformar un nuevo orden mundial. Da la impresión de que la UE agotó en Ucrania el poco valor con el que contaba y no se ve con fuerzas para abrir otro frente.

Estados Unidos se ha mostrado más rotundo pero tampoco tiene mucho margen de maniobra. Con un país polarizado hasta la extenuación por sus cuitas internas e implicado en una guerra, la de Ucrania, que les importa más que la de Israel por cuestiones ideológicas, por no decir atávicas, a lo más que llega es a las labores diplomáticas de Blinken con los países árabes, como se ha visto en el alto el fuego de este lunes, para evitar dinamitar los puentes. No olvidemos que EEUU es quien más ha trabajado para normalizar los lazos entre los países árabes e Israel, que ahora penden de un hilo.

Si sortea las divisiones internas, Arabia Saudí será, paradójicamente, una de las grandes ganadoras de la crisis de Oriente Próximo

Todo apunta a que, si sortea las divisiones internas, Arabia Saudí será, paradójicamente, una de las grandes ganadoras de la crisis de Oriente Próximo. Con un Irán desbocado, Occidente tendrá que contar con interlocutores de peso en la zona para sellar algún tipo de acuerdo en un futuro próximo. En este contexto, y dentro de la micro de un actor apenas relevante como España, el Gobierno de nuestro país lo tendrá difícil para vetar inversiones como la de los saudíes en Telefónica.

Estamos inmersos en un cambio de era que empezó de forma incipiente con la caída del muro de Berlín en 1989; que tomó velocidad con los ataques terroristas de septiembre de 2001 en Nueva York, y luego marzo de 2004 en Madrid; que fue cobrando forma durante la Gran Recesión de 2008 y la pandemia del año 2020, y que parece estar cerrando el círculo con la invasión de Ucrania y la actual crisis de Oriente Próximo. Un nuevo orden mundial que se caracteriza por una configuración en grandes bloques, desglobalización selectiva, mayor proteccionismo económico y la defensa y seguridad como prioridades estatales.

Estamos al inicio de una guerra, que no al final, y vendrá más sangre y, entonces sí, tendrán que venir los 'peros'

El proceso de normalización de Oriente Próximo ha saltado por los aires. El estallido de odio es tal que cuesta imaginar que se pueda reconstruir en el corto y medio plazo. Atendiendo a la masacre llevada a cabo por Hamás y a las consecuencias inimaginables de una hipotética invasión terrestre de Gaza, uno tiende a pensar que se nos viene encima otro ciclo de violencia que sacudirá el mundo.

Tiempos duros y un dilema para el que, como señalaba Soto Ivars, no hay respuesta buena sin riesgo a envilecerse. Porque estamos al inicio de una guerra, que no al final, y porque vendrá más sangre y, entonces sí, tendrán que venir los peros.

Los peros son peligrosos. Se emplean para contraponer ideas y al final, casi sin querer, se acaba banalizando el mal. La frase que precede a la conjunción, a priori el más importante de los términos coordinados, suele ser breve y queda habitualmente difuminada por la prolífica sucesión de matices que vienen después.

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