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La amnistía de Sánchez y el perro de Pavlov
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Nacho Cardero

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La amnistía de Sánchez y el perro de Pavlov

Bajo la excusa posmoderna de que todas las verdades son parciales, la mentira se ha apoderado de nuestra realidad, haciéndonos dudar de hechos que, hasta hace poco, resultaban irrebatibles

Foto: Pedro Sánchez saluda a la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras. (EFE/J. P. Gandul)
Pedro Sánchez saluda a la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras. (EFE/J. P. Gandul)
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"En el interés de España, en la defensa de la convivencia entre españoles, defiendo hoy la amnistía por los hechos acaecidos el 1 de octubre", pronunció Pedro Sánchez este fin de semana en el comité federal del PSOE. Inmediatamente, los miembros del Gobierno y barones socialistas se pusieron en pie para aplaudir al presidente en funciones y secretario general del partido. Espadas como un resorte, Illa justo detrás.

Era la primera vez que Sánchez lo defendía en público. "Abrazar" la amnistía, justificarla como "única vía" válida para que haya un Gobierno del PSOE, apuntaba Carlos Rocha en El Confidencial. Un titular que condensa lo perverso de una investidura que tendrá consecuencias. Una vez se ha abierto la caja de Pandora, no hay vuelta atrás.

Dos de las columnas que servían de sostén para nuestra sociedad se han derrumbado. En Aquello que dábamos por bueno (Espasa, 2023), pongo nombre a los caídos en el campo de batalla de la democracia. La verdad, por un lado, y la moral, por el otro. El proceso venía de lejos, pero se ha acelerado en los últimos años como resultado del relativismo imperante.

Bajo la excusa posmoderna de que todas las verdades son parciales, la mentira se ha apoderado de nuestra realidad, haciéndonos dudar de hechos que, hasta hace poco, resultaban irrebatibles. No me refiero a la legalidad o no de la amnistía. Ni siquiera a su viabilidad. Me refiero a que los mismos que estaban en contra de la medida de gracia antes de las generales del 23-J son los que ahora la defienden entre vítores.

Nos han bombardeado con argumentarios igual que al perro de Pavlov con la comida. Ha sido tal la maquinaria desplegada, tal el masaje craneal, que cuando llega el momento clave agitan la campana y nos ponemos a salivar en favor de un Gobierno con las formaciones independentistas bajo la excusa de la estabilidad y la convivencia, mensajes que la Moncloa utiliza como si fueran el comodín del público.

Si la verdad ha muerto, otro tanto puede decirse de los principios y valores. El propio presidente lo verbalizó el sábado sin ningún pudor. No estaba en sus planes, ni siquiera lo recogía el programa con el que acudió a las generales, pero había que "hacer de la necesidad, virtud" y tragarse el sapo. Una política carente de moral en la que cualquier medio es válido en la medida que asegure la consecución de un determinado fin.

Ha logrado doblar la cerviz a Puigdemont, meterse en el bolsillo al PNV, orillar a González y García-Page y contemplar la caída de Roures

No lo oculta. Ya no. Hay amnistía porque necesita de los votos de los independentistas. Solo por ese motivo. El hecho de reconocerlo no debiera darle un plus de legitimidad, como pretende, igual que hacen los pecadores con su conciencia cuando confiesan los pecados, sino más bien al contrario: deberíamos considerarlo una agravante, pues sabe de las implicaciones futuras de semejante acto y no le duelen prendas en asumirlas.

Hay que reconocerle que es precisamente esa visión desprejuiciada de la realidad la que le hace imbatible en la arena de la política. Ha conseguido lo que, por medios convencionales, y también más éticos, hubiera sido imposible. A saber: doblar la cerviz a Puigdemont, meterse en el bolsillo al PNV, orillar a González y García-Page, ser bendecido por los empresarios catalanes y contemplar la caída de Roures. Todo de una tacada.

Es ya un hecho que Junts acelerará en la semana entrante para cerrar los flecos del pacto con los socialistas. No hay más cita en la agenda que esta. En la formación independentista dan por hecho el visto bueno a la investidura de Sánchez, salvo tuit de última hora de Puigdemont ("Ni hemos renunciado ni renunciaremos a la independencia", aseguró desafiante el pasado viernes en la plataforma X, antes conocida como Twitter).

Dirán sí a Sánchez a pesar de la oposición del Consell de la República y sin que la ley de amnistía esté aprobada, tal y como exigía Junts al PSOE en un principio. El baño de realidad parece evidente. El pragmatismo vence a la mitomanía. El expresident renuncia a sus posiciones maximalistas para evitar la cárcel.

El conservador PNV, otro que tal baila, también dará su apoyo a la investidura a pesar del acuerdo alcanzado entre el PSOE y Sumar, con un marcado sesgo ideológico. Dicho pacto incluye medidas impositivas tales como el mantenimiento de los gravámenes sobre la banca y las empresas energéticas. El expresidente del PNV Josu Jon Imaz, ahora consejero delegado de Repsol, advirtió de que "la falta de estabilidad en el marco regulatorio y fiscal podría condicionar las futuras inversiones en los proyectos industriales en el país".

¿Creen que, tras las palabras de Imaz, la formación nacionalista seguirá apoyando a Sánchez? ¿Puede el PNV perder votos también por la vía de la empresa (allí se encuentran las sedes de Iberdrola, BBVA y Kutxabank) al tiempo que Bildu, el otro socio del PSOE, acecha la Lehendakaritza? Definitivamente sí.

Hasta los empresarios catalanes han puesto una alfombra roja a la amnistía, apuntalando el pacto entre el PSOE, Sumar y los independentistas

Lo de Sánchez tiene mucho mérito. Hasta los empresarios catalanes han puesto una alfombra roja a la amnistía, apuntalando el pacto de investidura entre el PSOE, Sumar y los partidos independentistas. No se trata solo del Cercle d’Economia, que está en su derecho de pronunciarse y defender sus intereses, sino de la totalidad del tejido económico y productivo de aquella comunidad.

El alineamiento de los empresarios con el PSOE ha coincidido —cosas del karma— con la salida por la puerta de atrás de Jaume Roures en Mediapro. Decimos por la puerta de atrás porque se siente traicionado por sus otrora socios y amigos, especialmente por Tatxo Benet, y porque, dice, su correo de despedida fue "censurado" por la empresa, arguyendo que "no se podían utilizar canales internos para decir cosas que sean inconvenientes".

El productor audiovisual, trotskista, aparentemente intocable, considerado uno de los elementos más desestabilizadores para el Estado durante los acontecimientos del 1 de octubre, ha sido laminado fulminantemente por los suyos. Lo que no se pudo en tiempos de Rajoy se ha conseguido en los de Sánchez. Hasta en eso le sonríe la fortuna.

"En el interés de España, en la defensa de la convivencia entre españoles, defiendo hoy la amnistía por los hechos acaecidos el 1 de octubre", pronunció Pedro Sánchez este fin de semana en el comité federal del PSOE. Inmediatamente, los miembros del Gobierno y barones socialistas se pusieron en pie para aplaudir al presidente en funciones y secretario general del partido. Espadas como un resorte, Illa justo detrás.

Pedro Sánchez Carles Puigdemont
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