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Conflicto de Oriente Próximo: ¿el huevo o la gallina? ¿Zapatero o Sánchez?
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Nacho Cardero

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Conflicto de Oriente Próximo: ¿el huevo o la gallina? ¿Zapatero o Sánchez?

El presidente ha tomado la causa palestina como banderín de enganche. Lo hace por convencimiento, pero sobre todo para remontar las encuestas y cohesionar a un gobierno que tiene más grietas que una casa de adobe

Foto: Sánchez y Zapatero, en una inauguración. (EP/Alejandro Martínez Vélez)
Sánchez y Zapatero, en una inauguración. (EP/Alejandro Martínez Vélez)
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Winston Churchill

A Sánchez y Zapatero les pasa lo mismo que al huevo y la gallina, que nadie sabe qué fue antes. Forman parte de un todo, de una especie de ciclo apenas interrumpido por el coitus interruptus de los gobiernos de Rajoy y la Gran Recesión provocada por los bancos y las políticas neoliberales. Si para Clausewitz, la guerra es simplemente la continuación de la política por otros medios; para los politólogos de cabecera de Ferraz, el legado de Sánchez no es sino la culminación manu militari del plan iniciado por Zapatero en 2004.

Las similitudes se aprecian nítidas en política exterior, no tanto en fondo como en forma, es decir, en el utilitarismo de sus pronunciamientos. Este sábado, Zapatero, más desinhibido y crecido que nunca, aprovechó su presencia en LaSexta para arremeter contra los EEUU y salir en defensa de Palestina. "Solamente habrá seguridad si hay paz, reconocimiento del Estado palestino y si la comunidad internacional apuesta decididamente por esto", dijo el expresidente. "La primera responsabilidad es de los Estados Unidos de Norteamérica, sin duda alguna", añadió a modo de coda.

Foto: Pedro Sánchez, durante una visita al paso de Rafah, en Egipto, junto a Gaza (EFE)

Que Zapatero, alter ego de Moratinos y mano ejecutora de Maduro, pontifique sobre cómo gestionar Oriente Próximo no deja de tener su aquel, pero que lo haga mientras Irán lanza un ataque conjunto de centenares de drones y misiles —entre ellos, de crucero— contra objetivos israelíes, en lo que supone elevar el conflicto a niveles inexplorados, dice mucho de las verdaderas intenciones —no solo políticas— del expresidente.

Sánchez tardó en salir al quite de los ataques de Irán y tampoco lo hizo con buen pie. "Seguimos con máxima preocupación los acontecimientos"se pronunció en un escueto mensaje en X. Nada que ver con "la condena en los términos más enérgicos" de Alemania y Francia. Luego ya, en domingo, viendo el quilombo y su falta de tacto, se mostró más rotundo: "España condena, como ha condenado y condenará". Excusatio non petita

El presidente del Gobierno ha tomado la causa palestina como banderín de enganche. Lo hace por convencimiento, pero sobre todo para remontar las encuestas y cohesionar a un gobierno de coalición que tiene más grietas que una casa de adobe, y que busca un argumento creíble, véase el reconocimiento del Estado de Palestina, para olvidarse del caso Koldo, de las vinculaciones de Begoña Gómez con determinadas empresas y de unas políticas migratorias que tienen más de Abascal que de socialdemocracia.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el primer ministro de la República de Irlanda, Simon Harris, este viernes en Dublín.

La estrategia, hay que reconocerlo, le está funcionando tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Jugar contra Netanyahu en las circunstancias actuales es una apuesta bastante segura. El primer ministro de Israel se ha convertido en una realidad tóxica incluso para quienes son sus aliados históricos, caso de Biden. La inédita abstención de Estados Unidos en la ONU sobre Gaza es un ejemplo de ello.

Que sea una apuesta bastante segura no implica que la estrategia española en Oriente Próximo, que combina las siempre interesadas recomendaciones de Moratinos con los instintos de resistencia de Sánchez, no conlleve ciertos riesgos. De hecho, por mor del síndrome de la Moncloa, uno puede terminar creyéndose sus propias palabras y venirse demasiado arriba, de forma que, mutatis mutandis, un día se abstiene de participar en la operación del Mar Rojo y, al siguiente, evita condenar el ataque iraní o lo hace de forma tan tenue que casi no se nota que lo está condenando.

Foto: Biden, a su regreso a Washington poco antes del ataque iraní (EFE/Shawn Thew)

Si la jugada de Oriente Próximo no le sale bien, siempre le quedará como opción seguir el camino iniciado por Zapatero (¿el huevo o la gallina?). En este caso, Sánchez no podrá optar a ningún puesto en Venezuela, pues todas las vacantes han sido ocupadas por su amigo el leonés, pero puede opositar a insigne representante occidental del Global South (en inglés), que va a dar mucho juego. Es una forma de superar, gracias al dominio idiomático, las limitaciones geográficas que han sufrido ministros como José Bono, cuyo ámbito de acción se ha limitado a República Dominicana y Guinea.

El hecho de que Netanyahu no esté a la altura y merezca la reprobación de buena parte de los países desarrollados, no justifica una presunta equidistancia —que empieza a convertirse en militancia— de ciertos líderes políticos y medios de comunicación, ni mucho menos "las atrocidades cometidas por Hamás, que en cualquier caso nunca ha contemplado la posibilidad de firmar un tratado de paz con Israel y ha hecho todo cuanto ha estado en su mano para sabotear el proceso de paz de Oslo", dice Harari en alusión a todos aquellos que relativizan las acciones de los terroristas.

Lo cierto es que apenas ya nadie se acuerda de lo que ocurrió hace unos meses, del atentado del 7 de octubre, cuando Hamás irrumpió por sorpresa en Israel y acabó con la vida de 1.200 ciudadanos del Estado judío en menos de 24 horas. Muchos incluso parecen haberse olvidado del genocidio y persecución que sufrió el pueblo de Israel en el siglo XX. De hecho, los pocos que lo recuerdan son acusados rápidamente de doble vara de medir, pues les echan en cara las similitudes entre la Alemania nazi y la situación en Gaza. Y es que, sic transit, nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto.

If Hitler invaded hell, I would make at least a favorable reference to the devil in the House of Commons

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