Caza Mayor
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Los empresarios hacen cola en la puerta de Marine Le Pen
Los ejecutivos de las principales empresas han comenzado a tender puentes con la extrema derecha por temor a la agenda fiscal del Nuevo Frente Popular de extrema izquierda. Entre susto y muerte, los empresarios prefieren susto
"Los extremos están a las puertas del poder [...] Quiero estar orgulloso de llevar esta camiseta el 7 (de julio). No tengo ganas de representar un país que no se corresponde a mis valores, que no se corresponde a nuestros valores, porque creo que estamos todos en el mismo barco", dijo Mbappé tras conocerse los resultados de las pasadas europeas y el adelanto electoral. Que haya que reconocerle el gesto al jugador francés —118 millones de seguidores en Instagram lo contemplan—, no es óbice para censurar su flaca memoria que olvida, o quiere olvidar, hechos recientes que ya dejaban entrever la actual deriva y que alimentaron la desafección de los ciudadanos.
Uno de ellos fue la destrucción de los Campos Elíseos por los chalecos amarillos hace cinco años. Los que participaron en las protestas arrasaron, entre otras, con la boutique del PSG, equipo donde juega Mbappé. Fue un 16 de marzo de 2019. Los galos refractarios, en palabras de Macron, salieron a la calle e hicieron añicos el país de las libertades. No es la única. Hay otras fechas que ya entonces daban fe del ascenso de Le Pen.
7 de enero de 2015: publicación de Sumisión, novela de ese sexador de mentes biempensantes llamado Michel Houellebecq. Cuenta la llegada al poder de un partido islamista en Francia, donde la Sorbona es una universidad musulmana en la que los profesores conversos gozan de excelentes salarios y tienen derecho a la poligamia.
22 de mayo de 2022: caos y pánico en la final de la Champions entre Real Madrid y Liverpool a la salida y entrada del Stade de France, en Saint-Denis. Delincuentes saquean a la hinchada madridista; la policía francesa, desbordada; las imágenes salen en los principales rotativos internacionales.
19 de enero de 2023: inicio de las protestas y jornadas de huelgas generales contra la reforma de las pensiones del Gobierno, que pretende subir la edad de jubilación de los 62 a los 64 años. Miles de toneladas de basura se acumulan en las calles de París.
9 de junio de 2024: resultados de las elecciones europeas; la formación de extrema derecha Agrupación Nacional (RN, en francés), de Marine Le Pen, obtiene el 31% de los votos, muy por delante de Emmanuel Macron, que sufre una sonora derrota al hacerse tan solo con el 14% de los sufragios; el presidente francés disuelve la Asamblea Nacional y convoca elecciones.
"Francia vota contra París", escribía Esteban Hernández. "Francia vota contra el tipo de sociedad que se ha conformado en una sociedad cosmopolita que se parece poco en costumbres y visiones del mundo al resto de Francia".
¿Arde París? es una novela histórica de Larry Collins y Dominique Lapierre, que narra las horas que precedieron a la Liberación de París por parte de las Fuerzas Aliadas. Arde París es también un libro del periodista Iñaki Gil (Círculo de Tiza, 2023), que analiza los cambios políticos y sociológicos de una nación descompuesta, con los vencedores de la globalización, por un lado, y los pueblos y periferias urbanas, por el otro.
El cuarto capítulo de Arde París versa sobre Vincent Bolloré, factótum empresarial, miembro destacado de la élite parisina y tycoon mediático (Vivendi), con editoriales, agencias de publicidad y cadenas de radio y televisión. Aquí, en España, posee el 10% del grupo Prisa. Bolloré nunca ha ocultado sus afinidades. Hablaba bien de Le Pen cuando ningún otro empresario se atrevía. "Francia y sus raíces cristianas están en peligro [...]. Hay que batir a Macron", animaba Bolloré a los candidatos de la derecha, según recoge Iñaki Gil.
Pues bien, Macron, quien fuera el enfant terrible de la política europea, liberal sin complejos capaz de acometer reformas que ningún otro se hubiera atrevido y amigo de los mercados de capitales, como no podía ser de otra forma de alguien que pasó con nota por Rothschild & Cie, ha entrado barrena por culpa de su ‘cesarismo’. La extrema derecha, como pedía Bolloré, le ha batido y ahora son muchos —no solo el de Vivendi— los que se han puesto a hacer cola para llamar a las puertas de la otrora odiada y temida Agrupación Nacional.
El Financial Times contaba en un extenso artículo cómo los ejecutivos de las principales empresas francesas habían comenzado a tender puentes, de forma apresurada, con la extrema derecha de Marine Le Pen por temor a la agenda fiscal y de gasto desmedido de quien es ahora mismo el principal rival de Agrupación Nacional. A saber: el Nuevo Frente Popular de extrema izquierda. Entre susto y muerte, los empresarios prefieren susto.
"Las políticas económicas de RN son más bien una pizarra en blanco que las empresas creen que pueden ayudar a impulsar en la dirección correcta", dice un empresario del Cac 40. "No es probable que, en caso de ganar, la izquierda diluya su agenda anticapitalista de línea dura".
El rotativo económico recogía las declaraciones de un importante inversor galo: "Si me hubieran dicho hace dos semanas que el mundo empresarial apoyaría a RN y descartaría a Macron, no lo habría creído".
Ante el fracaso de la socialdemocracia, la derecha tradicional y la tercera vía de Macron, Le Pen lleva desde 2011 convirtiendo a la extrema derecha en una opción mainstream que articule el malestar creciente. Penetra en los jóvenes y hasta en los pensionistas porque, además, mantiene el atributo de la identidad francesa. Incluso resulta más fiable (o menos no fiable) en la gestión económica. Ese es el nivel de hartazgo de las clases medias.
Las diferencias entre el caso francés y el español parecen nítidas. Aquí todavía sigue funcionando la alerta antifascista. En lo que sí guardan similitudes es en la sensación de abatimiento que persigue a los líderes de sendos países, Macron y Sánchez (dos patos cojos en el Gobierno), por culpa de un exceso de personalismo y por primar su agenda personal sobre la nacional. "El escenario de una Francia ingobernable está sobre la mesa: es negativo para el interés del país y puede ser positivo para los eventuales intereses de Macron (yo o el caos) en 2027", aseguraba Pablo Pombo.
No son los únicos parecidos razonables entre ambos. Nada más llegar al Elíseo, lo primero que hicieron Emmanuel y Brigitte Macron fue cambiar el somier y el colchón que usaron Hollande y sus amantes. ¿Les suena la anécdota?
"Los extremos están a las puertas del poder [...] Quiero estar orgulloso de llevar esta camiseta el 7 (de julio). No tengo ganas de representar un país que no se corresponde a mis valores, que no se corresponde a nuestros valores, porque creo que estamos todos en el mismo barco", dijo Mbappé tras conocerse los resultados de las pasadas europeas y el adelanto electoral. Que haya que reconocerle el gesto al jugador francés —118 millones de seguidores en Instagram lo contemplan—, no es óbice para censurar su flaca memoria que olvida, o quiere olvidar, hechos recientes que ya dejaban entrever la actual deriva y que alimentaron la desafección de los ciudadanos.