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Todo empezó con un tripartito y vamos de cabeza hacia otro
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Nacho Cardero

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Todo empezó con un tripartito y vamos de cabeza hacia otro

¿Qué puede hacer Puigdemont ante un tripartito progresista? Lo que debería haber hecho hace mucho tiempo: irse a casa y dejar que Cataluña recupere el pulso

Foto: Marta Rovira a su regreso a España. (Europa Press/Glória Sánchez)
Marta Rovira a su regreso a España. (Europa Press/Glória Sánchez)
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Hay algo hipnótico, casi adictivo, en el vídeo de más de seis minutos que distribuyó la agencia EFE de la entrada a España de Marta Rovira por la frontera francesa que da acceso a La Jonquera. Sonido ambiente, sin voz en off, imágenes en bruto con manufactura doméstica, el silbido del viento, el trasluz de la puesta de sol atravesando las esteladas. Parecía un documental dirigido por Kiarostami por su ritmo lento, en ocasiones asfixiante. Tan es así que con el vídeo de la secretaria general de ERC me pasó lo mismo que con El sabor de las cerezas del iraní: me quedé dormido.

No hubo épica en la llegada a España. Sus imágenes no serán glosadas por los guardianes de las esencias del independentismo. Los otrora líderes de un procés hoy moribundo deberían hacer las maletas e irse a su casa. Esa sería la única forma de recobrar la normalidad de una Cataluña que ha dejado de pensar en clave secesionista y a la que solo le interesa los asuntos del día a día: la educación, el emprendimiento, la seguridad. La arenga de Rovira en Cantallops, clamando por la unidad del independentismo y la lucha por la autodeterminación, ya no se la cree ni el pastelero de Amer.

Foto: Carles Puigdemont comparece tras las elecciones catalanas. (Reuters/Bruno Casas) Opinión

No hay salida buena para Cataluña. Nos cuenta Marcos Lamelas que tanto Rovira, como toda la dirección de ERC y el propio Junqueras, son partidarios de pactar con Illa y tomarse cuatro años para reconstruir su posición política desde los escaños de la oposición del Parlament. Creo, efectivamente, que habrá pacto con el PSC, pero que, en contra de lo que se dice, los republicanos finalmente entrarán en el gobierno o, al menos, encontrarán alguna forma de salvar a sus cuadros de la cola del paro.

Puede ser que, a día de hoy, la militancia de ERC se muestre más partidaria de repetir elecciones que de aliarse con los socialistas catalanes —igual que se negó a respaldar al alcalde de Barcelona, Jaume Collboni—, pero todavía falta mucho para la investidura y seguro que un plato caliente en la mesa y los documentales al estilo Kiarostami de la factoría Junqueras le hacen cambiar de opinión.

Foto: El líder del PSC, Salvado Illa, sentado tras el presidente de la Generalitat en el Parlamento catalán. (EFE/Quique García)

Aun así, no piensen que el tripartito de izquierdas es la solución menos mala para Cataluña. Empezamos todo esto con un tripartito y vamos de cabeza hacia otro.

Acuérdense. En las autonómicas de 2003, el PSC fue el partido más votado y CiU, el que obtuvo más escaños. Durante la campaña, Zapatero se comprometió a apoyar la reforma del Estatut que saliese del Parlament. Después de negociar con unos y con otros, los socialistas se decantaron por formar Gobierno con Esquerra. Ahí se jodió el Perú.

Los magistrados declararon parcialmente inconstitucionales 14 artículos de aquel Estatut. El presidente Montilla arremetió contra aquel Constitucional. "Está lamentablemente desacreditado y moralmente deslegitimado para dictar esta sentencia", aseguró. Artur Mas se cayó del guindo y se percató de que, si querían recuperar el espacio electoral perdido, había que echarse al monte y enredarse la estelada en la cabeza. De aquellos barros vienen el procés, Puigdemont y el falso referéndum del 1-O.

Foto: Marta Rovira llegando con consejo nacional de ERC (EFE/Quique García)

Illa debería gobernar en solitario, pero, cada día que pasa, se antoja más complicada esta posibilidad. Por la presión atmosférica que se respira en Cataluña, por el tutelaje de Bolaños en las negociaciones con los republicanos, por las peculiares circunstancias internas de ERC y por el devenir de un personaje apellidado Puigdemont.

Krls solo tiene una salida para evitar que ERC pacte con los socialistas. No se trata de cotejarlos ni de desplegar sus plumas cual pavo real, pues ya se sabe de la animadversión personal que se tienen los líderes de ambas formaciones, sino de regresar a España para que lo detengan. No sería en vísperas del debate de investidura de Illa sino bastante antes para que la presión sobre los republicanos fuera máxima. Puigdemont, como héroe y mártir.

El titular del Juzgado de Instrucción nº 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre, ha elevado una exposición razonada pidiendo la imputación del expresidente catalán por el delito de alta traición, mientras el Supremo no acepta la aplicación de la amnistía para el delito de malversación. Es decir, a día de hoy, no hay medida de gracia para Puigdemont. Si cruza la frontera francesa como ha hecho Rovira, le pondrán entre barrotes.

Foto: Carles Puigdemont en una imagen de archivo. (EFE/Olivier Hoslet)

¿Se atreverá el expresident a dar el paso? No lo creo. Puigdemont nunca ha destacado por su coraje a la hora de enfrentarse a las autoridades españolas. Además, este fin de semana Toni Comín se ponía la venda antes de la herida y aventuraba que su regreso, junto al de Krls, se alargará en el tiempo y no podrá volver a Cataluña este verano ni este otoño.

Ahora bien, si este es el escenario más posible e Illa consigue formar Gobierno, ¿qué puede hacer Puigdemont ante un tripartito progresista? Pues lo que debería haber hecho hace mucho tiempo: irse a casa y dejar que Cataluña recupere el pulso.

Hay algo hipnótico, casi adictivo, en el vídeo de más de seis minutos que distribuyó la agencia EFE de la entrada a España de Marta Rovira por la frontera francesa que da acceso a La Jonquera. Sonido ambiente, sin voz en off, imágenes en bruto con manufactura doméstica, el silbido del viento, el trasluz de la puesta de sol atravesando las esteladas. Parecía un documental dirigido por Kiarostami por su ritmo lento, en ocasiones asfixiante. Tan es así que con el vídeo de la secretaria general de ERC me pasó lo mismo que con El sabor de las cerezas del iraní: me quedé dormido.

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Marta Rovira Carles Puigdemont
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