Caza Mayor
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La España que se oculta tras el 'cohete' de Sánchez
Por mucho que digan, en estos años, el crecimiento de la economía no ha sido igual para todos. ¿Cómo un cohete? Depende a quién preguntes
La economía española va como un cohete. No solo se ufana de ello el presidente del Gobierno, muy dado a retorcer la realidad para adaptarla a sus necesidades, sino Carlos Cuerpo, un señor de la London School of Economics, muy técnico y serio, que está al frente del ministerio de Economía.
El actual Ejecutivo es deliberadamente más político que el anterior con el objeto de levantar El Álamo y blindar al presidente en Moncloa. En esta hoja de ruta, la estrategia económica no le corresponde tanto a Cuerpo como a María Jesús Montero, una maestra del agitprop, que es la que grita y, a su vez, la que pone la guita. Montero les ha dicho a los ministros que se pongan a propalar la especie por tierra, mar y aire. Cualquier cosa antes que las cuitas de Ábalos y Begoña Gómez o las negociaciones con Puigdemont.
Hay razones para el optimismo. El PIB va camino de terminar el año con un crecimiento económico del 3%, cuatro veces más de lo que hará la Eurozona; la inflación cae hasta el 1,5%, su menor nivel en tres años y medio; la afiliación a la Seguridad Social continúa con velocidad de crucero, y el Ibex 35, como nos recuerdan desde Ferraz, está a tiro de piedra de los 12.000 puntos (cosas veredes: los mismos que demonizaban a las empresas, acusándolas de un capitalismo salvaje y especulador, sacan pecho ahora del buen pulso del mercado de valores patrio).
Hasta ahora, teníamos una recuperación asentada en el sector exterior y el consumo público. Los nuevos datos, en cambio, muestran una demanda interna más dinámica. Por la parte de renta, aumentan salarios, pero también los beneficios del capital. Todo en orden. La música suena bien y hay visos razonables de que la tendencia continúe. Así que, efectivamente, hay motivos para presumir.
Ahora bien, la euforia desmedida del Ejecutivo resulta, cuando menos, un tanto obscena. España va como un cohete, pero no para todos. No para los jóvenes que se quieren independizar y no pueden por el precio de los pisos, ni para los restaurantes de playa que este verano recibieron más comensales que nunca, pero ingresaron menos que en ejercicios previos por la merma en la capacidad adquisitiva del turismo nacional.
Algunos de estos apuntes ignorados por los analistas de ringorrango, y que tampoco aparecen en los titulares de prensa, merecen un breve comentario.
Menos bienestar y más pobreza: Paradójicamente, España es cada vez más rica y los españoles son cada vez más pobres. Piano piano, nos vamos alejando de los principales indicadores de bienestar de los hogares. Nuestro PIB per cápita se encuentra 11 puntos por debajo de la media de la UE en 2023, según Eurostat. Ocupamos la decimosexta posición por detrás de Chipre, Eslovenia y República Checa, por poner algunos ejemplos. Curiosamente, de 2002 a 2009, es decir, hasta que estalló la burbuja inmobiliaria, el poder adquisitivo de los españoles estaba por encima de la media de la UE.
Peor salimos en el Índice de Miseria, paro e inflación en Europa, elaborado por el Instituto Juan de Mariana. La media de la Unión Europea está en 9,5 puntos, España sube hasta los 15,2. Somos el país de la Unión Europea con mayores niveles de miseria económica.
Más paro del que queremos ver: En el segundo trimestre del año, el número de trabajadores aumentó en más de 400.000 personas, marcando un nuevo récord con 21,7 millones de personas afiliadas a la Seguridad Social, según la EPA. Sin embargo, la tasa de paro cae muy lentamente. En los últimos meses, incluso se ha estancado. Actualmente, se encuentra en el 11,3%. Continúa siendo la más alta de Europa. El caso de los jóvenes es un auténtico agujero negro: su tasa de paro dobla la mundial.
Este dato sería aún mucho peor si no fuese por el truco contable de los fijos discontinuos, una figura que tenía sentido antaño, pero que, en la actualidad, está totalmente desvirtuada, pues ni están activos ni contabilizan como parados. Trabajan una semana y después se pasan seis meses con los brazos cruzados. Randstad calcula que hay 780.000 fijos discontinuos. De ser así, los parados subirían hasta los 3,5 millones.
Acceso a la vivienda: El acceso a una vivienda digna es una de las principales patatas calientes a las que se enfrenta este Gobierno y, si atendemos a sus declaraciones, una de sus prioridades. Está tratando de taponar los agujeros con una ley, la de Vivienda, para la que no tiene competencias y que se centra más en los precios —los topes en el alquiler en las zonas tensionadas— que en la oferta, cuando, como dice el Banco de España, es el enorme déficit de viviendas lo que ha alimentado la escalada de los precios. El BdE calcula que en el país faltan 375.000 viviendas, cantidad que ascenderá a 600.000 dentro de dos años, debido a la inmigración y el crecimiento demográfico.
Pobre ejecución de los fondos europeos: Se aceleró la llegada del dinero de Bruselas para que el país pudiera traccionar y recuperarse del batacazo del covid. Gasolina en vena. Nada que ver con el austericidio de la Gran Recesión. El problema es que hay que ejecutar los proyectos en plazo, justificarlos técnicamente y cumplir con los hitos comprometidos si no queremos que nos soliciten su devolución, y aquí apenas se han producido avances significativos. Estamos ya en tiempo de descuento y rien de rien.
Todo ello en un contexto donde se tendrá que aplicar las nuevas reglas fiscales de la UE, que fija las normas para que los países mantengan su déficit por debajo del 3% sobre el PIB y del 60% en el caso de la deuda. Buena parte de nuestro crecimiento de los últimos años está directamente relacionado con el hecho de que papá Estado ha tirado de chequera. Y endeudarse tres euros para que el PIB crezca uno, no suele ser un buen negocio.
Por mucho que digan, en estos años, el crecimiento de la economía no ha sido igual para todos. ¿Cómo un cohete? Depende a quién preguntes. Los vaivenes han dejado tanto vencedores como vencidos. De hecho, si preguntas en la calle, la sensación es que hay más de los segundos que de los primeros.
La economía española va como un cohete. No solo se ufana de ello el presidente del Gobierno, muy dado a retorcer la realidad para adaptarla a sus necesidades, sino Carlos Cuerpo, un señor de la London School of Economics, muy técnico y serio, que está al frente del ministerio de Economía.
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