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Nacho Cardero

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El trilema de Sánchez: 7-20-50

Europa es el 7% de la población, casi el 20% del PIB y el 50% del gasto social del mundo, una situación insostenible. Hay que elegir

Foto: Sánchez en el Consejo Europeo en Bruselas. (Europa Press)
Sánchez en el Consejo Europeo en Bruselas. (Europa Press)
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Si alguien menta Suiza, la imagen que vendrá a muchos de ustedes será la de ese pequeño y bucólico país alpino, epítome de la equidistancia, donde hacen escala los ricachones de medio mundo para ocultar su patrimonio al Fisco y disfrutar de la estación de esquí de Gstaad y de los quesos y caldos locales. Lo que ignora la mayoría es su sólida política de Defensa basada en un modelo de neutralidad armada. También que los varones suizos están obligados a realizar el servicio militar a partir de los 18 años. Los niños lo maman desde pequeños. Si algún día atacan el país, hay que defender el territorio con la vida.

Se imaginan si, por imperativo de los tiempos actuales, fuera necesario reinstaurar la mili en España, como existe en Suiza y otros países europeos (además de todos los que se lo están planteando al calor de los acontecimientos). No hay gobernante en nuestro país que se atreva a tanto. Protestas en el Congreso, manifestantes atados a los árboles de la Castellana, desplome en los índices de popularidad.

Por eso, como resumió el general Félix Sanz Roldán, exdirector del CNI y ex Jemad, en el segundo Foro de Defensa de El Confidencial en Córdoba, antes de ponernos a discutir si hay que hablar de rearme o seguridad, de eurobonos o presupuestos nacionales, de si son galgos o si son podencos, antes de todo ello, dice, "necesitamos voluntad política" y social para acometer los desafíos a los que se enfrenta Europa y ser conscientes del cambio de paradigma y del sacrificio que esto implica. En caso contrario, continúa, sería como "construir la casa por el tejado".

Como gusta preguntar provocador Alberto Olmos: ¿Cuántos países europeos estarían dispuestos a enviar soldados al frente en Ucrania? ¿Y para defender las democracias liberales, ese sistema de gobierno otrora hito de la Humanidad y ahora periclitado y pisoteado por países como Estados Unidos, devenidos en democracias populistas? ¿Y si atacaran Polonia? ¿Nos asustaríamos lo suficiente? ¿Nos defenderíamos como algunos países, caso de Suiza, tienen más que asumido que harían?

Foto: Sánchez con Iván Redondo. (EFE) Opinión

Permítanme cierto escepticismo a la hora de responder a estas preguntas y de la capacidad de la UE —un proyecto inconcluso donde prima más lo local que lo supranacional— para asumir sacrificios como los descritos. Y luego, si quieren, hablamos de dinero.

La UE llevaba diez años huérfana de proyecto político y de líderes competentes para ahormar y ejecutar una hoja de ruta común. Uno de los puntos positivos, por no decir el único, que ha traído la nueva Administración Trump es que ha servido de pegamento emocional para unos países acostumbrados a hacer la guerra por su cuenta. Incluso los británicos regresan a casa.

Foto: Pedro Sánchez en el acto institucional del 8M. (Europa Press) Opinión

Pero no se engañen. La realidad es otra. Europa es el 7% de la población, casi el 20% del PIB y el 50% del gasto social del mundo, una situación insostenible. Lo llaman el 7-20-50 y, como en cualquier trilema, no se puede soplar, sorber y comer, tener todo a la vez y al mismo tiempo. Hay que elegir. ¿Elegimos renunciar a una parte de nuestro bienestar, reducir las pensiones, recortar el gasto social? ¿Qué Gobierno se atreve a tomar estas medidas en democracia?

Y si esta es la sensación que uno tiene de Europa, imagínense en España, un país cogobernado por comunistas y dependiente de partidos independentistas. Unos comunistas para los que la mejor forma de invertir en Defensa consiste en seguir inflando la sociedad del bienestar y unos independentistas que, entre los muchos objetivos que persiguen, ninguno pasa por make Spain great again. Decir, como dijo Sánchez en el Congreso de los Diputados, que Europa está obligada a aumentar su autonomía estratégica en materia de Defensa y que lo hará sin recortar el gasto social es insultar la inteligencia de los españoles.

"A los ciudadanos hay que decirles la verdad", dijo el popular Esteban González Pons en el foro de Córdoba. "Si Roma se endeuda, si París se endeuda, si Berlín se endeuda, habrá dinero para la industria italiana, para la industria francesa y para la industria alemana". Pero si Sánchez, como hizo la semana pasada, "anuncia que no va a tocar ninguna partida para incrementar los 11.000 millones que tiene que poner sobre la mesa para llegar al 2% de PIB de Defensa", es que nos mienten o estamos haciendo la o con un canuto.

Foto: María Jesús Montero y Diana Morant en un acto. (Europa Press) Opinión

De ser así, España perderá el tren. Otro más. Con una Francia en crisis existencial y el Elíseo a un paso de caer en manos de Le Pen, y con la extrema derecha gobernando en Italia, aunque sea en la versión light de Meloni, España tenía una oportunidad pintiparada para, por primera vez en su historia, formar parte del eje dominante europeo. Lo haría junto a Alemania, que ha puesto en marcha un plan con el objeto de convertirse, de nuevo, en una potencia militar, modificando sus estrictas reglas de deuda para ampliar el gasto en Defensa y creando un fondo de 500.000 millones de euros.

España va bien económicamente, tiene un tamaño óptimo, próximo a Italia, y siempre ha cuidado sus relaciones trasatlánticas. Al menos, hasta el día de hoy. Lo tenía todo a favor para ser un elemento clave en la actual vertebración europea. Sin embargo, el partidismo y la insoportable polarización que exuda la política española lo hacen imposible.

Foto: Albares sale cabizbajo de una rueda de prensa. (EFE) Opinión

Bastaba con haberle tendido la mano al líder de la oposición en materia de Defensa. Lo habría puesto en un brete. Pero Sánchez no lo hizo. Ninguneó al Partido Popular. Un error más que delata la falta de fineza de los nuevos estrategas de Moncloa y que permite a Feijóo blindarse frente a los ataques del Ejecutivo.

Lo cierto es que no solo ha ninguneado al PP. Lo ha hecho con todo el Parlamento, hurtando competencias que son propias del poder legislativo, y trasladando a Europa la imagen de que "España no es un socio fiable", en palabras de Feijóo, por culpa de su presidente. Cuando más necesitábamos cohesión interna en un tema mollar, en el que hay consenso entre los dos grandes partidos, más divididos nos hemos mostrado.

Foto: Pedro Sánchez, en el Congreso del PSOE de Madrid. (EP) Opinión

Todo se reduce a dos opciones: rearmarnos con mayor autonomía estratégica en materia de seguridad, comercio y energía para poder enfrentarnos a este nuevo e impredecible orden mundial, lo que traerá aparejado sacrificios y recortes sociales, o, por el contrario, continuar como estamos, esto es, inmersos en la dolce far niente de un continente, Europa, que es donde mejor se vive y más intelectuales hay por metro cuadrado.

No se preocupen, todavía nos quedan unos años. Los países tardan en hundirse. Son como las familias ricas: el padre amasa la fortuna con trabajo y austeridad, y luego las siguientes generaciones se encargan de dilapidarla. Mantienen el nivel de vida por pura inercia, hasta que llega un día en el que se acaba el dinero. Es entonces cuando tienen que reconvertir el palacio en museo y ponerse a vender entradas a los turistas. Principalmente, claro está, a chinos, rusos y americanos.

Si alguien menta Suiza, la imagen que vendrá a muchos de ustedes será la de ese pequeño y bucólico país alpino, epítome de la equidistancia, donde hacen escala los ricachones de medio mundo para ocultar su patrimonio al Fisco y disfrutar de la estación de esquí de Gstaad y de los quesos y caldos locales. Lo que ignora la mayoría es su sólida política de Defensa basada en un modelo de neutralidad armada. También que los varones suizos están obligados a realizar el servicio militar a partir de los 18 años. Los niños lo maman desde pequeños. Si algún día atacan el país, hay que defender el territorio con la vida.

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