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Caza Mayor
Por
El presidente mudo y la cloaca parlante
Por mucho que lo intenten, no hay pegamento suficiente para recomponerlo. Ni Leire, ni Dolset, ni Contreras, ni RTVE, ni Moncloa. Los buenos guionistas ya no están o han puesto pies en polvorosa
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Las campañas de desinformación son un ataque contra el orden epistemológico liberal, dice Thomas Rid. Un ataque contra el entramado de instituciones que permiten confiar en los hechos y construir consensos democráticos tales como la ciencia, la justicia o la prensa libre, entre otras. Unas campañas que son alimentadas por líderes populistas que no creen en el Estado de Derecho o lo instrumentalizan. "Tipos vulgares (Sánchez, Trump) convertidos en narcisos destructivos", en palabras de José Antonio Zarzalejos. El aniquilamiento del Estado dentro del Estado. El binomio mafia o democracia.
Thomas Rid es profesor en la Johns Hopkins University, reconocido experto en tecnología y espionaje y autor del libro Active Measures. The Secret History of Disinformation and Political Warfare. Por active measures se refiere a acciones políticas y de espionaje llevadas a cabo por un país para interferir en la política interior o exterior. Si bien el término se asocia principalmente con la época de la Guerra Fría, ha cobrado aún más vigencia en los tiempos actuales, con la hegemonía de las redes sociales y los ‘fontaneros’.
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El autor rompe con la idea simplista de que la desinformación es meramente "información falsa". Muy al contrario, se nutre de verdades selectivas, cuidadosamente empaquetadas, y reforzadas por elementos emocionales o contextuales que distorsionan su efecto.
Tres ministros divulgaron un bulo difundido por varios medios de comunicación que aseguraba que el capitán de la UCO Juan Vicente Bonilla fantaseó con ponerle una "bomba lapa" a Sánchez. En puridad, las capturas de pantalla en las que se basaba dicha información fueron manipuladas. Bonilla decía en los wasaps que era posible que "algún sicario venezolano" le pusiera "una bomba lapa en los bajos" de su vehículo. En el coche del coronel, no en el de Pedro Sánchez.
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Lejos de rectificar, la ministra portavoz Pilar Alegría, alias sostenella y no enmendalla, defendió que "conceptos como la bomba lapa" retrotraían a "momentos vividos nada agradables [...] Nos hicimos eco de una información que había sido publicada por distintos medios, y es verdad que posteriormente alguno de ellos entendió que una parte de la conversación se podía o había que interpretarla de otra manera. Pues ya está".
La desinformación no solo nace de la manipulación deliberada, sino también del deseo colectivo de creer ciertas ficciones útiles. Lo falso no es solo creído: es deseado. De ahí que, a pesar de haberse acreditado que se trata de un bulo, miembros del gobierno y de su claque mediática continúen, a día de hoy, con el raca raca del capitán Bonilla.
La verdad no existe. Repitan conmigo: la verdad no existe. El principio fundamental de la desinformación, dice Thomas Rid, es mezclar verdad y mentira para hacer creíble lo falso. Filtrar documentos robados, crear organizaciones fantasma, sembrar relatos falsos pero verosímiles. Todo forma parte de una maquinaria sistemática y profesionalizada.
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“Si mañana saliera un vídeo de Pedro Sánchez esnifando cocaína sobre el cadáver de la prostituta, en TVE tardarían tres o cuatro días en dar la noticia. Luego dirían que claramente es una imagen de IA, y cuando los peritos certificasen que no, soltarían que la grabación es ilegal, acusarían al PP de tener mucho interés en tapar lo de Ayuso y las residencias”, escribía Juan Soto Ivars.
Pero si las active measures de la Guerra Fría requerían una mezcla exquisita de sofisticación, paciencia estratégica y talentos casi literarios, lo de Ferraz es más bien la versión cañí de una serie de espías de bajo presupuesto, fondeo de redes, distribución de bulos y asalto a la verdad con la sutilidad de un orco.
Sus principales ideólogos, la fontanera Leire Díez y el empresario Pérez Dolset cruzaron el Rubicón cuando decidieron comparecer en una rueda de prensa esperpéntica en el Novotel. Fue entonces cuando se entendió que las cloacas de Ferraz eran, más que un aparato de contrainteligencia, un club de fans de Netflix con aspiraciones de thriller político. Como dicen los Madinas del PSOE —que son más de los que Sánchez cree imaginar—, ¿qué hacen los Santos Cerdán et alii mercadeando con semejante tropa? La mácula para una institución centenaria como el PSOE, historia viva de España, tardará en borrarse.
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A pesar de todo, la maquinaria sigue funcionando. Poco después de que la fontanera entregara el pendrive a Santos Cerdán con los resultados de su “investigación periodística” (sic), diarios próximos al PSOE empezaron a difundir archivos conseguidos por los fontaneros del partido mediante engaños y chantajes. Aunque hayan saltado las costuras, siguen creyendo que repetir la mentira mil veces hará que esta funcione una vez más.
Al contrario de lo que ha ocurrido en los últimos siete años, esta vez la percepción generalizada es que la estrategia monclovita no está funcionando. Da error. Ferraz 404, página no encontrada, relato fallido. Como diría Lakoff, no están consiguiendo que la opinión pública les compre el marco. Te acodas en el bar y oyes hablar de la fontanera y de las cloacas, pero no de la UCO patriótica, ese plato que los socialistas cocinan sin éxito.
No lo consiguen porque hay vídeos, audios, documentos, testimonios que corroboran la existencia de unas cloacas de Ferraz que tratan de conseguir material sensible contra jueces, fiscales, periodistas y guardias civiles para contrarrestar los escándalos de corrupción que afectan al Gobierno, y hay, sobre todo, una opinión pública que empieza a oler a podrido y que está harta de que la insulten y tomen por tonta.
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Esta vez el marco es otro: el de la corrupción estructural, el del miedo institucional, el del abuso de poder. Por mucho que lo intenten, no hay pegamento suficiente para recomponerlo. Ni Leire, ni Dolset, ni Contreras, ni RTVE, ni Moncloa. Los buenos guionistas ya no están o han puesto pies en polvorosa. Además, ya no se trata de gestionar titulares, sino de frenar una avalancha.
Prueba inequívoca de ello es el silencio del presidente. Sánchez ni está ni se le espera. Lo que acusa a los demás es lo que él practica: opacidad, omertá, falta de explicaciones. Un Gobierno que ha hecho de la falta de transparencia su principal seña de identidad. El Ejecutivo menos transparente desde que existen registros democráticos.
El presidente está cansado. Anímica y físicamente. Su rostro lo delata. Las malas noticias erosionan la estrategia, el marco se le resquebraja y la maquinaria de propaganda chirría. Lo que viene ahora no es regeneración democrática, sino una oleada de aguas fecales. Un intento desesperado de embarrar el terreno antes de que llegue el final.
Un ciclo político que está agotado. Un presidente sin palabra, sin relato y sin aire. Un Gobierno que ya no gobierna, solo sobrevive. Una maquinaria de desinformación que, por primera vez, ha fallado. Y una ciudadanía que, tal vez, empieza a abrir los ojos.
Las campañas de desinformación son un ataque contra el orden epistemológico liberal, dice Thomas Rid. Un ataque contra el entramado de instituciones que permiten confiar en los hechos y construir consensos democráticos tales como la ciencia, la justicia o la prensa libre, entre otras. Unas campañas que son alimentadas por líderes populistas que no creen en el Estado de Derecho o lo instrumentalizan. "Tipos vulgares (Sánchez, Trump) convertidos en narcisos destructivos", en palabras de José Antonio Zarzalejos. El aniquilamiento del Estado dentro del Estado. El binomio mafia o democracia.