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El país donde Sánchez puede volver a gobernar
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Nacho Cardero

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El país donde Sánchez puede volver a gobernar

Estamos asistiendo a los minutos de la basura del sanchismo. No sabemos si serán cinco, veinte o toda la prórroga. Pero serán catastróficos. Para el PSOE. Y para España

Foto: Pedro Sánchez compareciendo este domingo ante los medios. (EFE)
Pedro Sánchez compareciendo este domingo ante los medios. (EFE)
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Entró la UCO en Ferraz, sancta sanctórum del socialismo, en busca de nuevas pruebas sobre la corrupción de la cúpula y posible financiación ilegal, y no pasó nada. Las previsiones apuntaban a altas temperaturas, así que, ante semejante bochorno, los españoles prefirieron coger el coche e irse el fin de semana a la sierra o la playa —que la economía va bien, según el Gobierno— y allí tomarse unos tintos de verano y olvidarse de la política y la polarización. Este lunes, declarará Ábalos en el Supremo, posiblemente cante la Traviata, apuntando a sus antiguos compañeros de partido, y tampoco pasará nada.

Todo ello dice bastante poco de la sociedad civil existente —o más preciso: inexistente— en España y de la habilidad de Pedro Sánchez para normalizar el quebrantamiento del Estado de derecho, la mentira y la corrupción como daños inevitables de la acción política. Una filosofía resumida en aquella expresión, "hacer de la necesidad virtud", que condensa todos los atributos del sanchismo: confundir el interés particular con el general y la amoralidad con la audacia. Unos atributos que hacen que, incluso después de la que ha caído, todavía haya gente ilustrada —bastante más de la que nos imaginamos— que asegura que, si hubiera hoy elecciones generales, Sánchez volvería a ser presidente.

Así es el plan de Moncloa…

La estrategia de la fontanería monclovita se sustenta en las últimas encuestas que, a pesar de confirmar una victoria clara de la derecha, constatan una caída del PSOE menor de la esperada. Una caída más ambiental que estructural, con una pérdida de votos que no se corresponde con la ganancia del resto de formaciones.

De estos datos se deduce que los votos perdidos, lejos de caer en las redes de un PP moderado, han ido mayoritariamente a la abstención. Y si esto sucede ahora, cuando las generales aún se muestran lejanas en el horizonte, la posibilidad de darle la vuelta a la tortilla gracias al factor tiempo y al miedo a la ultraderecha se percibe como verosímil. La estrategia de Moncloa, en este sentido, parece meridianamente clara.

Foto: Imagen de archivo de Sánchez y Rutte. (EFE/Malton Dibra)

1.- 'David' Sánchez contra 'Goliat' Trump

Jugar con la geopolítica como táctica de defensa interna. Lo lleva haciendo desde el principio. Sánchez no es profeta en su tierra e intenta serlo allende nuestras fronteras. Su cruzada en la OTAN permite a Moncloa lucir palmito internacional, en un momento en el que abundaban los epitafios del presidente español en la prensa foránea. El Gobierno asegura que ha llegado a un acuerdo con la Alianza Atlántica para no tener que gastar el 5% del PIB en Defensa que marcaba el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Una supuesta excepción ibérica que no es tal.

Fuentes de la OTAN aseguran no entender las maniobras de España al más puro estilo Frank Underwood, llevando las negociaciones al extremo. En Moncloa, sin embargo, lo entienden perfectamente: cambiar la conversación. Que hablemos de Sánchez como el David antisistema que se enfrenta a Goliat Trump y a Goliat Netanyahu. Que nos olvidemos de Cerdán.

Foto: El exministro José Luis Ábalos , tras el registro de su vivienda en Valencia. (EFE)

2.- Autodestrucción del partido

Pedro Sánchez pretende calcar el guion de las generales de julio de 2023: incendiar el sistema para luego presentarse como el único bombero disponible. Lo hizo entonces y funcionó. Esta vez, no se trata de arriesgar tanto el partido como de tirarlo entero por la borda. La consigna es clara: salvar al líder, aunque no quede partido que liderar. Un plan que pasa, paradójicamente, por perder. Cuanto peor le vaya al PSOE en los territorios, más gobiernos del PP con Vox en coalición, y más radicalismo visible, más miedo al ogro, más "o yo o el caos". Comunidad Valenciana, Castilla y León… basta juntar las piezas para montar el relato. Sánchez como el mal necesario.

3.- El problema está "encapsulado"

Es el nuevo mantra. La corrupción, nos dicen, está "encapsulada". Se reduce a dos garbanzos negros: Cerdán y Ábalos. Laminados. Apartados. Nadie sabe quiénes son. Unos señores que pasaban por allí. Nada más acabar la rueda de prensa en Ferraz, Sánchez intentó convencernos de que Cerdán, su secretario de organización, no era su hombre de confianza, ni miembro del clan del Peugeot, sino un figurante. El objetivo: elevar el umbral del escándalo a la financiación irregular, como si las investigaciones previas de la UCO fueran inocuas. La responsabilidad del secretario general será cero siempre y cuando no aparezca una caja con sobres y la etiqueta "pepuntosánchez", Rufián dixit

Foto: Pedro Sánchez y Zapatero en el Congreso Federal del PSOE. (Europa Press) Opinión
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4.- Ofensiva a partir de septiembre

El plan maestro, barruntan en Moncloa, comenzará tras el verano. Una operación quirúrgica sobre las instituciones. Primero, mayor control de la judicatura, colocar a los míos, reformar la Ley de Enjuiciamiento Criminal para que la instrucción pase a la Fiscalía, es decir, a Álvaro García Ortiz, ese señor que está a un paso de sentarse en el banquillo por revelación de secretos; segundo, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, reestructurar, ascender o exiliar a los mandos incómodos; tercero, teledirigir aún más RTVE, reforzar el relato, empapelar las pantallas con épica y "democracia avanzada"; cuarto, la narrativa, la segunda ofensiva del Plan de Acción Democrática (más conocido como Plan Begoña), con medidas para regular el secreto profesional de los periodistas y combatir la desinformación. Todo, claro está, en nombre de la regeneración democrática.

5.- Don Teflón y sus teflonitos

Los socios, mientras tanto, asienten con la cabeza gacha. No por respeto institucional, sino por puro cálculo. Cuanto más débil esté Sánchez, más dependiente será de ellos. Y más podrán rascar. ERC, Bildu, Junts, PNV, Sumar… todos están encantados con su amoralidad. Por eso acuden a Moncloa como si fuera una ronda de investidura permanente. Una piñata en la que cada uno busca su trozo antes de que todo reviente.

… Y por qué el plan no va a funcionar

Esto es lo que dice la teoría. La realidad, sin embargo, se impone a los experimentos de laboratorio. De los protagonistas de Manual de resistencia, la mayoría está imputada o desaparecida. Ni siquiera se salva Begoña Gómez. Solo queda él. Y su baraka, parece agotada. Aquí algunos indicios que aventuran el final del sanchismo:

1.- Los que faltan por tirar de la manta

El tsunami de corrupción no se detiene en Santos Cerdán. Ahí está María Jesús Montero, la vicepresidenta multiárea, que se quema las manos por sus subordinados con la eficacia de una soldadora MIG. Aldama señaló a su jefe de gabinete, Carlos Moreno, por haber cobrado presuntamente una comisión de 25.000 euros a cambio de un favorcillo fiscal. Vicente Fernández Guerrero, ex de la SEPI y hombre de confianza de Montero, aparece vinculado a Servinabar 2000, la empresa corrupta de Cerdán.

También suenan Ángel Víctor Torres y Francina Armengol. Suma y sigue. En este PSOE del "no me consta", el "todos sabían" empieza a ser el ruido de fondo.

2.- La nueva banda sonora del 8-M

—"La Carlota se enrolla que te cagas"
—"Y la colombiana nueva"
—"Ariatna y Carlota… y a tomar por culo"

No es el guion de una comedia chusca. Son secretarios de organización del PSOE hablando de mujeres como si fueran tapas de bar. Estas grabaciones, cortesía de la UCO, deberían bastar para cancelar toda pretensión feminista del sanchismo durante las próximas tres décadas. Pero ahí seguirán, manifestándose el 8-M con pancartas de "ni una menos", mientras respaldan al partido del machismo estructural. ¿Regeneración? ¿O estamos hablando de otra cosa? Una losa que hace un daño medular en el PSOE y tardará en ser olvidada entre los votantes.

3.- El regreso de Iglesias

Y luego está él. El eterno retornante. Pablo Iglesias no tiene ningún incentivo para sostener a Sánchez. Al contrario. Juega mejor a la contra. La sentencia de la legislatura ya está escrita: "Ha llegado a su fin", dijo Ione Belarra. Iglesias se frota las manos ante la perspectiva de enterrar a Yolanda Díaz y volver a convertirse en referente de la izquierda.

Según las encuestas, Podemos sacaría 8 diputados y Sumar solo 5. La debacle de Díaz se presume antológica. Iglesias, el resucitado, aspira a capitalizar la ruina de todos los demás.

Se dice que la corrupción no desgasta. Que no erosiona. Que la gente ya está vacunada. Mentira. Es la gota malaya. Poco a poco. Cuestión de tiempo. Estamos asistiendo a los minutos de la basura del sanchismo. No sabemos si serán cinco, veinte o toda la prórroga. Pero serán catastróficos. Para el PSOE. Y para España.

Entró la UCO en Ferraz, sancta sanctórum del socialismo, en busca de nuevas pruebas sobre la corrupción de la cúpula y posible financiación ilegal, y no pasó nada. Las previsiones apuntaban a altas temperaturas, así que, ante semejante bochorno, los españoles prefirieron coger el coche e irse el fin de semana a la sierra o la playa —que la economía va bien, según el Gobierno— y allí tomarse unos tintos de verano y olvidarse de la política y la polarización. Este lunes, declarará Ábalos en el Supremo, posiblemente cante la Traviata, apuntando a sus antiguos compañeros de partido, y tampoco pasará nada.

Pedro Sánchez Caso Koldo García José Luis Ábalos
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