El regreso de Alberto Nadal sacude los cimientos de Génova
Nadal es un TECO de prestigio y proyección internacional, que cuenta con una red de contactos del más alto nivel, de uno y otro color ideológico, que debería ser tenido como un activo, pero suscita suspicacias
Alberto Nadal durante su etapa de secretario de Estado de Presupuestos. (EFE)
No hay mejor síntoma de que Feijóo ha acertado con el nombramiento de Alberto Nadal (Madrid, 55 años) como futuro responsable de Economía del PP que las críticas recibidas a diestra y siniestra, de los rivales políticos, pero también de los próximos, esto es, del conocido como fuego amigo, con el objeto de desactivarlo antes incluso de poner un pie en España.
El líder de los populares podía haber optado por el camino fácil —un perfil ya instalado en Génova—, pero decidió repescar a alguien que se había ido, un nombre con experiencia y reconocimiento contrastado que ostentará todo el poder en el área económica y, por ende, tendrá que pisar algunos callos. No se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos y aquí, en el PP, hay que romper unos cuantos.
Nadal regresará a la primera línea política tras siete años en Washington. Lo hará como vicesecretario de Economía y Desarrollo Sostenible del PP, nombramiento que será efectivo a partir de septiembre de 2025. Todos los asuntos económicos y energéticos pasarán por sus manos.
Esta elección supone el gozo en el pozo para quienes especulaban con la posible incorporación del exgobernador Hernández de Cos en un futuro gobierno popular. La elección de Nadal es irrevocable. Juan Bravo seguirá también como vicesecretario y se encargará de las áreas de Hacienda y Vivienda, dos ítems igualmente sensibles para la formación conservadora.
No se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos y aquí, en el Partido Popular, hay que romper unos cuantos
La política española, muy dada a los golpes bajos y las conspiraciones de despacho, ha encontrado en el caso Montoro un filón de argumentos para arremeter contra el Partido Popular y, como el Pisuerga pasa por Valladolid, contra el todavía fresco fichaje de Alberto Nadal. A la espera de que la justicia se pronuncie sobre la responsabilidad penal del exministro de Hacienda, lo cierto es que su relación con Equipo Económico, la firma asesora que él mismo fundó y que se sitúa en el epicentro de la investigación, es de todo menos estética y lo deja en una posición comprometida.
Montoro ha sido imputado por haber favorecido ilegalmente a empresas gasistas durante su mandato. Nadal ocupó el cargo de secretario de Estado de Energía entre 2012 y 2016, justo cuando se aprobaron modificaciones fiscales que favorecieron a las compañías que ahora están en el ojo del huracán. Posteriormente, entre 2016 y 2018, ejerció como secretario de Estado de Presupuestos bajo la dirección directa del propio Montoro.
La relación de Nadal con el caso resulta, cuando menos, lejana, pero proporciona gasolina para un PSOE que necesita que la corrupción cambie de bando para lograr algo de resuello. Especialmente, al inicio de un curso que se presume embarrado (el fango, pero el de verdad, llegará a partir de septiembre). Nadal se entendía con Montoro, pero la conexión está lejos de la complicidad que algunos quieren atribuirle. La austeridad del ministro chocaba de continuo con las necesidades presupuestarias de Nadal.
La relación de Nadal con el caso es, cuando menos, lejana, pero da gasolina a un PSOE que necesita que la corrupción cambie de bando
Con todo y con eso, las críticas de los socialistas a la utilización personalista que Montoro pudiera hacer de su posición en el Ejecutivo producen sonrojo. Si bien es cierto que el exministro se vio obligado, por motivos de la coyuntura, a resucitar a una por entonces alicaída Agencia Tributaria y convertirla en una auténtica máquina de recaudar dinero, con tácticas intimidatorias, en ocasiones rayanas en la extorsión, quien más y mejor ha desarrollado esta estrategia de persecución fiscal ha sido la actual ministra del ramo, María Jesús Montero. Basta con que pregunten a algunos de los empresarios que se han posicionado contra el Gobierno de Sánchez, o que han levantado la voz contra algunas de sus medidas, o se han atrevido a trasladar su sede fiscal a los Países Bajos.
Aparte de Montoro, otra mácula que intentan verter sobre la testa de Nadal es la buena sintonía que mantiene con algunos economistas socialistas, incluido el actual gobernador del Banco de España, el exministro José Luis Escrivá, un señor al que se le puede criticar por ser juez y parte, pero al que no se le pueden negar conocimientos técnicos.
Nadal es un TECO de prestigio y proyección internacional, que actualmente desempeña un rol clave en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y que, por mor de todo ello, cuenta con una red de contactos nacionales e internacionales del más alto nivel, de uno y otro color ideológico, que debería ser tenido como un activo, pero que, en determinados ámbitos, suscita suspicacias. Quizá, malician algunos, porque estos puentes de amistad con la parte contraria puedan llevar a políticas melifluas en un momento que requiere coger el toro por los cuernos y realizar reformas y transformaciones económicas de calado.
La también economista Eva Valle, esposa de Nadal, trabajaba como directora general de Relaciones Institucionales del Banco de España bajo las órdenes del gobernador. Dimitió de su cargo el 14 de julio de 2025, alegando "razones personales sobrevenidas e ineludibles", una decisión que se vinculó, lógicamente, con el nombramiento de su esposo en el PP para evitar conflictos de interés. El hecho cierto es que, antes del BdE, Valle tenía un puesto de nivel en el Banco Mundial y tuvo que regresar anticipadamente a España después de que Teresa Solbes, hija del difunto vicepresidente económico, Pedro Solbes, se lo arrebatara. Quien quiera ver suspicacias, aquí tiene para dos tazas.
El futuro de Nadal no dependerá ni de Montoro, ni de las críticas del PSOE, ni del fuego amigo. El futuro de Nadal dependerá de la capacidad comunicativa del PP para desenmascarar el milagro económico actual, donde el Gobierno nos quiere vender como corcel lo que solo es una mula tuerta. Y como muestra de ello, abajo, el último gráfico sobre el trampantojo del salario de los españoles. Fuente, OCDE.
La herencia económica que nos deje el PSOE una vez abandone el poder será el germen de la desigualdad y conflictos sociales que, como siempre sucede, se comerá el próximo Gobierno. Para encontrar una salida, el PP tendrá que optar por medidas liberales alejadas del intervencionismo público actual y, por ende, huir de políticas anteriores, políticas en las que no se sabía dónde terminaban los socialistas y empezaban los populares, véase el caso del propio Montoro. Tampoco se pueden dejar llevar por Vox y su proteccionismo a lo Trump, que ofrecerían un camino paralelo pero igualmente peligroso. Los desafíos que se avecinan no pueden estar al albur de las necesidades parlamentarias, a las pruebas me remito, sino que obligan a ser valientes y pensar en el largo plazo.
El futuro de Nadal no está escrito en los papeles de Moncloani en las críticas internas. Está en el terreno de la política económica real, donde los discursos se disipan ante los números, y donde el PP tendrá que demostrar si sabe cortar el nudo gordiano de la crisis económica que nos están colando, mutatis mutandi, por la puerta de atrás.
No hay mejor síntoma de que Feijóo ha acertado con el nombramiento de Alberto Nadal (Madrid, 55 años) como futuro responsable de Economía del PP que las críticas recibidas a diestra y siniestra, de los rivales políticos, pero también de los próximos, esto es, del conocido como fuego amigo, con el objeto de desactivarlo antes incluso de poner un pie en España.