Nadie es perfecto
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'Operación Biden' en Valencia: por qué Joan Ribó necesita una Kamala Harris
Compromís tirará del único cartel con opciones de retener la alcaldía, Joan Ribó (74 años). La pregunta es quién le acompañará en la lista para sucederle si fracasa o decide no agotar la legislatura
Corría mayo de 2015 y las tres principales capitales españolas, Madrid, Barcelona y Valencia, viraban hacia la izquierda. Dos mujeres, Manuela Carmena y Ada Colau, y un hombre, Joan Ribó, habían dado la alternativa a alcaldes de derechas en un giro de mucha carga política en el caso de las capitales madrileña y valenciana, feudos tradicionales del Partido Popular. Además, ninguno de los tres era del PSOE, sino de movimientos surgidos fuera de sus márgenes o contestatarios del bipartidismo tradicional: Ahora Madrid, Els Comuns y Compromís.
Siete años después de aquella experiencia, solamente Valencia y Barcelona han dado continuidad al 'cambio'. Carmena ganó en 2019, pero sin apoyos suficientes para conservar la vara de mando, que tuvo que ceder al popular José Luis Martínez Almeida; Colau pudo repetir gracias al respaldo 'pragmático' de Manuel Valls, que buscaba evitar una alcaldía de ERC. Ribó fue el único que creció en concejales, sumando una nueva mayoría con los socialistas por una única acta de diferencia sobre PP y Ciudadanos.
De cara a 2023, y a un año exacto de las próximas municipales, todas las señales apuntan a resultados todavía más ajustados y a un posible fin de ciclo de los 'alcaldes del cambio'. La última encuesta conocida en Barcelona, publicada por 'El Nacional.cat', señala un sorpaso del PSC de Jaume Collboni a Colau, si bien los republicanos de Ernest Maragall volverían a ser primera fuerza.
No hay demoscopia reciente para Valencia ciudad más allá de los datos que transmiten los partidos. Los populares aseguran estar en disposición de sumar con Vox para que la conservadora María José Catalá asalte el despacho de la Plaza del Ayuntamiento. Los socialistas de Sandra Gómez auguran algo cercano al empate técnico con Compromís y sueñan con disputar la alcaldía en una nueva coalición, de la que es conocida la relación más que tensa entre los integrantes de la Junta de Gobierno local. En definitiva, todo parece estar abierto ante la próxima cita con las urnas.
Pero en ese escenario de incertidumbre electoral sí hay una certeza compartida por todos. Las opciones de Compromís de conservar la alcaldía pasan necesariamente por presentar de nuevo a Joan Ribó como cabeza de lista ante la ausencia de liderazgos alternativos en la coalición valencianista con suficiente tirón electoral en al ciudad. El actual alcalde aseguró esta misma semana que anunciará si pelea por un tercer mandato "antes de acabar el verano", pero la decisión está prácticamente tomada. Pese a las dudas y las presiones familiares, Ribó encabezará la lista si no hay sorpresas.
El problema para Compromís es quién dará el relevo si su candidato fracasa o decide dar un paso al lado antes de terminar la legislatura y disfrutar de su tardía jubilación. Ninguno de los nombres que hay encima de la mesa (Papi Robles, Sergi Campillo…) parece cumpir el perfil de la Kamala Harris que necesita Joan Ribó para completar su lista y guiar el camino futuro de la coalición. Porque, salvando mucho las distancias en la comparación, igual que los demócratas americanos apostaron por la veteranía de un septuagenario Joe Biden (79 años) como única carta con posibilidades de sacar a Donald Trump de la Casa Blanca en Estados Unidos, Compromís no ha aprovechado las casi dos legislaturas para fabricar nuevos cuadros con empuje y conocimiento como para tomar el relevo con ciertas garantías. El mejor plan B, aunque ella nunca quiso, era recurrir a Mónica Oltra.
Mal que le pese a Compromís, la razón de la idoneidad del cartel está más en que se trata de un candidato que genera escaso rechazo antes que en la percepción de que vaya a representar un proyecto ilusionante y de futuro para los próximos años. No por falta de voluntad o edad, sino por lo que él mismo ha transmitido. En estos tiempos líquidos y polarizantes, haber logrado ser ajeno a la melé del barro político emerge como gran valor. Hay una frase que se atribuye a Juan Roig (Mercadona) que dice que "el fin de semana comienza el sábado por la tarde". No es el caso de Ribó. A sus 74 años, el primer edil valenciano ha mantenido casi desde su primera designación un perfil más bien bajo, poco dado a la sobreexposición clásica de alcaldes más populistas. No agenda comidas de trabajo, respeta a rajatabla los descansos, huye de los charcos.
En sus siete años de alcalde ha sobrevolado por encima de las polémicas de sus concejales. Y no es por falta de equis en la casilla del debe: advertencias de Antifraude en procedimientos de contratación; complicidad con los movimientos antisistema y los márgenes electorales en perjuicio del interés general (PAI de Benimaclet), ausencia de diálogo transversal con el área metropolitana para consensuar las soluciones a la movilidad, déficits en permeabilidad a la crítica…
Valencia, eso sí, se ha consolidado como unos de los destinos de turismo urbano más interesantes de España y aparece en varias clasificaciones como una de las mejores ciudades para vivir.
Todo le sale bien a Bertomeu
Si no hay sorpresas, el Consejo de Ministros dará luz verde en las próximas semanas al crédito de 103 millones de euros solicitado a la SEPI por la aerolínea valenciana Air Nostrum dentro del plan de rescate de empresas habilitado por el Gobierno con motivo de la pandemia. La inyección de fondos permitirá a la compañía, que ya ha recuperado gran parte de su normalidad en rutas e ingresos, aliviar sus tensiones de tesorería, atender los compromisos aplazados con sus acreedores financieros e, incluso, recuperar proyectos de expansión prepandémicos, como la fusión con la irlandesa CityJet, si es que queda algo que fusionar de esta aerolínea regional, que quebró como consecuencia de los confinamientos.
Tras unos ejercicios en los que su compañía aérea estuvo contra las cuerdas por el coronavirus, todo parece salirle bien al presidente de Air Nostrum, Carlos Bertomeu. Especialmente desde que comenzó a fraguar la venta de la mayoría del capital del Instituto Valenciano de Infertilidad de sus amigos los doctores José Remohí y Antonio Pellicer. Bertomeu es el cerebro financiero de una operación que va a empujar directamente a los fundadores del IVI a los primeros puestos de la lista Forbes de fortunas españolas. Casi 3.000 millones de valoración para una empresa multinacional de clínicas de fertilidad que partía de unos 1.500 millones de euros y ha terminado por duplicar su valor en la puja de fondos de inversión organizada por Morgan Stanley y Arcano.
Si lo que querían Pellicer y Remohí, que también tienen participación en Air Nostrum, era encarar su jubilación con la tranquilidad de legar a sus herederos dos generaciones de vidas solucionadas, ahora podrán hacer eso y mucho más. Y Bertomeu, que poseía sobre el 3,5% del IVI, se lleva un buen bocado como asesor y como accionista. Suficiente para seguir volando sin prisas sea cual sea el destino de su aerolínea.
Corría mayo de 2015 y las tres principales capitales españolas, Madrid, Barcelona y Valencia, viraban hacia la izquierda. Dos mujeres, Manuela Carmena y Ada Colau, y un hombre, Joan Ribó, habían dado la alternativa a alcaldes de derechas en un giro de mucha carga política en el caso de las capitales madrileña y valenciana, feudos tradicionales del Partido Popular. Además, ninguno de los tres era del PSOE, sino de movimientos surgidos fuera de sus márgenes o contestatarios del bipartidismo tradicional: Ahora Madrid, Els Comuns y Compromís.