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Hay toros matando gente por las calles valencianas en el nombre de la tradición
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Víctor Romero

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Hay toros matando gente por las calles valencianas en el nombre de la tradición

El arraigo popular de los ‘bous al carrer’ no justifica ni los riesgos por la presencia de menores ni las muertes que cada verano se repiten en los pueblos

Foto: Un joven esquiva a un toro en Sueca. (EFE)
Un joven esquiva a un toro en Sueca. (EFE)

Siete personas han muerto ya en las calles de pueblos valencianos por embestidas de toros en el marco de los festejos conocidos como ‘bous al carrer’. Muchas más han resultado heridas. La acumulación de incidentes y fallecimientos ha obligado a la Conselleria de Justicia a convocar de manera extraordinaria la Comisión Consultiva de Festejos Taurinos Tradicionales con el fin de estudiar nuevas recomendaciones de seguridad. Para las víctimas en Vallada, Almedíjar, Beniarbeig, Denia, Meliana o Picassent ya es tarde. ¿Se imaginan qué hubiera ocurrido si siete pasajeros del tren que se adentró en las llamas del incendio de Bejís hubiesen perdido la vida? Tendríamos un buen circo montado exigiendo responsabilidades que, sin embargo, se dejan correr mientras se acumulan en los cementerios cuerpos atravesados por astas taurinas.

Foto: Celebración de 'bous a la mar' en Denia. (EFE/Natxo Frances)

La adrenalina del festejo es adictiva. Tuve la ocasión de comprobarlo un par de veranos hace unas cuantas primaveras. La combinación entre miedo y fascinación por el animal es excitante. Incluso a muchos metros del astado, como fue mi caso. Tonterías las justas. El problema es que ni en los toros que se sueltan a plena luz del día en las calles de muchos pueblos ni en los que se ‘embolan’ cuando ya ha caído el sol, hay ningún filtro en los participantes. Esta fiesta no va de recortadores profesionales y un público que aplaude tras las barreras y los ‘cadafals’. Cualquiera puede lanzarse a desafiar los reflejos del animal, que embiste más por autodefensa que por ataque. Si ese aventurerismo se combina con el alcohol que riega las fiestas populares, tienen el escenario idóneo para la tragedia.

Esta fiesta no va de recortadores profesionales. Cualquiera puede desafiar los reflejos del animal

‘Embolar’ un morlaco de 400 kilos no es ir el domingo a Mestalla a ver el fútbol y chillarle a Peter Lim. Para quien lo desconozca, en esta versión el toro sale del camión del ganadero atado con una cuerda de la que estiran los peñistas para intentar atraparlo en un pilón de madera anclado al suelo de la plaza. Cuando la cabeza está inmovilizada, se prenden las dos bolas empapadas de queroseno. Mientras uno o dos estiran al animal de la cola para impedirle maniobrar, otra persona corta la cuerda y sale corriendo. A partir de ese momento, la diversión consiste en esquivar a un toro con los cuernos en llamas. Es el ‘bou embolat’.

La imagen de un padre empujando a su hijo de diez años a encender al astado en Náquera revela el nivel de irresponsabilidad al que han llegado algunos. ¿Y si en ese momento el toro se hubiera deshecho del nudo que lo amarraba al pilón? ¿Y si un golpe de cornamenta hubiera alcanzado al menor? Un adulto es libre de asumir los riesgos que quiera, incluso el de la muerte. Un niño hace lo que dice su mayor, su padre en este caso, porque confía en él.

La apelación al arraigo de la tradición y la cultura no justifica ni los accidentes mortales como elementos más o menos inevitables ni la presencia de niños (sobre el papel no pueden acceder a los recintos menores de 16 años) en una actividad de alto riesgo, por más empeño que haya en algunos padres por hacer partícipes a sus retoños y transmitirles cuanto antes la afición.

Foto: Festejos de 'bous al carrer' Nules (Castellón). Foto de archivo. (Ayuntamiento de Nules)

Como siempre, la política no ha sido ajena a esta polémica. La aparición de grupos animalistas que periódicamente denuncian el maltrato a los vacunos (cierto en muchos pueblos, se diga lo que se diga) ha reafirmado a los peñistas, que temen por el futuro de su tradición. Formaciones como Vox han encontrado en muchas de estas peñas un caldo de cultivo perfecto para infiltrar su discurso de la afición taurina como elemento troncal de la identidad patria. 'Panya', que canta Zoo.

La Federación de Peñas va camino de convertirse en nuestra particular Asociación del Rifle

La decisión del equipo de gobierno municipal de Tavernes de la Valldigna, de no autorizar una plaza portátil de ‘bous al carrer’ este mes de septiembre por entender que es un "maltrato animal flagrante", que va “en contra de la evolución de la sociedad”, ha tenido como respuesta la ya clásica colección de referencias al “social-comunismo” y el intento de situar determinadas decisiones poco menos que en posiciones antipatriotas. El alcalde Sergi González (Compromís) dice que han hecho lo que pocos se han atrevido a hacer.

Foto: Foto: EFE/Kai Försterling

El debate abierto y sosegado sobre la seguridad de los participantes y el bienestar animal apenas existe. Lo que existe es una guerra cultural en toda regla. Cada nueva medida restrictiva en materia sanitaria o de seguridad se aplica a regañadientes y con la resistencia de muchos de los organizadores. O porque exige un desembolso económico o porque se interpreta como un palo en la rueda de la continuidad de la tradición.

Y como en toda guerra los espacios de consenso e intermedios se difuminan en favor de las posiciones más polarizadas. La Federación de Peñas Taurinas de la Comunidad Valenciana se ha convertido en un ‘lobby’ muy potente que defiende a cara de perro su tradición y al que alcaldes y responsables de la Generalitat temen enfrentarse. En algunos aspectos, va camino de ser nuestra particular Asociación Nacional del Rifle. Todos los años pierde la vida gente en las travesías de los pueblos, pero nadie se cuestiona en serio si tiene sentido permitir que cualquiera pueda exponerse a una cornada mortal como la que atravesó el tórax de una mujer de 73 años en Beniarbeig (Alicante). Que le pregunten a su familia.

Siete personas han muerto ya en las calles de pueblos valencianos por embestidas de toros en el marco de los festejos conocidos como ‘bous al carrer’. Muchas más han resultado heridas. La acumulación de incidentes y fallecimientos ha obligado a la Conselleria de Justicia a convocar de manera extraordinaria la Comisión Consultiva de Festejos Taurinos Tradicionales con el fin de estudiar nuevas recomendaciones de seguridad. Para las víctimas en Vallada, Almedíjar, Beniarbeig, Denia, Meliana o Picassent ya es tarde. ¿Se imaginan qué hubiera ocurrido si siete pasajeros del tren que se adentró en las llamas del incendio de Bejís hubiesen perdido la vida? Tendríamos un buen circo montado exigiendo responsabilidades que, sin embargo, se dejan correr mientras se acumulan en los cementerios cuerpos atravesados por astas taurinas.

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