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Teresa Ribera, de 'sherpa' de Sánchez en Bruselas a piedra en el zapato de Ximo Puig
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Víctor Romero

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Teresa Ribera, de 'sherpa' de Sánchez en Bruselas a piedra en el zapato de Ximo Puig

El barón socialista avisó al líder del PSOE y a Santos Cerdán del daño electoral del plan de la ministra para el Tajo-Segura. Pero el éxito del tope ibérico la ha blindado a ojos de Moncloa

Foto: La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE)
La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE)
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Mucho se ha escrito sobre la ruptura a lo Shakira y Piqué de Pedro Sánchez y el que durante un tiempo fue su hombre de confianza en el PSOE, José Luis Ábalos. Pero en clave de decepciones emocionales (y políticas) puede que rivalice en intensidad estos días con la del actual delegado del Gobierno en la Región de Murcia y secretario general de los socialistas en esta autonomía, José Vélez. Pepe, para los más cercanos, seguro que se está acordando mucho de cuando organizaba autobuses y montaba actos para su amigo Pedro en las primarias internas. Teresa Ribera, la ministra de Transición Ecológica de Gobierno que encabeza el político al que ayudó en su tierra, acaba de mandar al cubo de la basura su campaña para las elecciones autonómicas murcianas con su propuesta de recortes en el trasvase Tajo-Segura.

Lo de Murcia, un territorio controlado desde hace lustros por el Partido Popular, no es aislado. Llueve sobre mojado en el caso de la Comunidad Valenciana porque el pulso del trasvase tiene entre las provincias damnificadas a Alicante, feudo ahora del popular Carlos Mazón y circunscripción trampolín del conservador para asaltar el Palau de la Generalitat.

El Gobierno ya cometió la ¿torpeza? de no bascular las medias provinciales en el reparto de inversiones de los Presupuestos Generales del Estado, dando carnaza al discurso de agravio de los populares; y tampoco fue empático en la designación de sedes de las nuevas agencias estatales (la Espacial y la de Inteligencia Artificial) a las que optaban Elche y Alicante. Prefirió apostar sobre seguro para amarrar Sevilla y A Coruña, dos ciudades ya gobernadas por el PSOE en territorio autonómico del PP.

Foto: Acueducto del trasvase Tajo-Segura. (EFE/Morell)

Pudo tener su lógica la elección, si es que se hizo en clave estrictamente política. Pero sumar el asunto del estrechamiento del Tajo-Segura, no ha hecho sino alimentar la tesis de la ausencia total de sensibilidad del Ejecutivo hacia el sur valenciano, determinante en las próximas elecciones autonómicas, con el 37% del censo y 35 de los 99 escaños en liza.

Lo que sorprende es que hayan sido del todo infructuosos los avisos que Ximo Puig hizo llegar en persona tanto a Pedro Sánchez como al secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, con quien el barón socialista almorzó el pasado 16 de diciembre en Valencia, el día antes del mitin que el presidente del Gobierno protagonizó para empujar a la candidata de las municipales Sandra Gómez. A estas alturas ya no se sabe si Sánchez suma o resta a sus barones, pero en teoría Puig y Santos aprovecharon entre plato y plato para prometerse respaldo recíproco y para limar la batería de reproches mutuos que se habían ido amontonando entre Moncloa y Valencia, con el encontronazo de la reforma fiscal como guinda.

Dos cosas pidió el barón socialista a Cerdán y también a Sánchez: ayuda al sector cerámico de Castellón y que no se tocase el Tajo-Segura hasta después de las elecciones. El tema es lo suficientemente complejo, con múltiples aristas técnicas, sociológicas y económicas, como para no abordarlo de forma integral y sosegada, desde luego no a cuatro meses de una cita con las urnas en los territorios afectados.

Foto: Pedro Sánchez y Ximo Puig, en un acto de campaña de las generales de 2019. (EFE) Opinión

El presidente del Gobierno respondió con una batería de nuevas subvenciones a la industria gasintesiva, cuya concreción sigue generando dudas entre las empresas azulejeras. Pero la decisión de Teresa Ribera de mandar al Consejo de Estado un proyecto de Plan Hidrológico del Tajo sin las medidas de revisión del caudal ecológico que se reclamaban desde Valencia, Murcia y Almería ha sido leída como un claro desprecio en las filas del PSPV-PSOE. Del PSOE murciano ya para qué hablar.

Visto que Ribera va a su aire y que Moncloa no ve o no quiere ver (hay quien ya ha comenzado a circular la tesis de que Sánchez prefiere perder Valencia el 28-M que sufrir un sorpasso popular en las generales de diciembre en los escaños de Castilla-La Mancha), Puig ha decidido dejarse de medias tintas y dar la batalla hasta el final, con la vía judicial como próxima estación si no resulta la de las alegaciones al Consejo de Estado. Por "tierra, mar y aire", dijo la consellera valenciana de Agricultura, Isaura Navarro, de Compromís. Lo llaman sacar perfil, pero podría haberse evitado.

Yo me inclino por pensar, lejos de tanta tinta gastada en conspiraciones, que Ribera nunca ha sido amante del trasvase, que tarde o temprano iba a imponer su visión conservacionista, importándole un carajo las consecuencias económicas (y electorales) de la decisión, y que ha visto que ahora era el mejor momento posible para ejecutar la liquidación. Ribera ha sido la sherpa de Sánchez en la escalada europea contra los precios de la electricidad y disfruta de una luna de miel con Moncloa gracias al éxito obtenido con las propuestas energéticas arrancadas en Bruselas, con la excepción ibérica como gran trofeo.

Cuando te sabes fuerte en la jungla capitalina, todo lo ajeno al círculo de la M-30 se ve mucho más lejos. Con compañeros así de solidarios, quién quiere enemigos políticos. Que le pregunten a María Jesús Montero, que se desgañitaba reclamando una nueva financiación desde la Consejería de Hacienda en Andalucía y ahora no quiere saber nada de abrir ese melón. Suma y sigue.

Mucho se ha escrito sobre la ruptura a lo Shakira y Piqué de Pedro Sánchez y el que durante un tiempo fue su hombre de confianza en el PSOE, José Luis Ábalos. Pero en clave de decepciones emocionales (y políticas) puede que rivalice en intensidad estos días con la del actual delegado del Gobierno en la Región de Murcia y secretario general de los socialistas en esta autonomía, José Vélez. Pepe, para los más cercanos, seguro que se está acordando mucho de cuando organizaba autobuses y montaba actos para su amigo Pedro en las primarias internas. Teresa Ribera, la ministra de Transición Ecológica de Gobierno que encabeza el político al que ayudó en su tierra, acaba de mandar al cubo de la basura su campaña para las elecciones autonómicas murcianas con su propuesta de recortes en el trasvase Tajo-Segura.

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