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El gran desquite del zaplanismo
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Víctor Romero

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El gran desquite del zaplanismo

Cuadros afines al exministro Eduardo Zaplana que fueron víctimas de la cruenta guerra interna con Francisco Camps vuelven hoy a la primera línea política con Carlos Mazón

Foto: Carlos Mazón y la vicepresidenta del Consell, Susana Camarero.
Carlos Mazón y la vicepresidenta del Consell, Susana Camarero.
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Hace falta peinar unas cuantas canas para recordar aquella portada de El Mundo de 2005 en la que, en plena ofensiva de una parte del PP y los sectores más reaccionarios de la Conferencia Episcopal Española contra la ley del matrimonio gay de José Luis Rodríguez Zapatero, un diputado autonómico popular valenciano salía del armario en público, reconocía su homosexualidad y pedía a su partido abrir una reflexión interna sobre su posición política. Felipe del Baño había ejercido de asesor en la Presidencia de la Generalitat con Eduardo Zaplana hasta que, en 2003, fue incluido en la lista a las Cortes Valencianas coincidiendo con la marcha de su mentor como ministro del Gobierno de José María Aznar y el pase del testigo a Francisco Camps.

Para quienes se iniciaron en la política de la mano del político afincado en Benidorm, hoy a la espera de juicio por el caso Erial, la sucesión de Camps fue especialmente traumática. Orillados, apartados y marginados en castigo por su fidelidad zaplanista, un buen puñado, los que decidieron no cambiar de bando para preservar la nómina pública, fueron víctimas de la cruenta batalla interna por el poder en el PP valenciano que libraron los dos expresidentes y en la que Camps impuso su ley hasta que el caso Gürtel se lo llevó por delante.

Foto: Susana Camarero, vicepresidenta segunda de la Generalitat. (EFE7J.P.Gandul)

Ese fue el caso de Felipe del Baño. Muchos de ellos acaban de regresar a la primera línea, rescatados por el nuevo responsable de la Generalitat, el popular Carlos Mazón. El zaplanismo new age se llama ahora mazonismo. El barón popular también se inició en la política de la mano de Zaplana, como director general del Instituto Valenciano de la Juventud. Llegó recomendado por su verdadera mentora, la diputada en el Congreso Macarena Montesinos, íntima del exejecutivo de Telefónica al nivel de invitada de los cruceros por el Mediterráneo investigados en Erial.

Apartado como Del Baño, Mazón recaló en 2007 como concejal en Catral, la pequeña población del sur de Alicante, y en 2009 asumió la gerencia de una casi quebrada Cámara de Comercio de Alicante, que le tocó reflotar quemando rueda pueblo por pueblo en busca de ingresos con su inseparable Santiago Lumbreras como jefe de gabinete, hoy uno de los hombres fuertes en Presidencia, recién nombrado secretario autonómico de Relaciones Institucionales.

De talante e ideología liberal casi todos ellos, mucho menos conservadores y más pragmáticos que la democracia cristiana campsista, aunque abonados al hipercontrol, algunos de aquellos zaplanistas de primera hora, ahora mazonistas, llevan en su retorno a la vida pública el bonus de mejor estatus del que dejaron. Del Baño fue nombrado el pasado viernes comisionado para la Lucha contra la Violencia contra la Mujer tras una travesía del desierto que, con Camps en el poder y en los ocho años de Botànic, le llevó a ocupar un puesto de concejal en su pueblo, San Antonio de Benagéber, y ejercer como abogado especializado en defensa animal y colaborando en el despacho de Asunción Quinzá, letrada defensora de la exportavoz de Zaplana, Alicia de Miguel, en la causa que juzga a Camps en la Audiencia Nacional.

Foto: Carlos Mazón y el vicepresidente de la Generalitat, Vicente Barrera. (EFE/Pablo Miranzo)

Quinzá también ha vuelto a la Administración autonómica como secretaria autonómica de Igualdad. Su puesto se enmarca en la estructura de la Vicepresidencia segunda y Conselleria de Igualdad de Susana Camarero, la mujer fuerte del nuevo Consell, quien también se inició en la política y fue promovida como parlamentaria por Eduardo Zaplana.

Pero si hay un nombramiento que representa mejor que ninguno el gran desquite zaplanista es el del conseller de Sanidad, Marciano Gómez. El nuevo conseller era la apuesta de Mazón desde el principio. Le costó convencerlo, pues viene de superar un cáncer. Hasta ahora responsable de Gestión Clínica Médica en el Hospital La Fe de Valencia, Gómez es, probablemente, una de las personas que mejor conoce el departamento del que ha sido designado máximo responsable. Fue número dos del mismo durante las dos legislaturas de Zaplana, participó en la puesta en marcha del llamado 'Modelo Alzira' de externalización de la gestión de áreas de salud, que el Botànic ha revertido parcialmente, y se topó con la desconfianza de Camps y su primer conseller de Sanidad, Vicente Rambla, luego vicepresidente. Al más puro estilo campsista, lejos de destituirle cara a cara, fueron vaciando sus competencias hasta que el mismo Marciano Gómez presentó su dimisión en octubre de 2004 harto de desprecios. Ahora vuelve como número uno.

Es cierto que Mazón no ha hecho de su éxito electoral un instrumento de venganza interna. Al contrario. La mejor prueba de ello es la promoción de José Vicente Anaya. El alcalde de Ayora fue sparring del nuevo president en las primarias de su partido por la presidencia regional en una candidatura sin apenas opciones en la que todo el mundo vio la mano de Francisco Camps. Anaya ha sido nombrado director general de Gestión del Sistema Sociosanitario. Sin revanchas ni castigos. Como dijo una vez el propio Zaplana cuando se hizo con la Generalitat en 1995: tranquilos, habrá para todos.

Hace falta peinar unas cuantas canas para recordar aquella portada de El Mundo de 2005 en la que, en plena ofensiva de una parte del PP y los sectores más reaccionarios de la Conferencia Episcopal Española contra la ley del matrimonio gay de José Luis Rodríguez Zapatero, un diputado autonómico popular valenciano salía del armario en público, reconocía su homosexualidad y pedía a su partido abrir una reflexión interna sobre su posición política. Felipe del Baño había ejercido de asesor en la Presidencia de la Generalitat con Eduardo Zaplana hasta que, en 2003, fue incluido en la lista a las Cortes Valencianas coincidiendo con la marcha de su mentor como ministro del Gobierno de José María Aznar y el pase del testigo a Francisco Camps.

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