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Nadie es perfecto
Por
Carlos Mazón, un presidente 'pato cojo'
Feijóo está sometiendo al presidente de la Generalitat a un desdén que no se merece la institución que representa. Cuanto antes despeje el futuro, sea el que sea el cronograma, más respeto mostrará por los valencianos
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No es el quién. Es el cómo y el cuándo. Porque del cómo y el cuándo dependerá también el quién. Son legión quienes sostienen que Alberto Núñez Feijóo ya tiene claro el qué: relevar tarde o temprano a Carlos Mazón del liderazgo del Partido Popular en la Comunidad Valenciana. El líder gallego guarda silencio y deja correr la voz. El president de la Generalitat vive atrapado en la polémica gestión de la dana mortal del 29 de octubre del año pasado, sin que el paso del tiempo vaya atemperando la presencia en la agenda pública y mediática de los errores que se cometieron aquel día. La forma y el momento son las incógnitas por despejar.
Mazón es el comodín del público. No hay tertulia televisiva sin menú mazonista en el prime time. Pero ya no tiene el monopolio del desgaste. Ha comenzado a colectivizarlo. El barón alicantino se ha convertido en una molesta china en el zapato de los intereses futuros del jefe del PP y sus ambiciones monclovitas. “¿Por qué el PP no echa a Mazón? ¿Le faltan agallas a Feijóo?”, le soltó Pablo Motos a Carlos Alsina en El Hormiguero. Pablo Motos. A Carlos Alsina. En El Hormiguero. No era David Broncano haciendo las preguntas clásicas.
El recurso a la gestión de la dana es muletilla en las intervenciones del PSOE y sus socios para devolver pelotas a Feijóo. Que tú me reprochas mala praxis en el apagón del 28-A; yo te recuerdo la sobremesa y la tarde ciega de Mazón, con los 228 muertos en el 29-O. Que me hablas de Telefónica; te acuso de lanzármela para tapar la negligencia de Mazón. "Me encantaría saber los wasaps entre Feijóo y Mazón, sobre todo cuando el segundo estaba en El Ventorro”, verbalizó Gabriel Rufián en el Congreso a propósito de los mensajes privados entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos. Tablas en Cornellà.
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Génova maneja una patata caliente que no pierde temperatura ni la va a perder a medio plazo. En clave local, los sondeos internos de unos y otros señalan un empate técnico entre bloques. La Generalitat puede caer hacia la izquierda o hacia la derecha por uno o dos diputados en 2027. El denominador común en toda demoscopia es que hoy Mazón penaliza la papeleta del PP. No es un problema de sigla, sino de nombre. Por eso en las filas socialistas, que tampoco están para tirar cohetes, no se oculta que el mejor escenario para sus intereses es que el actual barón siga, que trate de pelear por una segunda legislatura. En el PSPV se saliva con la cara de Mazón en los carteles electorales. La campaña se haría sola.
¿Por qué el @ppopular no echa a Mazón? #AlsinaEH pic.twitter.com/Mp8IOFgx4q
— El Hormiguero (@El_Hormiguero) May 14, 2025
En ese bucle y el de la contaminación sobre la marca compartida se analiza la cuestión valenciana en la calle Génova. Se ha asumido que habrá que cambiar de caballo en las próximas autonómicas. Todo se gestiona en clave de control de daños. La consecuencia es un absoluto desdén hacia la figura del presidente de la Generalitat, de quien en última instancia depende la decisión de agotar o no su mandato. No se le da aire, pero tampoco se le aplica todavía el garrote vil. Muñeco de trapo que administra el presupuesto de cinco millones y medio de valencianos.
En el PSPV se saliva con la cara de Mazón en los carteles electorales. La campaña se haría sola
Se vio cristalino en el congreso del Partido Popular Europeo en Valencia del mes pasado. Apenas se le concedieron escasos tres minutos (apunte para los detallistas: los mismos que a la alcaldesa de Valencia, María José Catalá) para una intervención que no llegó ni a producirse con la excusa del apagón y el nivel 3 de la emergencia. Mazón se dejó ver al borde de la clandestinidad en ese cónclave. Casi pareció mendigar el abrazo encontradizo con Feijóo por los pasillos de Feria Valencia. Lo suficiente para una foto juntos y una frase reveladora cazada por los cámaras de televisión. “¿Qué tal la cena?”, le preguntó el de San Juan al de Ourense. Génova no tuvo ni la deferencia de poner una silla en la mesa al anfitrión en la velada con Ursula von der Leyen, Fiedrich Merz y otros mandatarios europeos en el Palacio de la Exposición. Llega a ser Isabel Díaz Ayuso y al día siguiente va ‘p’alante’ media Génova con MAR liderando el pelotón de fusilamiento.
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Escribía hace unos cuantos años en el periódico Deia el expresidente del PNV, Andoni Ortuzar, sobre el ocaso del socialista Patxi López el frente de la Lehendakaritza. Lo comparaba con la figura del ‘pato cojo’: la percepción que se tiene entre la población de la frágil autoridad del presidente de Estados Unidos cuando va agotando su segundo y último mandato y todo el mundo es consciente de ello.
"Con esta expresión de la sabiduría popular, más maliciosa que cariñosa, se describe a un mandatario que cuenta con un decreciente margen de maniobra y empieza a carecer de poder político real, la sociedad le observa con menor capacidad y más vulnerable. El fin se acerca inexorable y la gente tiene la impresión de que el presidente cojea, sufre una enfermedad que le ha dañado sus capacidades de locomoción, una enfermedad que es real en el pato y tiene nombre, es la astraxafisis".
Mazón es un pato cojo. Un lame duck. Pero faltan el cómo y el cuándo. No es baladí. Es todo más gris que blanco y negro. Susto o muerte.
Están los que apuestan por un relevo quirúrgico en verano, aunque queden dos largos años de legislatura. Es la opción M-30. Liquidar el problema Mazón, nombrar un presidente de transición (Juan Fran Pérez Llorca) y eliminar el ruido que llega desde Valencia y molesta a los planes de Feijóo y la furia antisanchista. Como si guillotinar al presidente del gobierno autonómico de la tercera economía del país fuese el pan nuestro de cada día. Coser y cantar. El riesgo es hacer del sacrificio de Mazón otro Francisco Camps, otra Isabel Bonig. Líderes de quita y pon que se sienten acreedores de una factura por cobrar.
Y luego están los de Mazón. La opción salvar al soldado Ryan. Desde la trinchera, quieren negociar una segunda vía: agotar la legislatura y que el cambio en el liderazgo interno se produzca más adelante, en 2026, para que sea más ordenado. La teoría es no tocar nada y dar la patada al congreso regional, con la designación de candidato/a a pocos meses de la campaña. En el fuero interno se sueña con que para entonces haya amainado la tormenta. Fiar el futuro a la desmemoria. Aunque se pudra todo.
Mazón es un político periférico, alejado de los resortes protectores y tribales del Madrid DF, pero es el presidente de todos los valencianos y representa a la Generalitat más allá de los intereses coyunturales genoveses. Los administrados tienen a derecho a tener las luces largas. Feijóo debe ser trasparente y explicar sus intenciones cuanto antes, despejar las incertidumbres, sea cual sea el cronograma. Así podremos empezar a especular también con el quién. Apunten dos nombres: María José Catalá y Susana Camarero. Rerum Novarum.
No es el quién. Es el cómo y el cuándo. Porque del cómo y el cuándo dependerá también el quién. Son legión quienes sostienen que Alberto Núñez Feijóo ya tiene claro el qué: relevar tarde o temprano a Carlos Mazón del liderazgo del Partido Popular en la Comunidad Valenciana. El líder gallego guarda silencio y deja correr la voz. El president de la Generalitat vive atrapado en la polémica gestión de la dana mortal del 29 de octubre del año pasado, sin que el paso del tiempo vaya atemperando la presencia en la agenda pública y mediática de los errores que se cometieron aquel día. La forma y el momento son las incógnitas por despejar.