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¿Qué podemos aprender de Cataluña, Madrid, País Vasco y Málaga sobre el impulso a la innovación?
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¿Qué podemos aprender de Cataluña, Madrid, País Vasco y Málaga sobre el impulso a la innovación?

La Comunitat Valenciana debería aumentar el gasto en I+D+i+E, internacionalizar sus centros universitarios y promover la concentración de núcleos de I+D+i próximos a las empresas que las desarrollan, entre otras medidas

Foto: La sede de Innsomnia, en la marina de Valencia, acogerá el centro de computación de la ONU. (EFE/Vicent Bosh)
La sede de Innsomnia, en la marina de Valencia, acogerá el centro de computación de la ONU. (EFE/Vicent Bosh)

El diagnóstico sobre la innovación empresarial de la Comunitat Valenciana es compartido por la mayoría de comunidades autónomas, incluso por las más avanzadas en esta materia: dimensión reducida del sistema global de I+D+i (Investigación, Desarrollo Tecnológico e innovación), escasa interacción entre los agentes del mismo: empresas, universidades y centros tecnológicos y de investigación y, en tercer lugar, insuficiente participación de la iniciativa privada en la financiación y ejecución del gasto en I+D+i.

Foto: Las economías más dinámicas son las que más invierten en capital humano y tecnológico. (Unplash/Rodeo Project Management Software) Opinión

Lo más preocupante del diagnóstico es que su punto más débil es la innovación empresarial que constituye, precisamente, la palanca principal para el avance de la productividad de las empresas, una condición necesaria para acelerar el cambio de modelo productivo y aproximarlo a las necesidades del siglo XXI. Se podría hablar en consecuencia de la política de I+D+i+E (Investigación, Desarrollo, innovación y Emprendimiento). Sin renunciar a ninguna de las fortalezas del territorio en sectores históricamente importantes como el turismo, la agroalimentación o las industrias de bienes de consumo, el refuerzo de la innovación permite a todas las empresas explorar las potencialidades de fabricar nuevos productos (bienes o servicios) mejorados o, alternativamente, continuar con la fabricación de productos ya existentes, pero hacerlo con procesos mejorados en tecnología, costes económicos y medioambientales.

La evolución temporal de la innovación por comunidades da muestras del diferente impacto de las políticas de innovación sobre los indicadores habituales de intensidad (gasto en I+D por habitante), escala (volumen de gasto en I+D en relación con el PIB regional) y resultado (porcentaje de empresas que se declaran innovadoras). La Comunitat aparece en los puestos 7, 6 y 7 del total de autonomías, en cada indicador, respectivamente. En buena medida la menor intensidad innovadora de la Comunitat es responsable de una renta per cápita y una productividad por hora 11,8 puntos y 5,7 puntos, respectivamente, inferiores a la media española y una tasa de desempleo 1,1 puntos superior a dicha media. La evidencia nos dice que las comunidades más ricas son las que invierten más en innovación y, a su vez, que son más ricas porque apostaron previamente por la innovación.

Los territorios —sean países, regiones o ciudades— son los lugares en los que aterrizan las iniciativas de innovación pública o privada y en ellos las competencias regulatorias son compartidas por los cuatro niveles de gobierno: el europeo, el nacional, el autonómico y el municipal. Las cuatro administraciones despliegan simultáneamente sus políticas de innovación sobre un mismo territorio, siendo probablemente la política regional la que tiene una visión más completa del sistema de innovación conformado por los agentes que producen y consumen, interna o externamente, servicios de innovación.

El estudio publicado por la Fundación LAB Mediterráneo '¿Cómo impulsar la I+D+i en la Comunitat Valenciana?' se pregunta si entre las causas de la brecha entre autonomías se encuentra la diferente política regional de innovación. Para ello, se ha realizado un análisis comparativo de la región con Cataluña, Comunidad de Madrid, País Vasco y Andalucía. Las tres primeras muestran unos indicadores que reflejan una mayor intensidad innovadora, así como un mayor nivel de renta, salarios y una menor tasa de desempleo que la Comunitat Valenciana, mientras que Andalucía se ha incluido por el singular comportamiento de Málaga. Las preguntas a las que intenta dar respuesta son ¿Qué políticas han llevado a cabo en materia de I+D+i+E que las ha situado en cabeza? ¿En qué experiencias de éxito podría inspirarse la Comunitat Valenciana para mejorar su posición?

placeholder Sin renunciar a ninguna de las fortalezas del territorio en sectores como el turismo o la agroalimentación, resulta clave el refuerzo de la innovación. (EFE/Kai Försterling)
Sin renunciar a ninguna de las fortalezas del territorio en sectores como el turismo o la agroalimentación, resulta clave el refuerzo de la innovación. (EFE/Kai Försterling)

En primer lugar, en la Comunitat se hace notar la ausencia de un plan económico integral director que contemple una estrategia de crecimiento sostenido basada en el avance de la sociedad del conocimiento. Estos documentos son necesarios y convenientes para integrar más y mejor las actuaciones de todas las administraciones y también para coordinar las acciones de los distintos departamentos dentro de cada una de ellas. En este punto destacan el País Vasco, Cataluña y Málaga por la regularidad en la confección de dichos documentos rectores, así como por la capacidad de integración que ofrecen.

En materia de innovación empresarial destaca la intensidad del País Vasco, que supera el porcentaje de gasto en I+D no solo de cualquier otra comunidad española sino también la media de la UE-15. La tradición industrial no es extraña a esta implicación del sector privado en el desarrollo de tecnologías propias para la fabricación de maquinaria y componentes que incorporan cada vez más conocimiento. Su modelo de institutos tecnológicos se inspiró seguramente en el modelo valenciano, pero consiguió una integración institucional y una financiación mucho más estable que les permitió apoyar más y de forma más continuada a las empresas con crecientes necesidades de tecnología.

Foto: Operarios trabajan en la planta que Ford tiene en la localidad valenciana de Almussafes. (EFE/Manuel Bruque) Opinión

En materia de desarrollo científico internacional el mejor ejemplo lo ofrece Cataluña, un buen caso de éxito en la atracción de talento a través de programas como ICREA, con más de dos decenios de vida, que ha permitido a esta comunidad dar un gran salto adelante en producción científica y en traslación del conocimiento en forma de nuevas tecnologías de aplicación a la industria high tech, a los hospitales o a la industria bio y farmacéutica.

La Comunitat Valenciana ha tardado veinte años en introducir el programa TALENT con el que reforzar la calidad de los investigadores de los centros especializados del sistema regional de innovación, programas que habían demostrado su eficacia no solo en Cataluña sino también en otras regiones. Este retraso tardará en desaparecer y constituye una enseñanza de que los programas que funcionan en otra parte deben ser los primeros en ser tomados en consideración.

placeholder Trabajadores de la planta de pintura de Ford en Almussafes. (EFE/Manuel Bruque)
Trabajadores de la planta de pintura de Ford en Almussafes. (EFE/Manuel Bruque)

El papel de las grandes empresas nacionales e internacionales y de las instituciones españolas de ámbito nacional es el principal elemento tractor de la Comunidad de Madrid, aunque al ser el resultado de la ventaja que ofrece la capitalidad es más difícil de imitar. Prueba de ello es que Madrid no disfruta de los instrumentos de planeamiento que sí elaboran las restantes (con la excepción de la Comunitat). La reciente consolidación de la planta de Ford en Almussafes y la gigafábrica de baterías de Volkswagen en Sagunto representan dos grandes éxitos de captación de empresas tractoras de otras grandes, medianas y pequeñas, de modo que se capilariza su impacto sobre el conjunto del tejido económico del territorio.

El caso andaluz ofrece la continuidad en la aprobación de Estrategias y Planes de I+D+i, su apuesta por la ciencia y la tecnología en áreas como la aeronáutica, las energías renovables, la industria agroalimentaria y las TIC, concentradas estas últimas geográficamente en el área metropolitana de Málaga.

Foto: Ximo Puig, en el V Congreso de Economía Valenciana, celebrado en Alicante.

Es evidente que en cada comunidad autónoma el sector de la I+D+i+E es resultado de la evolución histórica de sus empresas, universidades y centros de investigación, de su cultura innovadora y de las políticas desplegadas a lo largo de los últimos treinta años. La Comunitat Valenciana debería realizar un esfuerzo adicional para que sus empresas representaran un mayor peso en el gasto en I+D+i+E, en línea con la trayectoria del País Vasco en los últimos cuarenta años. También debería internacionalizar más sus centros universitarios y de I+D, en línea con la experiencia catalana en la atracción de talento internacional y con la experiencia madrileña en la atracción de grandes empresas internacionales y de centros nacionales de investigación. Finalmente, como en el caso andaluz, se debería promover la concentración de núcleos de I+D+i próximos a las empresas que las desarrollan, en espacios de innovación ubicados en las áreas metropolitanas de Valencia, Castellón y Alicante. Por fortuna ya hay proyectos en marcha en cada una de ellas que hay que potenciar con la colaboración público-privada.

* Matilde Mas es profesora emérita de la Universitat de València y directora de Proyectos Internacionales del Ivie

* Javier Quesada es presidente ejecutivo de la Fundación Premios Rei Jaume I e investigador del Ivie

El diagnóstico sobre la innovación empresarial de la Comunitat Valenciana es compartido por la mayoría de comunidades autónomas, incluso por las más avanzadas en esta materia: dimensión reducida del sistema global de I+D+i (Investigación, Desarrollo Tecnológico e innovación), escasa interacción entre los agentes del mismo: empresas, universidades y centros tecnológicos y de investigación y, en tercer lugar, insuficiente participación de la iniciativa privada en la financiación y ejecución del gasto en I+D+i.

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