La inteligencia artificial entra en nuestras casas, pero las empresas aún no la aprovechan lo suficiente

Cada día se habla más del término inteligencia artificial (IA). Pero ¿sabemos realmente cuál es su significado y su potencial? La descripción más sencilla de este concepto hace referencia a la capacidad de las máquinas para aprender y realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana. En la actualidad estamos rodeados de IA aunque no nos demos cuenta en aspectos cotidianos como en las compras por Internet, búsquedas en la web, uso de asistentes personales o en la configuración de la publicidad. En el comercio electrónico, la IA es capaz de ofrecer productos y servicios que se ajusten a las preferencias del consumidor, igual que en las búsquedas en la red, donde permite a los buscadores ofrecer resultados más precisos. También utilizan IA los asistentes inteligentes Siri, Alexa y Google Home para entender y responder a las preguntas de los usuarios. En publicidad, la IA ayuda a mejorar la efectividad de los anuncios.

Pero, más allá del ámbito privado, en el entorno empresarial, las herramientas de IA también se han convertido en un elemento imprescindible, y es cada vez mayor el número de compañías que adoptan esta tecnología en su actividad habitual. Según los últimos datos de Eurostat, España aparecía en 2021 en el puesto decimocuarto de la UE-27 en porcentaje de utilización de IA por parte de las empresas de 10 o más empleados (excluyendo el sector financiero), con un porcentaje del 7,7%, en línea con la media de la UE-27 (7,9%), aunque muy lejos de los grandes líderes europeos en este ámbito: Finlandia (15,8%), Portugal (17,3%) y Dinamarca (23,9%). Dentro del territorio español, según los últimos datos del INE, la Comunidad Valenciana ocupa la sexta posición en cuanto al uso de IA en las empresas, con un 8,4%, muy similar a la media nacional (8,3% según el INE). Por encima, se encuentran Cataluña (8,9%), País Vasco (9,0%), Castilla y León (9,3%), Cantabria (9,8%) y la Comunidad de Madrid (11,5%), mientras que en los últimos puestos se sitúan La Rioja y Castilla-La Mancha, con un 4,2% y un 3,2%, respectivamente. En todos los casos, el objetivo de la España Digital 2026 (que sitúa en el 25% el porcentaje de empresas que utilicen la IA y big data), todavía se encuentra lejos de ser alcanzado para convertir a España en una economía del dato. El uso de estas tecnologías es una manera de reforzar la competitividad empresarial a través del aumento de la productividad, al permitir ganancias de eficiencia y reducción de costes. Por ello, debe ser una prioridad el avance en esta área.

Dentro del campo de la IA, en los últimos meses ha aparecido un nuevo sistema de Chat denominado ChatGPT, desarrollado por la empresa OpenAI, que ha causado una gran revolución, ya que es capaz de mantener conversaciones con cualquier persona ofreciendo respuestas claras y coherentes. Desde que se lanzó al público en noviembre de 2022, ha sido objeto de muchos debates, noticias en medios de comunicación y especulaciones. Sin embargo, a pesar de su creciente popularidad, son pocos los que aprovechan su uso y conocen realmente su potencial.

Esta tecnología puede ser beneficiosa tanto para las personas como para las empresas. En el ámbito empresarial, por ejemplo, puede utilizarse para atender al cliente en línea y ofrecer respuestas a los usuarios, también para la creación de contenido para redes sociales y para automatizar tareas repetitivas. Pero ¿estas nuevas tecnologías pueden transformar el modo de trabajo de las personas?

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En un artículo reciente que lleva por título GPTs son GPTs: Un primer vistazo al impacto potencial en el mercado laboral de los grandes modelos de lenguaje (“GPTs are GPTs: An Early Look at the Labour Market Impact Potential of Large Language Models”), de Tyna Eloundou, Sam Manning, Pamela Mishkin y Daniel Rock, los autores identifican que las profesiones que perciben un mayor salario se encuentran potencialmente más expuestas al uso de estas tecnologías. Por tipo de habilidades, calculan que las menos susceptibles de ser reemplazadas son las que requieren pensamiento crítico, habilidades matemáticas y aprendizaje, mientras que las que requieren escucha activa, habilidades de escritura y programación presentan un mayor riesgo potencial. Del mismo modo, las que requieren una mayor formación —con estudios universitarios de grado y/o máster— son más vulnerables. Hasta hace unos años, sectores como transporte, logística y manufacturas eran los más preocupados por la automatización de sus tareas. Sin embargo, la IA también está desafiando a empleos que se consideraban intocables debido a su mayor especialización y cualificación.

En un informe reciente de AFI basándose en el artículo previamente mencionado pero aplicado al caso español, se señala que una de cada cuatro tareas puede ser realizada en menos de la mitad del tiempo gracias a este tipo de tecnologías. Las más expuestas son las actividades financieras y de seguros (52%), las actividades profesionales (48%) y las relacionadas con la información y las comunicaciones (46%). Por otro lado, los sectores menos expuestos son la agricultura, con tan solo un 1% de su personal en riesgo, seguida de las industrias extractivas con un 16% y la hostelería con un 17%.

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Es tal el avance que en los últimos meses, a través de una carta firmada por personalidades y expertos publicada por Future of Life Institute, se propone que los laboratorios de IA con modelos avanzados paralicen durante al menos 6 meses su trabajo y analicen los riesgos de seguridad para estar convencidos de que los efectos serán positivos y sus riesgos manejables. Aunque la carta la suscriben responsables de las elites tecnológicas como Elon Musk (CEO de SpaceX, Tesla y Twitter), Steve Wozniak (cofundador Apple) y Yoshua Bengio (Fundador y Científico de Mila), parece que el desarrollo de este tipo de tecnologías ahora mismo es imparable.

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No puede frenarse el avance de la tecnología, algo que ya intentaron, sin éxito, los ludistas que, en el siglo XIX, postulaban destruir las máquinas. Se deben aprovechar todas las ventajas que nos ofrece la IA para avanzar en productividad (asignatura pendiente en España), crecimiento económico y bienestar en la sociedad. Sin embargo, también es fundamental analizar los costes que estos avances pueden representar para diversos colectivos y personas y contrarrestar los posibles efectos negativos con políticas públicas de apoyo y formación. El capital humano seguirá siendo fundamental y su adaptación a la nueva economía digital y de la IA depende, en buena parte, del sector público, pero también de las empresas privadas y de los propios trabajadores que deben actualizar sus conocimientos.

* Miguel Ángel Casquet es economista del Ivie.