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¿Cómo impulsar la cultura de la innovación?
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¿Cómo impulsar la cultura de la innovación?

Para favorecer estos perfiles, las instituciones y organizaciones educativas son un elemento principal. El sistema universitario tendría que destacar en la formación de líderes innovadores

Foto: (EFE/Francisco Guasco)
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Una cultura innovadora requiere actores capaces de impulsar y liderar la innovación, en contextos favorables, es decir, con estructuras y procesos sociales y organizativos que la faciliten. A su vez, esa cultura promueve y facilita el desarrollo de las características de las personas relacionadas con la innovación. Se trata, pues, de una interacción creadora y eficaz de personas (actores) y contexto (entorno, organizaciones, instituciones sociales, etc), para generar innovaciones fructíferas y valiosas.

Foto: Un avión recién despegado del aeropuerto de Manises, en Valencia. (EFE/Manuel Bruque) Opinión

Las personas innovadoras se caracterizan por asumir iniciativas, riesgos y liderazgo para llevar adelante proyectos transformadores. Buscan situarse en la frontera de planteamientos y visiones innovadoras y ponen el impulso necesario para transformar sus ideas en realidades que se van configurando y consolidando. La psicología ha estudiado ampliamente las características de esas personas y ha destacado algunas ciertamente importantes. En primer lugar, la curiosidad. Son capaces de anticiparse a las demandas o problemas, con una actitud proactiva. Gozan también de pensamiento crítico y ven conexiones y complementariedades entre fenómenos que pasan desapercibidas para la mayoría.

Foto: Una mujer trabajando en un laboratorio. (EFE/Wiliam West/Pool) Opinión
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Tienden a considerar los errores como oportunidades para aprender y saben gestionar la frustración. Suelen sobresalir en el manejo competente de la incertidumbre, gestionan con más control las situaciones de ansiedad en los procesos de innovación, presentando, con mayor frecuencia, un estado de ánimo positivo. Presentan mayor disposición para salir de su “zona de confort” sin por ello caer en el pánico o en una vivencia de estrés paralizante. Cuentan con la habilidad de motivar y movilizar a otras personas hacia proyectos y propuestas novedosos. Finalmente, son capaces de desarrollar y construir relaciones y redes sociales, conectando a personas y grupos y promoviendo su colaboración y vinculación.

¿Cómo favorecer esos perfiles innovadores? Las instituciones y organizaciones educativas son un elemento principal para promover la cultura de la innovación y, dentro de ellas, el sistema universitario tendría que destacar en la formación de líderes innovadores. En primer lugar, hay que formar en competencias relevantes para el ejercicio profesional en el ámbito disciplinar correspondiente, contando también con una formación multidisciplinar que promueva los conocimientos de otras profesiones. En segundo lugar, hay que formar en las habilidades y competencias digitales, cada vez más necesarias, desarrollando además un conjunto de competencias transversales como el trabajo en equipo, el liderazgo, la gestión de conflictos, la solución de problemas y otras directamente relacionadas con la innovación.

Foto: (Reuters/Stefano Rellandini) Opinión
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Es importante estimular, durante el periodo de formación, aprendizajes integradores, complejos y abiertos utilizando estrategias que los faciliten (tutorías, feedback, casos prácticos, prácticas en empresas, etc.). También es crucial la existencia de una masa crítica de personal que trabaje en actividades de I+D. El desarrollo de una sociedad y una economía innovadoras requieren una presencia y actividad significativa del personal en esos ámbitos de I+D. La media española de ese tipo de personal en el año 2021 se situaba en un 1,3% de los ocupados, por debajo del promedio de la UE, que alcanzaba el 1,6%. La Comunitat Valenciana se sitúa por debajo de ambos porcentajes, ya que el peso de los empleados en I+D se queda en el 1,1% sobre el total de ocupados.

Junto al papel del sistema educativo hay que considerar el de los múltiples actores de los sistemas de innovación y las percepciones sobre la Innovación de la propia sociedad. Como revela la Encuesta de Percepción Social de la Innovación de Cotec, tras la situación disruptiva de la pandemia, se ha incrementado la percepción positiva de la innovación, el cambio tecnológico y su potencial para generar riqueza. También la preparación para afrontar el impacto de la tecnología en el empleo y la confianza en expertos e investigadores. Junto a ello, descienden las percepciones positivas sobre la capacidad innovadora, la de las grandes empresas, y la de la confianza en los propios trabajadores para competir en el mercado de trabajo del futuro. En cuanto a los aspectos que no han cambiado, se incluyen los principales déficits o limitadores de la innovación tecnológica (inversión, legislación, determinados planteamientos del sistema educativo) o sus posibles efectos negativos (desigualdad, o desventaja de las mujeres).

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Los líderes innovadores pueden ofrecer ejemplo y mostrar vías de actuación para generar una cultura de innovación al conjunto de la sociedad. Junto a ello, es importante que el sistema de incentivos económicos junto con los de carácter intangible promuevan dicha cultura. Establecer normas y procedimientos para promover valores innovadores es un elemento relevante como lo es la reducción de las resistencias a la innovación, con frecuencia fruto del temor. Por último, pero no por ello menos importante, se necesita una aproximación ética a la innovación para que tienda al bien común, promoviendo el prestigio y reputación y la confianza en los sistemas de innovación.

En síntesis, la innovación en una sociedad es un elemento fundamental para su progreso y requiere personas capaces de plantearla, impulsarla y liderarla, individualmente y en equipo. Al mismo tiempo, requiere unos contextos y una cultura que la promueva y la reconozca. Es este uno de los principales motores del cambio. Su déficit en las sociedades es un riesgo importante para su viabilidad y su futuro. Es necesario el esfuerzo conjunto y decidido de los diferentes actores (planificadores de políticas, empresarios, instituciones educativas, agentes sociales, etc.) para impulsar políticas innovadoras e iniciativas emprendedoras que permitan desarrollar y consolidar una cultura de innovación favorecedora del emprendimiento económico y social.

*José María Peiró, investigador del Ivie y profesor emérito de la UV

Una cultura innovadora requiere actores capaces de impulsar y liderar la innovación, en contextos favorables, es decir, con estructuras y procesos sociales y organizativos que la faciliten. A su vez, esa cultura promueve y facilita el desarrollo de las características de las personas relacionadas con la innovación. Se trata, pues, de una interacción creadora y eficaz de personas (actores) y contexto (entorno, organizaciones, instituciones sociales, etc), para generar innovaciones fructíferas y valiosas.

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