¿Está el capital humano preparado para los avances tecnológicos?

El capital humano desempeña un papel fundamental en la generación, el desarrollo y la utilización de la tecnología. Las personas que participan en el proceso productivo son las responsables de la invención de nuevas técnicas, así como de la mejora de las ya existentes, dirigiendo los procesos productivos, combinando el factor trabajo y el capital de la forma más eficiente y desarrollando, apoyándose en el capital, las tareas productivas. Es de interés diferenciar del factor trabajo su número en términos de personas ocupadas y horas trabajadas, pero también sus características, como sus niveles de estudio y tipos de formación, además del entorno económico en el que se desarrolla su trabajo.

Una necesidad creciente en la actualidad es la adecuada formación digital por parte de los trabajadores, para aprovechar todas las ventajas

También hay que dar importancia a la eficiencia en la asignación de los recursos humanos disponibles, es decir, al equilibrio entre las características de la oferta de trabajo y las necesidades del mercado. Y una necesidad creciente en la actualidad es la adecuada formación digital por parte de los trabajadores, para poder así aprovechar todas las ventajas que ofrece el progreso tecnológico.

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En los últimos años, estamos viviendo importantes cambios tecnológicos relacionados estrechamente con la digitalización, con la aparición de nuevas técnicas que facilitan las tareas y automatizan los procesos productivos. La inteligencia artificial y los avances en este campo están ganando terreno y el capital humano tiene que estar preparado para el aprendizaje de las nuevas tareas y la reasignación del trabajo que estas mejoras conllevan, y para la continua implantación de estos avances tecnológicos en las empresas.

El informe La tecnología como motor de crecimiento, elaborado por el IVIE para la Fundación LAB Mediterráneo, analiza algunos aspectos clave del capital humano y su estrecha relación con las mejoras tecnológicas, destacando aquellos puntos débiles que pueden suponer un obstáculo para el progreso de la economía valenciana en perspectiva comparada con los países y regiones más avanzados.

El primero de los aspectos que se analizan y en los que la Comunidad Valenciana tiene margen de mejora es el de la formación recibida en las aulas. Aunque ha habido avances sustanciales en las últimas décadas, actualmente existen todavía diferencias importantes entre los territorios. En 2022, el 33,5% de la población de 15 a 64 años de la Comunidad Valenciana había alcanzado los estudios superiores (FP superior y estudios universitarios), cifra que supera a la UE-27 (30,2%), pero inferior a la del conjunto de España (36,8%) y todavía a gran distancia de regiones avanzadas como la Comunidad de Madrid (44,8%) y el País Vasco (50,9%). En cambio, en la Comunidad Valenciana es mayor el peso de la población que solo ha alcanzado hasta la educación secundaria obligatoria, y menor de aquella con hasta estudios secundarios posobligatorios en comparación con los países avanzados de la UE. El primer grupo todavía representa el 42,2% del total en la Comunidad Valenciana, frente al 37,7% en España, y muy por encima de la media de la UE-27 y el País Vasco, donde no superan el 25%.

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Además, el desarrollo tecnológico y sus implicaciones en la economía conducen necesariamente a poner el énfasis en aquella formación del capital humano ligada a la tecnología que favorece el crecimiento económico. Las titulaciones STEM (estudios relacionados con la ciencia, tecnología, ingeniería y las matemáticas) proporcionan las habilidades más ligadas a estos avances digitales, y por ello son los estudios más adecuados para impulsar el desarrollo tecnológico. En los últimos cursos se ha reducido el porcentaje de graduados STEM en educación superior sobre el total, aunque se está produciendo un repunte en los estudiantes de nuevo ingreso. Pero lo más preocupante es la brecha de género, que en la Comunidad Valenciana supera los 30 puntos, ya que solo el 10,7% de las mujeres se titularon en carreras STEM, frente a más del 40% de los hombres. Únicamente el 23,6% de los graduados en formación STEM de enseñanza superior son mujeres, porcentaje que baja al 10% en la rama de enseñanza de las TIC.

Aunque el desempleo es el desajuste más grave y evidente entre oferta y demanda de trabajo en España, existen otros desajustes del capital humano, como el de la sobrecualificación. Este porcentaje de ocupados con estudios superiores que tienen una ocupación considerada de cualificación baja o media, es decir, que cuentan con un nivel educativo superior al que su ocupación requiere, alcanza el 37,4% en la Comunidad Valenciana y el 35,9% en España. Este desajuste se atisba en la especialización del puesto de trabajo, donde se aprecia un sesgo hacia las ocupaciones bajas y medias en detrimento de las de alta cualificación. En 2022, tanto la Comunidad Valenciana (32,8%) como España (35,6%) se sitúan lejos del peso del empleo cualificado de otros países o regiones líderes como Francia (48,6%) y Alemania (46,8%), y la Comunidad de Madrid (46,2%).

Las carencias en la especialización del capital humano en temas relacionados con la digitalización se ponen de manifiesto al analizar la información procedente de la Encuesta sobre el uso de TIC y comercio electrónico en las empresas del INE, de la que se desprende que el peso relativo del personal especialista en TIC es menor en la Comunidad Valenciana que en las regiones líderes, Comunidad de Madrid, Cataluña y País Vasco. La Encuesta sobre innovación en las empresas también revela la posición rezagada de nuestra región en el peso del personal relacionado con la I+D y los investigadores sobre el total de los ocupados.

Otro aspecto relevante que incide en la capacidad del factor trabajo para adaptarse a los avances tecnológicos es la formación en el puesto de trabajo, que permite una continua actualización del conocimiento. En la región valenciana, un 18,6% de las empresas de 10 o más empleados proporcionó a lo largo de 2021 formación TIC a sus empleados, lejos del 30% de la Comunidad de Madrid y Alemania.

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Al comparar la productividad del trabajo y el esfuerzo inversor (inversión/PIB) en activos intangibles relacionados con el capital humano (mejora de la estructura organizativa de las empresas y formación dentro de las mismas), se observa una estrecha relación positiva. En este contexto, la Comunidad Valenciana presenta una menor productividad del trabajo, lo que en parte se explica por una menor inversión en estos dos activos intangibles en comparación con las economías más avanzadas.

Aunque la Comunidad Valenciana tiene un enorme potencial en el desarrollo de tecnologías y en el uso de las mismas en las empresas, administraciones y sociedad, para converger con las economías líderes es necesario seguir haciendo importantes esfuerzos en materia educativa, como intensificar la participación en la formación STEM en las aulas, sobre todo atrayendo al talento femenino en este tipo de titulaciones. Iniciativas como la Alianza STEM del Ministerio de Educación y Formación Profesional pretenden promover el talento femenino en este tipo de enseñanzas para atajar así la brecha de género.

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También se debe orientar esta formación a las competencias demandadas por los sectores productivos, tomando en consideración los continuos avances tecnológicos. Además, es interesante reforzar la transferencia de conocimiento y las relaciones de los centros de educación superior (FP y universidades) y las empresas, ofreciendo prácticas en empresas a los recién titulados con habilidades STEM para hacerles más fácil su inclusión al mercado laboral y también facilitar así la captación de talento en la región.

Otro punto clave es invertir en la formación dentro de las empresas, sobre todo la relacionada con las nuevas tecnologías, dando importancia a la acumulación de experiencia. Esta inversión no solamente debe realizarse en los sectores más estrechamente ligados a la tecnología, sino que debe extrapolarse a todo el tejido productivo, ya que, como sabemos, la economía valenciana se caracteriza por tener un menor peso de sectores tecnológicos y una mayor especialización en sectores tradicionales, lo que, por otra parte, contribuye a explicar su menor productividad. La formación en competencias digitales de la población tiene que intensificarse desde los primeros niveles de educación hasta los puestos de trabajo, con los retos que presenta la constante evolución del mundo tecnológico.

* Consuelo Mínguez y Juan Carlos Robledo, economistas del IVIE.