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La importancia de la elección de los estudios para eliminar la brecha de género

En un mundo donde la educación es la puerta al progreso y a la innovación, hay que dirigir la mirada hacia la situación laboral de la mujer universitaria en España. Las diferencias aún persisten entre los titulados y las tituladas

Foto: En su falta de interés por las ciencias parece que intervienen sesgos de género. (iStock)
En su falta de interés por las ciencias parece que intervienen sesgos de género. (iStock)

Hoy, 8 de marzo, ponemos el foco en la mujer universitaria y, especialmente, en las universitarias que eligen formarse para ejercer profesiones científicas, relacionadas con las llamadas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Es un día de reflexión, de reconocimiento y de acción. En un mundo donde la educación es la llave que abre las puertas al progreso y a la innovación, es importante dirigir la mirada hacia la situación laboral de la mujer universitaria en España. Y es que la brecha de género aún persiste entre los titulados y las tituladas universitarias. Las mujeres recién graduadas cobran un 6% menos que los hombres.

Las estudiantes son mayoría en la universidad y su cuota no ha dejado de incrementarse desde hace décadas. En la actualidad el 57% del alumnado universitario son mujeres y el porcentaje se eleva al 60%, si nos centramos en los graduados. Además, como ya analizamos en un estudio de la Fundación BBVA y el Ivie, ellas acceden a la universidad más preparadas, obtienen mejores resultados y terminan sus estudios en menor tiempo que los hombres.

Este crecimiento del acceso de las mujeres a la educación superior ha favorecido la reducción de la brecha laboral entre sexos a nivel global. Los estudios universitarios abren puertas a oportunidades laborales más amplias, de mayor calidad y mejor remuneradas, y la universidad reduce sustancialmente, frente a otros niveles educativos, la desigualdad de género.

Este avance es motivo de celebración y un logro en el camino hacia la igualdad de oportunidades. Sin embargo, detrás de estas cifras positivas, aún se esconden desafíos significativos, pues la educación universitaria mitiga, pero no hace desaparecer por completo, la brecha laboral de género.

Foto: En el rango de edad a partir de los 70 años, hay más hombres que mujeres con estudios superiores. (EFE/Ismael Herrero/Imagen de archivo)

Al comparar las trayectorias laborales de hombres y mujeres con estudios universitarios, se observan diferencias incluso desde el inicio. Si bien, ambos muestran una participación en el mercado laboral similar, la forma en que lo hacen es más ventajosa para ellos. Las mujeres universitarias perciben, a los cuatro años de titularse, salarios un 6% inferiores a los hombres, el 24% de ellas tiene un empleo parcial frente al 14% de ellos y el 42% tiene un contrato temporal frente al 30% de los hombres.

Una de las cuestiones clave es la importancia que tienen las decisiones en la formación y el ámbito de estudios cursados en los resultados laborales. Existe una tendencia persistente entre las mujeres a optar por carreras universitarias relacionadas con las artes y humanidades, las ciencias sociales y la salud, áreas donde la mujer está sobrerrepresentada.

Mientras que los grados denominados STEM, que aglutinan titulaciones relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, siguen estando dominados por hombres. Llama la atención el caso de las ingenierías, donde solo el 27% de los graduados son mujeres, y más alarmante, si cabe, el exiguo 14% de graduadas en informática. Se trata, precisamente, de las ramas de la formación superior que más pueden enfocarse hacia la innovación tecnológica y la I+D y, además, ofrecen mejores condiciones laborales.

Y es que la elección de los estudios tiene una relación directa con la segregación ocupacional, por eso, es importante fomentar la diversificación de género en estos campos. Las mujeres tienden a concentrarse en sectores y ocupaciones que tradicionalmente han sido menos remunerados, como la educación, la enfermería y los servicios sociales, mientras que los hombres tienden a estar sobrerrepresentados en campos como la ingeniería, la informática y las finanzas, que suelen estar asociados a salarios más altos.

Los datos muestran que esta preferencia de estudios comienza en edades tempranas. En bachillerato, las niñas, que representan el 54% del alumnado, son mayoría en las modalidades de arte (76%) y en humanidades y ciencias sociales (57%), mientras que en ciencias están en minoría (48%). Esta semana se ha publicado un estudio EsadeEcPol que revela que ya en cuarto de Primaria (10 años) la probabilidad de que las niñas muestren un sentimiento positivo hacia las matemáticas es menor que la de los niños.

Las niñas consideran las matemáticas como su materia preferida, con una probabilidad un 15% inferior a los niños. Además, la percepción que tienen sobre sus capacidades en matemáticas es más negativa, ya que la probabilidad de que las chicas piensen que son buenas en esta asignatura, crean que la aprenden rápido y la disfruten, es entre un 8% y 9% inferior a la de los niños. Este patrón refleja una brecha muy temprana en la orientación académica de las jóvenes y subraya la necesidad de intervenir en la educación básica para promover las vocaciones científicas desde las primeras etapas.

Foto: Maite Huarte, científica del Centro de Investigación de la Clínica Universidad de Navarra. (Cortesía)

Numerosas iniciativas buscan cambiar esta tendencia. Por ejemplo, programas como Girls 4 STEM son puestos en marcha por las universidades para fomentar las vocaciones científicas desde edades tempranas. Estas iniciativas ofrecen actividades divulgativas diseñadas para inspirar a las alumnas de primaria, secundaria, bachillerato y ciclos formativos a explorar carreras en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Además, cada vez son más los centros de primaria como el colegio Cervantes de Godella, que realizan actividades para despertar la curiosidad científica entre las niñas y los niños.

Pero, las diferencias en los resultados laborales van más allá de las vocaciones formativas o la elección personal del área de estudios universitarios. La comparación de los ingresos de hombres y mujeres con los mismos estudios cursados muestra que ellas ganan menos. Según los datos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades sobre la afiliación laboral de los recién graduados, solo en 18 de los 92 campos de estudios comparables en los que se agrupan las titulaciones de grado, las mujeres tienen una ventaja salarial. En otros 43, las mujeres están, al menos en un 6%, peor remuneradas.

Así pues, la elección de la rama de estudios no es la única explicación de la brecha salarial, aunque impulsar las vocaciones científicas puede contribuir a reducir esa brecha, a la vez que fomenta el capital humano dedicado a la innovación. Son diversos los factores personales y sociales que influyen en las decisiones o situaciones laborales de las mujeres.

Foto: Foto: Pixabay. Opinión

Los estereotipos de género, los techos de cristal o las cargas familiares afectan a la configuración de las trayectorias profesionales de las mujeres universitarias. Superar estas barreras requiere un esfuerzo colectivo y políticas públicas que promuevan la igualdad de oportunidades y derechos en todos los ámbitos de la sociedad y permitan repartir las responsabilidades, tanto de la vida profesional como personal.

La educación básica juega un papel crucial en la promoción de la igualdad entre hombres y mujeres. El fomento de las vocaciones científicas desde las edades más tempranas y una adecuada orientación del itinerario formativo son piezas clave. Es necesario invertir en programas educativos inclusivos y equitativos que inspiren a todas las personas, independientemente de su género, a perseguir sus intereses y talentos.

En resumen, el camino hacia la igualdad de género en la educación y en el ámbito laboral es un proceso complejo que requiere un enfoque multidimensional implicando a familias, sociedad y gobiernos y que ha de empezar desde la infancia. Entre las niñas de cuarto de primaria de hoy, hay futuras mujeres ingenieras, matemáticas, físicas, empresarias o, si lo prefieren, maestras, médicas, artistas, etc. El objetivo es que elijan libremente, sabiendo que tienen las mismas capacidades y opciones que los chicos.

Hoy, 8 de marzo, ponemos el foco en la mujer universitaria y, especialmente, en las universitarias que eligen formarse para ejercer profesiones científicas, relacionadas con las llamadas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Es un día de reflexión, de reconocimiento y de acción. En un mundo donde la educación es la llave que abre las puertas al progreso y a la innovación, es importante dirigir la mirada hacia la situación laboral de la mujer universitaria en España. Y es que la brecha de género aún persiste entre los titulados y las tituladas universitarias. Las mujeres recién graduadas cobran un 6% menos que los hombres.

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