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Corea del Norte como peón en la partida que China y USA disputan por la hegemonía asiática
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Jesús Cacho

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Corea del Norte como peón en la partida que China y USA disputan por la hegemonía asiática

Dicen los analistas de Bolsa que ayer bajaron todas, o casi, a cuenta de esa nueva forma de diversión que ha encontrado el tirano de Corea

Dicen los analistas de Bolsa que ayer bajaron todas, o casi, a cuenta de esa nueva forma de diversión que ha encontrado el tirano de Corea del Norte, consistente en lanzar misiles de largo alcance como quien lanza huesos de aceituna a su vecino de mesa en una terraza de verano, juego que tiene en un sin vivir al cercano Japón y de los nervios al amo del universo, George Bush, pero uno se malicia que lo de los misiles es una bella excusa para realizar beneficios y a otra cosa, mariposa.

En un país como el nuestro, ensimismado desde hace semanas, meses incluso, con la reunión que hoy tendrá lugar en Bilbao entre un político ávido de poder y un antiguo terrorista en funciones de pacificador universal, tal vez no resulte un ejercicio baldío levantar la vista y tratar de otear horizontes más lejanos, más que nada para no perderse en el ombligo pueblerino de los levantadores de piedras y mitos con los que construir pasados imposibles.

Es verdad que tensiones geopolíticas como la provocada por los misiles de largo alcance que estaría desarrollando el dictador coreano, incluido por los USA en la lista del denominado ‘eje del mal’, no son del agrado de los mercados, cierto, pero conviene elevar el punto de mira a la hora de analizar lo que está ocurriendo en Extremo Oriente, zona del planeta donde se está jugando una partida de ajedrez de cuyo resultado va a depender el futuro reparto del poder económico y político a nivel mundial, reparto en el que no va a participar la más que nunca envejecida Europa.

En esa partida de ajedrez, Corea del Norte no pasa de ser un simple peón. Un peón consentido por el laissez faire chino. En efecto, mientras todos los países importantes han condenado las pruebas (incluida Rusia), China tan sólo se ha mostrado “preocupada”, al tiempo que ha reclamado a las partes que “mantengan la calma”.

Les supongo al corriente de que el Banco Mundial acaba de nominar a China como la cuarta potencia económica del planeta, tras USA, Japón y Alemania. Más importante aún, la economía china es actualmente un importante sostén de la estadounidense, y ambos países lo saben. El superávit comercial de Pekín, debido en gran parte a sus bajos costes laborales y a una divisa infravalorada, está siendo reinvertido en deuda pública norteamericana, un país con un déficit por cuenta corriente superior al 7% y un déficit público que supera holgadamente el 3%, cifra tope más allá de la cual la UE condena las políticas fiscales de Alemania o Francia, por ejemplo.

En este contexto, el factor fundamental que sigue sosteniendo la economía estadounidense es el billete verde, una mercancía que Washington ha venido produciendo de forma masiva para financiar su déficit, naturalmente contando con el entusiasmo de cientos de miles de ávidos compradores a lo largo y ancho del mundo, gente que continúa confiando en la fuerza del dólar como principal divisa del planeta.

La contrapartida es que los Estados Unidos logran de esta forma seguir financiando sus abultados déficits, aplacando al tiempo las tensiones inflacionistas que podrían generar los continuados aumentos de dos dígitos en la masa monetaria. Todo lo cual explica, en opinión de no pocos analistas, la benevolencia con que los USA están soportando el éxodo de empresas manufactureras al Extremo Oriente, en general, y a China, en particular, tan sólo alterada por eventuales iniciativas diplomáticas en Washington debidas a algunos senadores que ya forman parte del paisaje de esa rueda.

Es evidente que China se está convirtiendo a gran velocidad en socio comercial de referencia de los USA en Extremo Oriente, mientras la UE duerme la siesta de su estado del Bienestar, insensible a su imparable decadencia. Este es el contexto en el que se está jugando la verdadera partida de ajedrez de la hegemonía geoestratégica de la zona y del mundo, con China dispuesta a reclamar el papel de potencia hegemónica que Japón ha venido ejerciendo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Y en ese tablero, Corea del Norte es apenas un modesto peón.

Dicen los analistas de Bolsa que ayer bajaron todas, o casi, a cuenta de esa nueva forma de diversión que ha encontrado el tirano de Corea del Norte, consistente en lanzar misiles de largo alcance como quien lanza huesos de aceituna a su vecino de mesa en una terraza de verano, juego que tiene en un sin vivir al cercano Japón y de los nervios al amo del universo, George Bush, pero uno se malicia que lo de los misiles es una bella excusa para realizar beneficios y a otra cosa, mariposa.