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La caída de Bergareche en Vocento y la crisis de liderazgo de un grupo que sigue fracasando en Madrid
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Jesús Cacho

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La caída de Bergareche en Vocento y la crisis de liderazgo de un grupo que sigue fracasando en Madrid

La cabeza de Jose Bergareche Busquets como consejero delegado de Vocento llevaba tiempo en el alero, en la cuerda floja o en el filo de la

La cabeza de Jose Bergareche Busquets como consejero delegado de Vocento llevaba tiempo en el alero, en la cuerda floja o en el filo de la navaja, como ustedes quieran, y ello a cuenta de la serie de desgracias gerenciales acaecidas en el grupo. La perdió la semana pasada, cuando los Ybarra decidieron hacer público el nombramiento de Belarmino García, ex CEO de Orange, como su sustituto. Pero, ¿es Bergareche el único responsable de la falta de pulso de un grupo que triunfa en provincias, pero a quien se le sigue negando el éxito en Madrid? ¿El único responsable de la falta de liderazgo y la indefinición ideológica que atenaza a Vocento?

Hijo de un jugador del Atlético de Bilbao (el viejo Athletic Club que dicen los puristas de Las Arenas) en la temporada 1929 y 30 y subcampeón de España de pala corta en 1944, Jose Bergareche es en realidad un txapelaundi, un vasco originario que no ha encajado en la Corte del Rey Juan Carlos y que, tras su cese como primer ejecutivo de Vocento, regresa con todos sus trastos a la Vizcaya que le vio nacer, a ese Bilbao de sus amores que tanto suspiros le arrancaba en Madrid de lunes a jueves.

En 1999, los Ybarra decidieron comprar el ABC para ser alguien en Madrid y congraciarse con la derecha entonces en el Poder, hacer un guiño cómplice al presidente Aznar y a su todopoderoso ministro de Economía, Rodrigo Rato, dispuestos ambos a meter la mano a cualquier precio en el BBVA, un banco en cuyo consejo de administración también sentaban sus reales tres Ybarras, tres hombres de Vocento tan significados como Fernando, Luis María y Emilio.

Aquella fue una compra polémica, a la que se oponían tanto Bergareche como Alechu Echevarría, que ya venían avisados. Un testimonial cruce de acciones previo entre el grupo Correo y Prensa Española no había funcionado. Pero los ybarras habían cogido miedo. Sabían que tenían sus “gatuperios” dentro, que decía don Pablo Garnica en sus tiempos de presidente del Español de Crédito, y que había que taparlos. Comprar ABC impresionaría mucho a las huestes de Aznar y les garantizaría cierta inmunidad. Y además estaba la vieja e irredenta –remember el descalabro del diario YA- pulsión por entrar en Madrid, hacerse editores de verdad controlando un periódico de tirada nacional.

La aventura del diario ABC parece haberse convertido en un drama, un grave problema, tanto a nivel societario como personal. Los compradores se toparon con un agujero -o eso han dicho siempre a media voz los mandamases en Bilbao- del orden de los 60.000 millones de pesetas, una fortuna entonces, que obligó a vender la mitad, más o menos, del paquete que el Grupo mantenía en Tele 5.

En el lado personal, Jose Bergareche y su mujer no han logrado nunca sentirse a gusto en la Villa y Corte. Todos los jueves por la tarde, Jose y su etxekoandre emprendían su escapada de largo fin de semana a Bilbao, como si la llamada de la tierra fuera para ambos una plegaria atendida, tan prioritaria para su estado anímico como los beneficios para la cuenta de resultados de Vocento, algo que se entenderá mejor si reparamos en que Jose era Bergareche en Madrid y Bergaretxe en Bilbao.

El padre del aludido fue durante la guerra civil un gudari nacionalista que, con los años, se fue españolizando mientras paseaba por España a la “serpiente multicolor”, el pelotón internacional que participaba en la Vuelta Ciclista a España que él dirigió con orgullo desde que El Correo Español se hiciera cargo de su organización tras la contienda civil. Bergareche senior entró en el grupo Vocento en 1945 de la mano de su cuñado Alejandro Echevarría, padre de Alechu, bisnieto de Tomás Meabe, poeta y fundador de las Juventudes Socialistas vascas a fines del XIX.

Ambas familias se unieron a los Ybarra y con mimbres ideológicos tan variados fue creciendo un potente grupo editorial, particularmente boyante en provincias, cuyas contradicciones han vuelto a saltar por los aires al tratar de repetir aventura en la prensa madrileña. Porque Jose Bergareche daba un puñetazo en la mesa al pie de la ría y cuadraba a medio PNV de un golpe, pero en Madrid no han sabido encontrar su hueco: sin ideología concreta o con demasiadas ideologías en el mismo barco; sin liderazgo claro, y con un ridículo afán de emulación hacia el Grupo Prisa de Jesús Polanco en la capital, el barco -demasiados pilotos ciegos en el puente de mando- no ha sabido encontrar su rumbo.

De esa falta de señas de identidad, o de esa pluralidad de identidades acabó contagiándose incluso el ABC, que se presentaba en los quioscos unas mañanas tocado con la txapela del caserío familiar de Balmaseda, donde nació Luis, el aita, y otras con la coronita de los Borbones a la que siempre rindieron tributo los Luca de Tena; unas engalanado con una rosa roja en el ojal de su chaqueta, y otras haciendo piruetas sobre las alas de esa gaviota azul a la que ahora ZP tilda de “derecha extrema”.

Acostumbrados al pensamiento conservador y constante de los Luca de Tena, los lectores de ABC comenzaron a inquietarse hasta iniciar el desfile, serpiente multicolor, hacia otros diarios a los sones de la sonata de Beethoven Fuga en andante vivace. El órdago que el ABC lanzó a la COPE, un trapo al que no debió entrar nunca José Antonio Zarzalejos, hizo el resto.

Bergareche, siempre en manos de Mijangos, no sólo perdió la oportunidad que tuvo con Aznar de agrandar el negocio, como hizo el propio Polanco con Sogecable. Perdió también la posibilidad de quedarse con TV2, con las Páginas Amarillas de Telefónica, con Recoletos y con tantas otras cosas. Y encima vendieron lo que no tenían que haber vendido, la mitad de la gallina de los huevos de oro de Tele 5. En la difícil tesitura de tener que cortar cabezas y salvar las suyas propias, los Ybarra han optado por cargarse a Bergareche y contratar a Belarmino García con la misión de salvar el ABC y modernizar Vocento. Que tenga suerte. La va a necesitar.

La cabeza de Jose Bergareche Busquets como consejero delegado de Vocento llevaba tiempo en el alero, en la cuerda floja o en el filo de la navaja, como ustedes quieran, y ello a cuenta de la serie de desgracias gerenciales acaecidas en el grupo. La perdió la semana pasada, cuando los Ybarra decidieron hacer público el nombramiento de Belarmino García, ex CEO de Orange, como su sustituto. Pero, ¿es Bergareche el único responsable de la falta de pulso de un grupo que triunfa en provincias, pero a quien se le sigue negando el éxito en Madrid? ¿El único responsable de la falta de liderazgo y la indefinición ideológica que atenaza a Vocento?

Santiago Bergareche Vocento Belarmino García