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Es verdad, Solbes se queda, no es una inocentada
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Jesús Cacho

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Es verdad, Solbes se queda, no es una inocentada

Como lo oyen, Pedro Solbes ha decidido reengancharse en el Ministerio de Economía de un futuro e hipotético segundo Gobierno de Rodríguez Zapatero. “Me lo ha

Como lo oyen, Pedro Solbes ha decidido reengancharse en el Ministerio de Economía de un futuro e hipotético segundo Gobierno de Rodríguez Zapatero. “Me lo ha pedido el jefe...” es toda la explicación que ha dado a familiares, amigos y convecinos, buena gente toda que le ha visto sufrir como un perro en no pocos momentos de la Legislatura, por culpa de los desplantes, ninguneos y afrentas sin cuento a que le ha sometido el señor Presidente y su Oficina Económica, para quien la mayor parte de las veces no pasaba de ser un cero a la izquierda con quien ni siquiera era preciso consultar.

De modo que todo el mundo esperaba que este hombre, cumplidos ya los 65, cogiera el portante o las de Villadiego para instalarse en su casa de Majadahonda, dispuesto a leer mucho y pasear más por ese maravilloso bosque mediterráneo -pinos, encinas y jara a raudales- que frecuenta todos los sábados, situado entre Pozuelo y Majadahonda, ahogado ya por la M-40, por un lado, y la A-6, por otro. Y todos imaginaban que se iba a ir por la puerta grande, tras saludar al distinguido público desde los medios: ¡ahí queda eso... Una Economía creciendo todavía en tasa anual al 3,8% y creando empleo!

Parecía lo lógico. Sobre todo teniendo en cuenta que en el negociado que él maneja vienen curvas. El tantas veces anunciado cambio de ciclo y otras tantas postergado por la vitalidad de una economía que lleva casi 12 años creciendo a un ritmo envidiable, parece ahora más cerca que nunca. De acuerdo con la información publicada en este mismo medio hace escasas fechas por Carlos Sánchez, nuestro experto en cuestiones macro, el PIB está creciendo ahora mismo al 2,8% en términos trimestrales, por debajo ya de la media europea, y va camino de terminar el 2008 a ritmos del 2%, lo que significa que el riesgo de que el paro vuelva por sus fueros es más que evidente.

El único interrogante que queda por despejar es la duración y la intensidad del parón que se avecina. Ello quiere decir que el nuevo ministro de Economía, el que sea, del PSOE o del PP, va a tener que salir en 2008 a la pista para bailar con la más fea, esa señora gorda y grosera que a todos asusta llamada crisis. ¿Y cómo, en tales circunstancias, el noble don Solbes renuncia al confort de las pantuflas frente a una crepitante chimenea de leña, para seguir al pie del cañón en un momento en que necesariamente va a tener que arremangarse y mojarse el trasero, adoptando medidas no precisamente populares?

¡Ah, los misterios del poder, y ese inexplicable atractivo que el coche oficial exhibe obsceno para tantos y tantos mortales! A sacrificarse por la Patria tocan, algo que hace unos meses ni siquiera entraba en sus planes. De hacerle cambiar de idea se ha encargado el señor Presidente del Gobierno, aunque no parece que la tarea le haya exigido mucho esfuerzo. Las próximas generales van a estar tan reñidas, el resultado se prevé tan apretado, que un simple puñado de votos puede resultar decisivo. En este escenario, pocos dudan de que Pedro Solbes es un valor electoral a tener en cuenta para algunos indecisos votantes de centro. La filosofía de Zapatero en este asunto podría resumirse de esta guisa: Ir del brazo de esta esfinge me da votos y me aporta solvencia. Eso es todo.

A más a más, bien pudiera ser que, en caso de repetir victoria, Zapatero tuviera que volver a pactar por doquier, y en esa tesitura Solbes también podría resultar de ayuda. El Presidente está, pues, dispuesto a utilizarlo para embellecer las listas electorales del PSOE y luego Dios dirá, aunque quienes dirán de verdad serán los de siempre, ya me entienden, los amigos de ZP parapetados en esa Oficina Económica de La Moncloa origen de todas las perversiones a las que hemos asistido en esta Legislatura, de modo que, en caso de nueva victoria de ZP, es fácil de imaginar que a don Pedro le espera cuarto y mitad de desplantes o taza llena de ninguneo por parte de quienes, en el entorno amical de ZP, seguirían partiendo el bacalao.

Personalmente me reconforta la continuidad de Pedro Solbes. No podemos decir que el señor ministro de Economía del Gobierno de España, ex comisario europeo a quien cabe suponer acostumbrado al trato caballeroso con los medios de comunicación, se haya portado bien con El Confidencial. Todos los requerimientos que tras el 14-M se le hicieron para que recibiera a una representación de este diario o simplemente se pusiera al teléfono, han resultado estériles. La respuesta ha sido el más ominoso de los silencios, un desdén impropio de las prácticas que rigen las relaciones entre el poder y los medios en una sociedad democrática. Se ve que don Solbes solo habla con amigos, en la mejor tradición de ese sectarismo democrático que caracteriza al socialismo español. Dicho lo cual, me alegro de su continuidad. Para millones de españoles no votantes del PSOE, su presencia en el Gobierno Zapatero siempre supondrá un guiño a la ortodoxia muy de agradecer en los tiempos que se avecinan.

Como lo oyen, Pedro Solbes ha decidido reengancharse en el Ministerio de Economía de un futuro e hipotético segundo Gobierno de Rodríguez Zapatero. “Me lo ha pedido el jefe...” es toda la explicación que ha dado a familiares, amigos y convecinos, buena gente toda que le ha visto sufrir como un perro en no pocos momentos de la Legislatura, por culpa de los desplantes, ninguneos y afrentas sin cuento a que le ha sometido el señor Presidente y su Oficina Económica, para quien la mayor parte de las veces no pasaba de ser un cero a la izquierda con quien ni siquiera era preciso consultar.

Pedro Solbes