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¿Elogio o epitafio? Prisa reivindica su papel de defensor del Rey
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Jesús Cacho

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¿Elogio o epitafio? Prisa reivindica su papel de defensor del Rey

“Ah, queridos amigos -exclamó de repente Madiárov-, ¿os imagináis lo que es la libertad de prensa? Una hermosa mañana después de la guerra abrís el

“Ah, queridos amigos -exclamó de repente Madiárov-, ¿os imagináis lo que es la libertad de prensa? Una hermosa mañana después de la guerra abrís el periódico y en lugar de encontrar un editorial exultante, o la habitual carta de los trabajadores al gran Stalin, o un artículo acerca de la brigada de fundidores que ha trabajado un día extra en honor de las elecciones del Sóviet Supremo, o las historias sobre la desesperación con que los trabajadores de Estados Unidos han recibido el nuevo año a cuenta del paro creciente y la miseria, imaginad que os encontráis... ¡Información! ¿Os imagináis un periódico así? ¡Un periódico que ofrece información!”

El párrafo anterior corresponde a la novela Vida y Destino (página 348), del periodista soviético Vasili Grossman, testigo del infierno que fue la batalla de Stalingrado, y sin duda una obra maestra para quienes han leído casi todo sobre los horrores del stalinismo, y viene a cuento para parodiar la situación de la prensa española, víctima ella de la creciente desafección de los lectores por culpa precisamente de la falta de información. Con muy pocas excepciones, todo en la prensa escrita es hoy ideología, todo manipulación interesada. Y como no hay información sobre las entrañas de lo que realmente ocurre en las sentinas del poder, acudir cada mañana al quiosco se ha convertido en una divertida aventura o casi, porque nadie sabe, particularmente los domingos, qué se va a encontrar uno en las portadas de los dominicales.

Ayer, El País, que pasa por ser lo mejorcito del lugar, nos sorprendió con su habitual separata dominical dedicada a loar a Su Majestad el Rey Juan Carlos I, acertadamente elegido “Personaje del año” por el diario. “El Rey se defiende”, rezaba el titular de portada en una de esas grandilocuentes puestas en escena que, por no venir a cuento, obligan al lector avisado a preguntarse qué hay detrás de semejante operación de imagen. Y lo que hay, o así me lo parece, es un intento de El País, o mejor dicho, del Grupo Prisa, de reivindicar su papel de defensor en exclusiva del Monarca, papel puesto en cuestión últimamente por la briosa irrupción en el escenario cortesano de un personaje tan imaginativo como Pedro José Ramírez, de la mano de la prestigiosa Carmen Iglesias, miembro de la RAE, recientemente nombrada presidenta de Unidad Editorial y preceptora en su día del Príncipe Felipe.

De modo que a los mentores de El País les traicionó el subconsciente, porque, en lugar de ese “El Rey se defiende”, el verdadero titular tendría que haber sido otro más realista del tipo “Prisa defiende su papel de defensor del Rey”. Y en cierto modo no les falta razón a la hora de reivindicar tal condición, aunque, en el río de tinta dedicado al Monarca se eche en falta, eso también, alguna que otra verdad, ¡Ay, de nuevo la Información!, referida a la condición del Grupo Prisa como factotum del Régimen en las últimas décadas, las idas y venidas de Jesús Polanco, que en gloria esté, como recadero entre el Monarca y Felipe González, su entronización como auténtico poder fáctico en Palacio durante los ocho años de Gobierno Aznar -¡cuántas bromas en Zarzuela a costa del bigotudo!-, y así sucesivamente.

En realidad la separata de ayer de El País es un documento para conservar, siquiera unos meses, dada la cantidad de disparates contenidos en la muestra, el menor de los cuales, imposible descifrar si casual o intencionado, era colocar junto al Monarca una entrevista a doble página con ese fino pensador murciano que responde al nombre de Luis del Rivero, prototipo de arrivista que ha hecho fortuna en la Legislatura, un tipo que preside una empresa valorada en Bolsa en 7.500 millones de euros y que arrastra una deuda de casi 20.000, metáfora perfecta de los riesgos que hoy acechan a la economía española. Del Rivero, presidente de una empresa que en puridad se halla en quiebra técnica, enseña a los lectores de El País su colección de coches deportivos arracimados en Hoz de Anero, Santander, como quien enseña una colección de sellos. Perfecto trasunto de la jerarquía de valores que hoy gobierna la sociedad española.

Por desgracia para el Monarca, el despliegue de El País en defensa de la institución -¿o era solo de la persona?-, apenas un magro adelanto de la avalancha de incienso que nos espera en los próximos días con motivo del 70 cumpleaños regio, no podía haber sido elegido en peor momento. En efecto, la portada del resto de los grandes diarios estaba ayer dedicada a un acontecimiento de tan innegable importancia como el aquelarre separatista montado el sábado en Bilbao por el nacionalismo. Como ya adelantó este diario el jueves 27, los nacionalistas catalanes y vascos de derecha e izquierda aprovecharon la excusa de un partido de fútbol para montar una jornada de exaltación de la independencia de España.

Con el PSOE mirando hacia otro lado, cuando no participando activamente en el festín nacionalista –caso del PSC y del PSE-, solo el Partido Popular se presenta hoy como primer y quizá único aval de esa unidad de España consagrada en la Constitución del 78 que es la ultima ratio de la pervivencia de la Institución monárquica, de modo que haría bien el Monarca en elegir mejor a sus amigos, cosa que, justo es reconocerlo, nunca ha sido una habilidad del Palacio de la Zarzuela. Con todo, lo peor, Señor, es que, con PP o sin PP mediante, ya no hay forma de parar la marea separatista que nos inunda. Con las elites políticas nacionalistas echadas definitivamente al monte de la ruptura de España, el exceso de ayer de El País más que un elogio podría interpretarse como un epitafio.

“Ah, queridos amigos -exclamó de repente Madiárov-, ¿os imagináis lo que es la libertad de prensa? Una hermosa mañana después de la guerra abrís el periódico y en lugar de encontrar un editorial exultante, o la habitual carta de los trabajadores al gran Stalin, o un artículo acerca de la brigada de fundidores que ha trabajado un día extra en honor de las elecciones del Sóviet Supremo, o las historias sobre la desesperación con que los trabajadores de Estados Unidos han recibido el nuevo año a cuenta del paro creciente y la miseria, imaginad que os encontráis... ¡Información! ¿Os imagináis un periódico así? ¡Un periódico que ofrece información!”