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El día de Esperanza (y un motivo de reflexión)
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Jesús Cacho

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El día de Esperanza (y un motivo de reflexión)

Aunque a estas horas nadie sabe si será un día para la esperanza en la derecha española, lo que sí está claro es que hoy es

Aunque a estas horas nadie sabe si será un día para la esperanza en la derecha española, lo que sí está claro es que hoy es el día de Esperanza. Esperanza Aguirre. La presidenta de la Comunidad de Madrid tiene prevista a mediodía una intervención, con almuerzo incluido, en el Casino de Madrid, a la que sus allegados conceden la máxima importancia. Dicen que va a hacer alguna declaración trascendente, que ha preparado a conciencia y con todo el mimo del mundo, de modo que, visto el evento desde la barrera, doña Esperanza podría sorprendernos con el anuncio de que va a seguir dedicándose a sus labores al frente de la Comunidad madrileña, lo cual no dejaría de ser relevante a la luz de la avalancha de rumores recientes, o que, por el contrario, va a darle un disgusto a Mariano Rajoy presentando candidatura propia al Congreso del PP.

La presidenta de Madrid exponía ayer su ideario en un periódico nacional que se ha distinguido, tras el 9-M, por querer jubilar a Rajoy por la vía rápida, después de haberlo encumbrado a los altares en innumerables ocasiones. “El Congreso del PP está, ahora sí, abierto”. Difícil, si no imposible, estar en desacuerdo desde una perspectiva liberal con las líneas maestras del nuevo discurso Aguirre: un compromiso más firme con los derechos civiles (lo que incluye acabar de una vez con las neuras de los populares para con los homosexuales); una política económica más liberal –liberalizadora- y menos volcada en subsidios y subvenciones, y una política territorial donde la defensa de la unidad de España no excluya el reconocimiento del pluralismo y las “diversas identidades” regionales.

En vista de lo cual, muchos podrán preguntarse qué tiene que ver este nuevo discurso Aguirre con los principios que tradicionalmente ha defendido la presidenta –salvada, claro está, su camaleónica capacidad para atrapar discursos ajenos y convertirlos en propios-, mucho más escorados a la derecha y responsables de esa imagen de derecha dura, casi intransigente, que exhala su perfil, imagen que ella misma ha contribuido a moldear en estos últimos años y que el agit-prop de la izquierda ha logrado expandir con éxito, sobre todo en la periferia española.

A la espera de las novedades que la intervención de la presidenta pueda depararnos a primera hora de la tarde de hoy, me interesa aludir a un punto de particular importancia en la pelea ideológica que históricamente ha separado a izquierda y derecha, y que ha ido perdiendo sus perfiles hasta casi desaparecer en fecha reciente. Me refiero a la querencia que derecha e izquierda muestran hoy por lo que Aguirre llama “subsidios y subvenciones”, es decir, por las fórmulas socialdemócratas a palo seco. Es cierto que, en materia de política económica, cada vez hay menos diferencias entre PSOE y PP, como lo demuestra la similitud de propuestas lanzadas por ambos partidos de cara a las pasadas generales.

Esa similitud se convirtió en identidad plena a la hora de embarcarse ambos en la feria de regalos, la orgía de promesas fiscales, la noria de dádivas y subvenciones que prologó la jornada electoral del 9 de marzo. Esa insensata avalancha de obsequios –algunos ni siquiera imaginados por los electores-, destinados literalmente a comprar el voto, provocó la natural preocupación de personas e instituciones civiles sensibles a un tipo de política fiscal difícilmente sostenible con una economía amenazada de recesión. ¿Cómo atender esa letanía de promesas con un PIB creciendo por debajo del 2% este mismo año -hay quien sostiene que por debajo del 1% incluso-, con unos ingresos fiscales claramente a la baja y con un paro al que podrían sumarse entre 600.000 y 1,5 millones de nuevos desempleados en los próximos 6/7 trimestres?

Pedro Solbes ha dado este sábado en Brdo, Eslovenia, el primer aviso a la parroquia -Paco con la rebaja-, en el sentido de que, si continúa la desaceleración en los próximos años, el Gobierno “tendrá que revisar sus prioridades en lo que al gasto se refiere”. Naturalmente, Rodríguez Zapatero “va a cumplir todo aquello a que se comprometió en la campaña y que está incluido en el programa electoral”, faltaría más. Para el ministro, la previsión de gasto parte de unos “escenarios prudentes, que fija el ritmo de avance del PIB en torno al 3%, que es el crecimiento potencial de la economía española”, un escenario, que ni el más optimista de los economistas españoles cree hoy posible.

Los que no creen en los milagros saben que las alegrías de los Gobiernos a la hora de prometer, los dispendios de los malos gobernantes, como los del padre de familia poco riguroso con el gasto familiar, terminan en bancarrota, en unos casos, y en subidas de impuestos, casi de forma matemática, en la mayoría de ellos; es decir, aumento de la presión fiscal, que es justamente la política menos liberal del mundo. Aunque siempre cabe, claro está, que el Ejecutivo de marras se olvide de sus promesas, cosa a la que están bastante acostumbrados los electores españoles, tan propensos a votar confesionalmente, con independencia de la gestión desarrollada o el grado de cumplimiento de los programas electorales publicitados.

Con todo y con ser grave la amenaza de las subidas de impuestos que la recesión plantea, es bastante peor el modelo de sociedad que la política del regalo, la dádiva y la subvención alienta y enaltece en sociedades como la española, proclive a las soluciones milagrosas venidas de arriba, caídas de ese cielo que en nuestra sociedad laica es el Estado, el Gran Padre Estado, con desprecio del talento, el trabajo bien hecho, la libre competencia y la ilusión propia de las sociedades acostumbradas a labrar su destino sobre la base de su propio esfuerzo. Lo cual, en mi modesta opinión, debería de ser motivo de reflexión para nuestra clase política y la sociedad española entera.

Aunque a estas horas nadie sabe si será un día para la esperanza en la derecha española, lo que sí está claro es que hoy es el día de Esperanza. Esperanza Aguirre. La presidenta de la Comunidad de Madrid tiene prevista a mediodía una intervención, con almuerzo incluido, en el Casino de Madrid, a la que sus allegados conceden la máxima importancia. Dicen que va a hacer alguna declaración trascendente, que ha preparado a conciencia y con todo el mimo del mundo, de modo que, visto el evento desde la barrera, doña Esperanza podría sorprendernos con el anuncio de que va a seguir dedicándose a sus labores al frente de la Comunidad madrileña, lo cual no dejaría de ser relevante a la luz de la avalancha de rumores recientes, o que, por el contrario, va a darle un disgusto a Mariano Rajoy presentando candidatura propia al Congreso del PP.

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