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Una dimisión que da pie a todas las sospechas
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Jesús Cacho

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Una dimisión que da pie a todas las sospechas

En el peor momento imaginable. Casi al mismo tiempo que se hacía oficial la dimisión de José Viñals como subgobernador del Banco de España, por el

En el peor momento imaginable. Casi al mismo tiempo que se hacía oficial la dimisión de José Viñals como subgobernador del Banco de España, por el portalón de la calle Alcalá que sirve de entrada al imponente edificio sede del Banco de España hacían ayer su entrada los representantes de Caja Castilla La Mancha (CCM), Unicaja y la consultora Pricewaterhouse Coopers (PwC) dispuestos a formular esa frase tan española de “y de lo mío, ¿qué?”, de lo nuestro ¿qué?, cuáles son las ayudas que está dispuesto a dar el Banco, a través del Fondo de Garantía de Depósitos en Cajas de Ahorros (FGDCA), para hacer posible una operación francamente imposible.

Porque entre el desequilibrio patrimonial de la Caja castellano manchega y las ayudas que el antiguo banco emisor que gobierna Fernández Ordóñez ha prometido otorgar hay una diferencia de más menos 2.500 millones de euros, cifra que básicamente se corresponde con los recursos propios de Unicaja al cierre del ejercicio 2008, de modo que el salvamento/saneamiento de CCM se haría con cargo a la solvencia de la entidad malagueña, con lo que haremos un pan como unas tortas, corriendo el riesgo de poner dos entidades en quiebra por intentar salvar a una.

Los embajadores de CCM, Unicaja y PwC se disponían ayer a hablar con José Viñals, presidente de la Comisión Gestora del FGD en su calidad de subgobernador, pero a esa misma hora el señor Viñals tenía ya ensillado su caballo, presto a salir al galope para alejarse del incendio, abandonar el barco que se hunde en la mayor tormenta financiera que ha conocido España en mucho tiempo. El solapamiento de ambos episodios, es decir, el intento desesperado de salvar las responsabilidades de Hernández Moltó en la gestión de CCM con la tocata y fuga de Viñals en dirección al FMI, abre la caja de los truenos y da pie a todas las sospechas sobre la profundidad de la crisis bancaria, al tiempo que desacredita la versión oficial de lo ocurrido por indigesta.

Viñals no es una rata, está bien pagado, y goza de prestigio como economista en ambientes que rebasan ampliamente la corrala española, por lo que su espantada, que podría ser calificada de grave irresponsabilidad en un momento tan delicado como el actual, solo puede entenderse como consecuencia de desacuerdos fundamentales con MAFO sobre el fondo y la forma de abordar el saneamiento del sistema de bancos y cajas, discrepancias tanto en el diagnóstico del enfermo cuanto en la adecuada medicina a aplicarle.

 Desde hace tiempo se sabía que la relación entre ambos no era buena, y que se había ido deteriorando a lo largo del último año. Sonoras discrepancias, descalificaciones incluso, en reuniones de la Comisión Ejecutiva del Banco, y frecuentes operaciones de puenteo en los temas del día a día que caían dentro de la esfera de actuación del subgobernador. El caso es que Viñals se escapa de Madrid –en una decisión que parece muy reciente, muy de última hora- para ocupar un puesto de segundo nivel en el FMI, un cargo que fue necesario crear en su día para un Jaime Caruana que se había quedado a la luna de Valencia al concluir su mandato como gobernador.  

El interés se centra ahora en el nombre del sustituto. ¿Volverá el Gobierno Zapatero, vía Pedro Solbes, a restablecer el acuerdo tácito existente antes de 2004 entre los dos grandes partidos, según el cual quien ocupaba el Gobierno nombraba al gobernador, mientras el partido de la oposición se encargaba del  subgobernador? El asunto tiene su miga. Por parte del PP, porque se trata de saber si Mariano Rajoy está ahora dispuesto a sacarle al Gobierno ZP las castañas del fuego de la tremenda crisis financiera en curso, lo cual equivale a preguntarse si el PP está en disposición de comerse algún que otro marrón –que la profundidad de la misma hará inevitable- con el nombramiento de un subgobernador de su cuerda.

El dilema no es menos peliagudo para el PSOE, en general, y para el correoso MAFO, en particular. Cuando alguien, nada menos que el partido del Gobierno, está dispuesto a poner en marcha una operación tan abracadabrante –totalmente injustificada desde el punto y hora en que hay otras Cajas en apuros, y no pocas tienen presidente popular- como la fusión CCM-Unicaja solo por salvarle el culo a un notorio conmilitón, es que ese Gobierno y ese gobernador están dispuestos a llegar todo lo lejos que sea menester en el disparate, lo cual hace muy necesaria la ausencia de testigos en derredor. Es lo que tiene tomar las instituciones por campo de Agramante del partidismo más sectario.

En el peor momento imaginable. Casi al mismo tiempo que se hacía oficial la dimisión de José Viñals como subgobernador del Banco de España, por el portalón de la calle Alcalá que sirve de entrada al imponente edificio sede del Banco de España hacían ayer su entrada los representantes de Caja Castilla La Mancha (CCM), Unicaja y la consultora Pricewaterhouse Coopers (PwC) dispuestos a formular esa frase tan española de “y de lo mío, ¿qué?”, de lo nuestro ¿qué?, cuáles son las ayudas que está dispuesto a dar el Banco, a través del Fondo de Garantía de Depósitos en Cajas de Ahorros (FGDCA), para hacer posible una operación francamente imposible.

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