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Un error olímpico
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Jesús Cacho

Con Lupa

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Un error olímpico

La del miércoles 2 de septiembre no fue una buena noche para Alberto Ruiz Gallardón. En realidad, tampoco había sido un buen día. El regidor madrileño

La del miércoles 2 de septiembre no fue una buena noche para Alberto Ruiz Gallardón. En realidad, tampoco había sido un buen día. El regidor madrileño había sido advertido en privado de que el informe de la Comisión de Evaluación del COI sobre las cuatro ciudades que aspiran a organizar los Juegos Olímpicos de 2016 iba a ser muy duro con la capital española. De modo que el munícipe estaba aquella noche de un humor de perros. Un alto cargo socialista durante los Gobiernos de González se lo encontró paseando a su perrita Olimpia por la calle Serrano Anguita, a tiro de piedra de la glorieta de Alonso Martínez, en compañía de su esposa, Mar Utrera, a la que abroncaba en voz alta sin la menor compasión, bronca que la “santa” aguantaba con su ya proverbial estoicismo.

Al día siguiente, jueves, se cumplían los pronósticos. Frente al  Very high quality que como calificación final recibía la candidatura de Río de Janeiro, o la High quality de Chicago y Tokyo, Madrid obtenía un Varied in quality que cayó como un jarro de agua helada sobre la meseta castellana. Aceptando que estas notas no son vinculantes y no se refieren a la calidad de las instalaciones y de la candidatura global, por lo que teóricamente cualquier cosa podría pasar el 2 de Octubre en Copenhague, lo cierto es que Madrid no tiene ninguna chance para albergar los Juegos de 2016. El gran proyecto en el que una minoría, incluso uno solo, ha embarcado a la sociedad madrileña, proyecto enloquecido para un país que atraviesa una de las mayores crisis morales y económicas de su historia, y que en el mejor de los casos no empezará a crecer de forma apreciable -en términos de creación de empleo- hasta 2014 o incluso más tarde, se viene estrepitosamente abajo como un castillo de naipes. Se despeña como humo, porque no era más que eso. Divertimento ruinoso, fuego fatuo y operación de promoción personal de un político dispuesto a abusar de una ciudad y un país acostumbrado a soportar con mansedumbre cualquier tipo de humillación. 

En realidad hay muchos datos que invitan a pensar que la sorpresa de Gallardón con el fallo del COI ha sido relativa. Hace tiempo que el faraón madrileño dispone de información bastante como para saber que Madrid está offside en este partido. Lo supo inmediatamente después de las presentaciones técnicas que las ciudades candidatas efectuaron en Lausana (Suiza) el pasado 17 de junio ante el Comité Ejecutivo del COI. Río de Janeiro y Chicago literalmente barrieron, “de forma que resultó de una obviedad abrumadora la inferioridad de Madrid y Tokio”, de acuerdo con una fuente cercana al alcalde. A resultas de lo cual, Juan Antonio Samaranch, ex presidente del COI, cogió del brazo al regidor madrileño y le despertó del sueño: “No salen los números, Alberto. Madrid no va a contar con los votos suficientes”. En Lausana, la candidatura de Río salió disparada como un cohete. Con Lula a la cabeza, Brasil está emergiendo como gran potencia económica gracias al petróleo, y quiere convertirse en la primera sede de unos JJ.OO. latinoamericanos. “Eso nos roba el voto sudamericano en masa y,  además, siempre estará Chicago, con Obama dispuesto a despedirse de su segundo mandato con unos Juegos en la ciudad. Ni hablar del voto asiático y, lo que es peor, tampoco del europeo: París, Berlín y Moscú aspiran a organizar los de 2020, cosa que saben imposible si Madrid se hiciera con los de 2016. El objetivo es evitar hacer el ridículo cayendo eliminados en primera ronda”.

En realidad, lo que resulta escandaloso es que el Ayuntamiento de Madrid, el Gobierno de la nación y la plétora de instituciones públicas y privadas que se han sumado sin rechistar a la procesión encabezada por este moderno flautista de Hamelín, no hayan reparado en el dato de que la celebración de tres ediciones consecutivas de los JJ.OO. en Europa –Londres (2012); Sochi (Invierno 2014) y 2016- era una hipótesis del todo insostenible, de modo que solo la necesidad de buscar una plataforma capaz de servir a los intereses políticos y económicos del alcalde podría explicar la aparente obcecación con la nominación de Madrid el próximo octubre, lo que ha llevado a la candidatura a asumir un gasto desorbitado para la actual situación financiera de la ciudad –convertida hoy en una gigantesca zanja- y la utilización de métodos muy cuestionables a la hora de la captación de votos.

El faraón madrileño se ha guardado la sentencia de Samaranch en Lausana como si de un secreto de Estado se tratara. Ha hecho más, ha seguido gastando a manos llenas, en continuos viajes de promoción por el ancho mundo, como si esa información no existiera. Muy poca gente la conoce, cierto, pero sí Samaranch junior, miembro la candidatura Madrid16, que se mostraba muy afectado el día en que conoció la noticia por boca paterna. El  análisis llevado a cabo tras la derrota de 2012 -loable esfuerzo el realizado entonces, que incluyó una importante representación institucional encabezada por SM la Reina- reveló una carencia importante, que Samaranch senior se encargó de poner en evidencia: “Madrid se dio cuenta de que las buenas condiciones técnicas del dossier olímpico no eran suficientes. Asegurar la victoria exigía algo más: obligaba a considerar el factor humano, el famoso toque personal”.

Una candidatura plagada de caras bonitas

En busca de ese “toque personal”, la candidatura de 2016 sufrió un cambio radical de planteamiento. Al frente de la misma se colocó la cara amable de una atractiva deportista olímpica, Mercedes Coghen (aunque el verdadero jefe es Antonio Fernández Arimany), y un equipo de jóvenes caracterizadas por su talento y su indiscutible atractivo físico, cualidades imprescindibles para acometer la dura tarea de asegurar que ese puñado de votos indecisos voten a Madrid a cualquier precio. En la nómina de la Oficina Olímpica Madrid 2016 hay nombres tan sugerentes como el de Tania, Nicole, Tamara, Viviana… Justo el reparto de una telenovela venezolana. Particular interés tiene el caso de Tania Paessler, novia que fue del Príncipe Felipe, de Luis Alfonso de Borbón y después de José María Aznar junior, con quien asistió a la famosa boda de El Escorial. Al más puro estilo Berlusconi y en compañía de tan sugestivo elenco de señoritas, Gallardón, casi siempre lejos de Madrid, ha cruzado océanos y continentes en los últimos meses: Denver, Queenstown (con escapada romántica al fiordo de Milford Sound, mar de Tasmania), Pescara,  Estambul, Singapur, Abuja, Berlín… El mismo faraón nos puso sobre la pista de sus andanzas con motivo del discurso de Carnaval de este año, donde, parafraseando al bachiller Larra, dijo aquello de “por qué buscar fuera de mi casa cuando dentro tengo [tanto] bien…?”

Este enfoque “humano” de Madrid16 ha descuidado aspectos esenciales desde el punto de vista de la gestión. La realidad es que nadie sabe quién manda allí de verdad, ni cuál sería la estructura necesaria para poner en pie unos JJOO. En ese sentido, Barcelona 92 contó desde el principio con gestores y directivos provenientes de la empresa privada que marcaron la diferencia. Un resultado, en todo caso, normal si tenemos en cuenta que la columna vertebral del renovado y numeroso equipo que compone la Oficina Olímpica madrileña fue precisamente la que falló en la anterior candidatura. En opinión de una fuente cercana a esa Oficina, “Madrid 2016 es una gigantesca organización de relaciones públicas, dirigida por gente no especialmente cualificada para esa tarea, un grupo de amateurs sin peso ni relieve alguno, lo cual no puede considerarse sino como un gravísimo error de juicio de su principal responsable, el alcalde Gallardón, al no haberse dotado de un equipo profesional de primera calidad.” 

Un auténtico fiasco si tenemos en cuenta que, cuando empezó la carrera, Madrid “repetía curso”, es decir, partía con una enorme ventaja sobre Chicago y no digamos ya sobre Río a cuenta de la experiencia previa del 2012. Esa ventaja se ha dilapidado por culpa de una mala gestión. Si a ello se le añade la brutal crisis económica española, la conflictividad social que cabe esperar de un país estancado durante años con millones de parados, la corrupción política y la pérdida de prestigio sufrida por España en la esfera internacional debido al cansando del Rey y la insoportable levedad de Zapatero, habremos completado el cuadro. No parece, por eso, que el glamour de las meninas de Gallardón vaya a ser suficiente para convencer a los miembros del COI de que acepten pasar el verano de 2016 en el secarral madrileño en lugar de en Río de Janeiro.

Zapatero y Gallardón, dos caras de la misma moneda

Y eso que el alcaide madrileño, un señor que no ha practicado jamás deporte alguno, no ha reparado en gastos para conseguir el próximo 2 de octubre el voto, individual y secreto, de los virtuosos miembros del COI. Los recursos materiales, en forma de un elevado presupuesto para dispendios de todo tipo, han sido cuantiosos, y hay quien sostiene que los madrileños habrán gastado cerca de 600 millones de euros en la fallida aventura olímpica. Y ello para una ciudad a la que Gallardón ha endeudado para varias generaciones, hasta el punto de que a finales de año la deuda municipal superará ya la increíble cifra de 8.000 millones de euros, es decir, casi el 155% de sus ingresos corrientes, y muy por encima del 110% que la Ley de Haciendas Locales impone como techo de deuda en relación a tales ingresos. No parece, sin embargo, que la situación preocupe a los madrileños –a los que el faraón literalmente fríe a impuestos de toda índole-, a juzgar por la facilidad con la que se han tragado la píldora que los responsables de Madrid16 les endosaron tras el fallo de la Comisión de Evaluación del COI: “la candidatura de Madrid ha salido reforzada”. Con un par.

Rodríguez Zapatero se apresuró a llamar a Ruiz Gallardón para garantizarle que el Ejecutivo “redoblará los esfuerzos” para que Madrid sea elegida sede de los Juegos de 2016. No esperábamos menos. ¿Será por dinero? Zapatero y Gallardón, dos políticos preocupados en exclusiva por su carrera, con desprecio de los intereses colectivos. Dos almas gemelas: un populista de izquierdas y un populista de derechas. Dos peligros ciertos para la salud democrática y el bolsillo de los españoles: el uno ya probado, con los resultados que eran de prever; el otro latente, pero potencialmente mucho más dañino en razón a su indiscutible mayor talento. El fiasco olímpico impedirá al faraón aliviar la deuda de Madrid con fondos públicos, del mismo modo que frenará su aspiración de llegar a ser presidente del Gobierno. A cambio, ha aprendido mucho. Ha descubierto que hay vida lejos de Madrid y cerca de los grandes centros de decisión internacional. Ha descubierto que un Polanco es poca cosa comparado con un Slim, lo mismo que un Florentino con un Briatore, Agag y Cía. Ha hecho contactos importantes para el futuro. Y ha estado siempre muy bien acompañado. Que le quiten lo bailao

La del miércoles 2 de septiembre no fue una buena noche para Alberto Ruiz Gallardón. En realidad, tampoco había sido un buen día. El regidor madrileño había sido advertido en privado de que el informe de la Comisión de Evaluación del COI sobre las cuatro ciudades que aspiran a organizar los Juegos Olímpicos de 2016 iba a ser muy duro con la capital española. De modo que el munícipe estaba aquella noche de un humor de perros. Un alto cargo socialista durante los Gobiernos de González se lo encontró paseando a su perrita Olimpia por la calle Serrano Anguita, a tiro de piedra de la glorieta de Alonso Martínez, en compañía de su esposa, Mar Utrera, a la que abroncaba en voz alta sin la menor compasión, bronca que la “santa” aguantaba con su ya proverbial estoicismo.

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