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El martes negro de Don Tancredo
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Jesús Cacho

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El martes negro de Don Tancredo

A finales del XIX, cuando la Rusia pobre y campesina de la dinastía Romanov se descomponía víctima de una miseria de siglos provocada por la avaricia

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A finales del XIX, cuando la Rusia pobre y campesina de la dinastía Romanov se descomponía víctima de una miseria de siglos provocada por la avaricia de los latifundistas, al tiempo que la semilla de la revolución avanzaba imparable desde los centros urbanos y los barrios industriales, un diplomático ruso, el conde Osten-Saken, ironizaba ante el príncipe alemán Von Bülock -ministro de Asuntos Exteriores que fue de Hohenlohe (1897) y canciller del Reich (1900)-, refiriéndose a la actitud del zar en estos términos: “L’empereur Nicolas a una indifférence qui frise l’heorisme”. La cita viene como anillo al dedo para un Mariano Rajoy empeñado en convertir su falta de autoridad dentro del Partido Popular en una obra de arte. El tancredismo de Don Mariano, en in crescendo sostenido desde la primera derrota electoral de marzo de 2004, ha alcanzado esta semana sus más altas cotas de estilismo, para desesperación de millones de votantes de la derecha.

El levantamiento del secreto sumarial del caso Gürtel –previsto para el lunes, pero retrasado 24 horas porque el martes salían  cifras de paro registrado- ha provocado en el PP el trauma que era de prever. Trance excesivo, cuando menos, porque quienes han aparecido ahora en los 56.000 folios del juez Pedreira ya figuraban desde hace tiempo como actores de reparto en este drama chusco de chorizos engominados que surgió en el 2002 en torno a la organización de eventos del partido y que, en contacto con la fontanería de Génova, cobró vuelo cuando algunos de tales fontaneros se hicieron alcaldes –periferia rica del noroeste madrileño- y todos juntos en santa compaña decidieron  enriquecerse con las comisiones del negocio inmobiliario, Ayuntamientos gastando a manos llenas, comisiones, fulanas, comilonas y lujo a espuertas en una borrachera de dinero fácil que parecía no iba a terminar nunca, estirpe corrupta desfilando glamurosa por la explanada de El Escorial camino del altar donde matrimoniaba la hija de José María Aznar.

Ni nombres nuevos ni, lo que es más importante, financiación ilegal del partido, al menos que se sepa.

Ni nombres nuevos ni, lo que es más importante, financiación ilegal del partido, al menos que se sepa. Sí, naturalmente, la constatación ya vieja de la existencia de una red de corrupción muy extensa y absolutamente escandalosa tanto en los fines perseguidos como en los medios empleados para enriquecerse. Un asunto muy grave para el PP y, por extensión, para una democracia esencialmente corrupta como la española, algo evidente desde hace muchos años. Y si no ha habido sorpresa mayúscula, ¿Cómo explicar, entonces, la parálisis de miedo, el ataque de terror que durante 48 horas se apoderó de Génova, mientras la armada mediática de la izquierda disparaba inmisericorde su artillería más gruesa? De nuevo el Rajoy dubitativo, pusilánime, premioso. El líder que se esconde en los instantes cruciales. Portador de una serie de valores muy estimables –prudencia, honestidad personal, lejanía de los poderes fácticos del dinero, entre otros- en un contexto político tan envilecido como el español, el gallego resulta un personaje desesperante a la hora de tomar ese tipo de decisiones que están a la altura del sentido común de cualquier mortal.

El enigma Rajoy. ¿Realmente es Arriola el responsable último de esa pauta de conducta cuya característica esencial viene marcada por su desaparición de la escena en los momentos más calientes, porque la clave para heredar los despojos de Zapatero reside en no quemarse con la toma de decisiones arriesgadas? La explicación resulta a estas alturas poco creíble. Tras las generales de marzo de 2008, el aludido excusó públicamente su derrota aludiendo a que durante 4 años no había podido contar ni con equipo ni con política propia, algo que iba a cambiar de forma drástica. Da la impresión, sin embargo, de que sigue cogido por el ronzal de la maraña de intereses que se mueve en la calle Génova. El soft power parece en su caso un no power at all. Es un hecho cierto que la red Gürtel, emparentada con el Clan de Becerril, echa sus raíces en la segunda legislatura Aznar. La mitad de los casi 29 millones de euros que, según el sumario, se embolsan los Correas, se trajinan entre los años 2002 y 2004. En grandísima medida, la trama está, pues, ligada al PP de Aznar, es parte del PP de Aznar, no del de Rajoy. Pero el gallego no se atreve siquiera a insinuarlo públicamente y a obrar en consecuencia, porque eso supondría colocar a Franquito al pie de los caballos.

Desgaste brutal de Rajoy

En el fondo sigue sin atreverse a lo que en términos freudianos se denomina “matar al padre”, algo que le pasará factura porque, como decía Maquiavelo, “La generosidad que supone abandono de poder, ni es rentable ni se debe esperar que sea agradecida”. La que ha pagado esta semana ha sido terrible: la sospecha de que no se atrevía a desalojar a Luis Bárcenas de Génova porque él también estaba trincado. El resultado del entero lance ha sido un desgaste brutal, cuya importancia medirán las encuestas de opinión. Rajoy termina la semana malherido con la apariencia del líder medroso dispuesto a malbaratar con su tancredismo las posibilidades de llegar al Poder y enderezar el rumbo de un país al que la incapacidad de Zapatero ha sumido en el caos. Los acontecimientos le están poniendo el Poder en las manos, pero él parece empeñado en rechazarlo. Se entiende la perplejidad y el desconcierto que estos días embarga a militantes y votantes del PP. Es la sempiterna desgracia de España con sus clases dirigentes, un lamento tantas veces expresado por los Baroja, Ortega y otros.

 

En realidad, Mariano no se atreve a romper con Aznar

En realidad, Mariano no solo no se atreve a romper con Aznar, sino que se ve obligado a acudir a eventos como  el aquelarre que, ad maiorem gloriam suam, el ex presidente montó el jueves en Sevilla para festejar los 20 años de la primera Ejecutiva “del PP de Aznar” (sic). Al pie de la Torre del Oro, el gallego compuso otra pobre estampa al asegurar ante la prensa que Bárcenas se va pero se queda, o no se marcha del todo, en fin, habrá que ver, el grupo parlamentario sabrá… En Sevilla, Aznar predicó duramente contra la corrupción, aunque él se dedica ahora a todo tipo de negocios de intermediación –la llamada “enmienda Florentino”, el último- con toda gran empresa española que se deje, poniendo en un brete constante al propio Rajoy, porque la tarjeta de visita del generalito es que “él es el PP”. Curioso, cuando no deslumbrante, el simbolismo de ese festejo sevillano al que se negó a acudir, cargado de razón, Rodrigo Rato. La ecuación es sencilla: Aznar hizo el PP y Aznar lo deshizo. Se cierra el ciclo. Su responsabilidad a la hora de cercenar las posibilidades de la derecha democrática para gobernar durante los años necesarios para haber acometido la definitiva modernización del país, ha sido y es enorme, y esa derecha democrática no volverá a ser la misma mientras no sea capaz de sacudirse el espantajo de un personaje que ha terminado por convertirse en una caricatura de sí mismo.

El mismo día que se abría el sumario Gürtel, el Parlamento de la nación aprobaba en silencio la ya citada “enmienda Florentino” o la otra cara de una misma moneda llamada corrupción, pero esta al por mayor. Ya conocen la génesis del escándalo: a partir de 2004, en la borrachera de dinero abundante y barato, tres grandes constructoras amigas del Gobierno ZP entraron de la mano del ministro Sebastián en otras tantas empresas energéticas. Una de ellas, Acciona, pudo escapar de la aventura con grandes plusvalías, pero otras dos quedaron atrapadas tras haber invertido grandes sumas que deben a los bancos y que hoy registran importantes minusvalías. Para arreglar ese entuerto, el señor Zapatero ha puesto el Grupo Parlamentario socialista al servicio de Florentino Pérez, presidente de ACS, y de sus accionistas, los hermanos March y los primos Albertos, en orden a modificar una ley que permita a Pérez –y de paso a Luis Del Rivero, presidente de Sacyr, con Juan Abelló como gran accionista- hacerse con el control de Iberdrola y Repsol, respectivamente, y sacar tajada. Para hacerlo posible era preciso acabar con las cláusulas societarias que en ambas empresas limitan los derechos de voto al 10% del capital, con independencia del porcentaje que se posea.

La “enmienda Florentino” o la otra cara de la misma moneda

Y un cambio legislativo en principio lleno de lógica, que hubiera sido necesario abordar con luz y taquígrafos en tanto en cuanto, además, afecta a varias leyes de enjundia, se ha convertido en una operación de alcantarilla directamente pactada, con nocturnidad y alevosía, por el propio Zapatero con Pérez. Tras una serie de aplazamientos motivados por la dificultad de alcanzar la mayoría necesaria, CiU terminó por dar su apoyo al PSOE –nuevo pacto entre ZP y Durán i Lleida- a cambio de aplazar un año la entrada en vigor de la medida y reducirla a las sociedades cotizadas. Pero el propio jueves, y en plena discusión de la enmienda, los socialistas intentaron  cargarse ese año de prórroga que, por cierto, no le viene nada bien a una ACS que en marzo de 2011, antes de que entre en vigor la nueva normativa, tendrá que renegociar el contrato de derivados por el 4,88% de Iberdrola aparcado ahora en Natixis.  ¿Legislación con nombre y apellido? Más que eso: el presidente del Gobierno cuidando de las fortunas de algunos de los millonarios más notorios de este país. “El asunto March ha sido el más escandaloso que ha habido en el mundo, porque, durante once años, el señor March ha tenido a su disposición a los ex-presidentes del Consejo y a los Ministros, y ha mandado en España destituyendo Gobiernos a su antojo”. Frase pronunciada en las Cortes por Francisco De Asís Cambó, ministro de Fomento y Hacienda entre 1918/1922, con Maura como presidente del Consejo.    

Rajoy, torpe hasta decir basta, aparentemente empeñado en seguir instalado durante muchos años de su cómodo estatus de Ministro de la Oposición.

Dicen que los herederos de la dinastía March no están muy contentos con el resultado final de este lance, porque su gestor en ACS les había asegurado que la operación estaba políticamente “mucho más trabada”, y la misma queja exhibe el propio ZP. Ni el PP (fallida mediación de Aznar), ni el PNV, ni IU han apoyado la enmienda. Pelillos a la mar: el reinado de Sánchez Galán en Iberdrola tiene fecha de caducidad, y gracias a CiU el 12% del ACS en la eléctrica ha sido puesto en valor. El gran constructor del Reino ha entrado ya en contacto con un par de multinacionales de la electricidad para darle el pase a su paquete. Gran pelotazo a la vista. Operación Enel corregida y aumentada. Iberdrola vale en Bolsa casi 34.000 millones, cifra que deja los 29 de los Correa and friends en una simple propina. Y todo ello en medio del silencio espeso de unos medios de comunicación que tanta tinta han hecho correr en el caso Gürtel: unos porque hay que defender a Zapatero, la izquierda, y otros porque Floro es amigo rumboso, que además invita al palco del Real Madrid (como se vio anoche), la derecha.

Tal es la influencia de este nuevo March en pequeño que el propio martes, negro día con negras secuelas, el propio Florentino fue el encargado de pronunciar la laudatio en nombre de la amplia representación empresarial que asistió al festejo que el propio Zapatero organizó en honor del coche eléctrico, esa cosa que nos va a sacar de pobres a los españoles, a pesar de que allí estaban Galán (Iberdrola), Brufau (Repsol) y Prado (Endesa). ¡El ladrillo predicando el fin del motor de combustión! Es la claudicación del Ejecutivo ante “los lobbys poderosos que han convertido a los Presupuestos Generales del Estado en una máquina de entregar dinero a su servicio”, como ayer escribía Carlos Sánchez (“Leed mis labios: Menos ladrillos y más ordenadores”) en este diario. Pena y desventura, en suma, de una España crispada como nunca, desalentada hasta el abatimiento, incapaz de ver la línea del horizonte entre un presidente del Gobierno que, con el aparato del Estado a su servicio, parece empeñado en acabar con la posibilidad de la  alternancia por la vía de fumigarse a la oposición, y un Rajoy torpe hasta decir basta, aparentemente empeñado en seguir instalado durante muchos años de su cómodo estatus de Ministro de la Oposición. ¡Bello panorama!

Mariano Rajoy José María Aznar Botella Luis Bárcenas