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Jesús Cacho

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Rebelión a bordo

La frágil, bella, casi anoréxica ministra de Economía Elena Salgado, Orense, 61, no para de lamentarse estos días del error que supuso no haber honrado la

La frágil, bella, casi anoréxica ministra de Economía Elena Salgado, Orense, 61, no para de lamentarse estos días del error que supuso no haber honrado la promesa que a sí misma se hizo de no volver a la política activa. Tras su paso por varios altos cargos durante los Gobiernos de Felipe González, y una tormentosa presidencia de la Fundación Teatro Lírico, de la que fue expulsada por el malvado Miguel Angel Cortés, año 96, primer Gobierno Aznar, la señora peregrinó por cargos de distinto pelaje en el sector privado, el más notable de los cuales fue la consejería delegada de Vallehermoso Telecom, filial del grupo Sacyr. A las órdenes de Luis del Rivero, del que terminó diciendo pestes cuando abandonó la empresa para regresar a la política, se encontraba cuando Jesús Caldera, íntimo amigo y entonces hombre de confianza del incipiente Rodríguez Zapatero, fue a visitarla para plantearle su incorporación inmediata al programa de la “tercera vía” con la que el leonés pretendía cambiar el mundo. La respuesta de Salgado fue rotunda: “Conmigo no contéis y os digo más: si Zapatero llegara un día a ganar las elecciones yo me iría de España…”

La frágil, bella, casi anoréxica Elena Salgado no ha recibido excesivas alegrías de la política, aunque su ego de mujer orgullosa y segura de sí misma haya podido escalar las más altas cotas de la autoestima. Cuando Zapatero retiró su proyecto de Ley del Vino, la Salgado se vino abajo. “Ha sido la única vez que la he visto llorar”, señala uno de sus colaboradores más directos, “la única en que vi a una mujer tan fría pidiendo ayuda a gritos en silencio”. Adicta al trabajo hasta altas horas, a la doña le entraban golpes de sueño en los consejos de ministros “y entonces, apenas apoyada en el borde del sillón, componía un extraño escorzo para dar la espalda al jefe, de modo que no la viera bostezar”. Zapatero no la destituyó tras el episodio del vino, como muchos esperaban. Muy al contrario, puso en sus manos la gestión de la Economía de un país que ya se deslizaba sin frenos por la pendiente de una crisis de dimensión desconocida. Demasiada carga para los frágiles hombros de una mujer cuya ambición le impidió advertir el riesgo que entrañaba penetrar en las fauces del dragón. “Nunca nadie en la vida política española ha tratado tan mal a una mujer como Zapatero, el profeta del feminismo, está tratando a Salgado. La ningunea, la desautoriza, la desprecia, no se le pone al teléfono y, lo que es peor, no se recata en admitir en público que su nombramiento fue un grave error…”  

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 La Salgado como ojos, cara y gesto de un Gobierno desbordado por la gravedad de una crisis que rebasa de lejos su nivel de competencia. “Es el principio del fin”, asegura un dirigente del partido. “La parálisis es total. No hay Ejecutiva; el Gobierno está roto; el Comité Federal, como las propias  federaciones, desmotivadas, y el Grupo Parlamentario sin recibir instrucciones de ningún tipo salvo ocurrencias. De la Vega está amortizada, aunque las desgracias de Salgado le han producido un subidón en los últimos días. La Pajín no existe, y Chacón no se moja ni en la ducha: ha decidido esconderse en espera de tiempos mejores y lo único que hace es pedir ‘todo el apoyo para José Luis’. Nadie en el Consejo de ministros del jueves 20 sabía que se iba a prohibir endeudarse a los Ayuntamientos. Nadie sabe lo que cocina el presidente, de modo que vas un día a una radio y cuando llegas resulta que el Gobierno ha cambiado el Decreto o ha rectificado la Orden o lo que sea, y te encuentras con que el periodista sabe más que tú y tú haces el ridículo… La sesión del Congreso de este jueves donde aprobamos las medidas de ajuste resultó un calvario: votamos por disciplina, como siempre en el PSOE, pero en contra de nuestros instintos, después de soportar el castigo inmisericorde de todos los grupos, particularmente de la derecha, y con razón, porque en el fondo lo que estábamos aceptando era una enmienda a la totalidad de la línea ideológica y el programa del partido y, además, por decreto…”

Rodríguez Zapatero como lastre para el PSOE

La foto del banco azul, las caras -estoicas, inmóviles, cansadas- de las vicepresidentas (¡qué dos rostros para un retrato a lo Gertrude Stein!), escoltadas por un adusto Zapatero y un desencajado Chaves, era la viva demostración del estado en que hoy malvive un Gobierno reducido a escombros. Muchos recordaron la escena de Il Gattopardo, cuando el Príncipe de Salina y su familia huyen de la Sicilia invadida por las tropas de Garibaldi para ir a refugiarse en el castillo familiar de Donnafugatta. A su llegada, el pueblo les ofrece un solemne tedeum de bienvenida, y en la iglesia, con la familia en la primera bancada, Visconti hace desfilar la cámara por los rostros cetrinos, agotados, cubiertos por el polvo de la diligencia, de los Salina, caras como espectros envueltas en un halo de misterio, caras como símbolos de la decadencia de una  familia que se creyó dueña inmutable de su tiempo. “El presidente está groggy. Nadie sabe lo que puede estar pasando por su cabeza. Al margen del apoyo que pueda estar recibiendo de gente como Javier de Paz y sus amigos empresarios socialistas, su círculo más cercano ha quedado reducido a su jefe de gabinete, José Enrique Serrano, su primo y confidente, José Miguel Vidal, flamante consejero de la Agencia EFE, y su inseparable Angélica Rubio”.    

Si en cuestión de precios hay que seguir de cerca la evolución de la inflación subyacente, y en lo que a cimientos atañe hay que vigilar las corrientes subterráneas para que el edificio no se venga abajo, tal vez la pista más importante a seguir en el seno del PSOE sea el convencimiento que se ha instalado durante las últimas semanas en el partido de que José Luis Rodriguez se ha convertido en un lastre que amenaza con llevarle a la oposición durante muchos años, partido laminado, sin perfiles, reducido a cero por la ambición del leonés. ¿Rebelión a bordo? El segundo oficial Fletcher Christian solo se decidió a quebrantar la ley y tomar el mando de la Bounty después de soportar durante meses la férrea disciplina y los brutales castigos a que el despótico capitán Bligh sometía a la tripulación. ¿Está el PSOE maduro para alzarse contra Zapatero? ¿Han llegado las cosas a tal punto de irreversibilidad como para hacer inevitable la defenestración del presidente por accidente? ¿Cuenta el partido en la reserva con su oficial Christian?

El plan de ajuste aprobado el jueves tendrá efectos demoledores sobre el consumo y, sobre todo, la confianza de los españoles

Puede que ese momento no haya llegado todavía, pero llegará. La situación solo puede empeorar. El plan de ajuste aprobado el jueves, a pesar de ser claramente insuficiente para las necesidad reales del momento, unido a la inminente subida de impuestos (IVA entre otros) tendrá efectos demoledores sobre el consumo y, sobre todo, la confianza de los españoles, retrasando por tanto el crecimiento y, naturalmente, la creación de empleo. Lo aprobado el jueves no es más que el inicio de una dolorosa cadena de sacrificios traducidos en dolor para muchos y pérdida de riqueza para casi todos. Los españoles hemos vivido muy por encima de nuestras posibilidades durante años, con un Gobierno que, en lugar de adoptar las medidas correctoras que hubieran podido paliar el desastre, se ha limitado a llevarnos alegremente hasta el pie de precipicio durante 6 años. De la cordura y capacidad de sacrificio de los españoles, de la calidad (?) de su clase política, dependerá que la crisis se acorte de modo que a partir de 2014 seamos capaces de empezar a generar empleo neto de forma apreciable. En caso contrario, España tiene por delante no menos de 10 años de estancamiento, al final de los cuales habremos retrocedido varias décadas en lo que a nivel de vida se refiere. Para que ocurra lo primero, es preciso adoptar cuanto antes una serie de reformas que pasan por adelgazar el sector público, recortar la nómina funcionarial, reformar las pensiones, meter el bisturí en el gasto sanitario, acabar con una legislación laboral heredada del franquismo, privatizar, liberalizar, y algunas cosas más. ¿Es utópico mentar esta letanía sin al tiempo abordar una profunda reforma de nuestras instituciones, concretada en esa genérica regeneración democrática tan ansiada como perennemente olvidada?   

Todo al albur de las elecciones catalanas

La alternativa tendrá que surgir de un gran pacto entre el viejo PSOE (Alfredo Pérez Rubalcaba) y el nuevo (José Blanco)

Muchos pensamos que sí. Que es utopía. Lo cierto es que estamos ante una tarea que rebasa con mucho las capacidades de un Ejecutivo y un presidente cuyo ciclo ha terminado. La crisis de Gobierno que se avecina servirá apenas para darle un respiro hasta septiembre. Los movimientos ya han empezado en el PSOE para buscar un recambio a Zapatero. Parece evidente que la alternativa, difícil de concretar antes de las próximas generales, tendrá que surgir de un gran pacto entre el viejo PSOE (Alfredo Pérez Rubalcaba) y el nuevo (José Blanco). Ambos están ya dando los primeros pasos en busca de un acuerdo. ¿Adelanto electoral? Todo queda al albur de las elecciones catalanas, hito en el camino de una CiU dispuesta a que nada ni nadie enturbie su regreso al Palau de la Generalitat. A partir de ahí, los de Artur Mas podrían dejar caer a Zapatero cual fruta madura, incluso pactando una moción de censura con el PP. “En Ferraz están presionando a tope para que Montilla convoque las catalanas antes de la votación de los PGE para 2011, sesión que suele celebrarse el 22 de octubre, pero Montilla insiste en que serán después, justo en la segunda semana de noviembre, dispuesto como está a luchar por recuperar terreno hasta el último minuto”.     

¿Y el Partido Popular? Pocas veces la decisión de votar en contra –iniciativa defendida con ardor, pásmense, por el mismísimo Pedro Arriola- del paquete de ajuste ha dividido tanto el voto popular. Curioso: los que viven de la política –dentro y fuera del PP- entienden y hasta justifican ese voto, mientras que la gente del común mayoritariamente lo critica. El PP corre un serio riesgo, que no es otro que el de jugar a rebasar al PSOE por la izquierda, sin reparar en que, para populismo, siempre será mejor el original que la copia. Son los atavismos de aquella “justicia social” de la Falange, tan cercana al concepto de “lo social” de ZP, metida hasta el tuétano español desde los tiempos de Don Pelayo. La derecha política sabe de sobra que España se enfrenta, de grado o por fuerza, a un ajuste de caballo si quiere recuperar competitividad y salir del hoyo. Llamada a gobernar en breve, ¿qué sentido tiene poner piedras en el camino de un Ejecutivo obligado por los amos de la UE a realizar parte del “trabajo sucio” que él mismo tendrá que acometer si llega a Moncloa? De chiste resulta oír a gente principal del PP retar a Zapatero a subir impuestos a los ricos. Los millonarios de verdad no pagan impuestos, como bien sabe Cristóbal Montoro, y quienes soportan el peso de esa carga son las clases medias. No estaría de más que un partido que se dice de derechas se comportara como tal. De modo que, señor Rajoy, menos “política” de corto plazo y más sentido común a largo. No es tiempo para bromas.

La frágil, bella, casi anoréxica ministra de Economía Elena Salgado, Orense, 61, no para de lamentarse estos días del error que supuso no haber honrado la promesa que a sí misma se hizo de no volver a la política activa. Tras su paso por varios altos cargos durante los Gobiernos de Felipe González, y una tormentosa presidencia de la Fundación Teatro Lírico, de la que fue expulsada por el malvado Miguel Angel Cortés, año 96, primer Gobierno Aznar, la señora peregrinó por cargos de distinto pelaje en el sector privado, el más notable de los cuales fue la consejería delegada de Vallehermoso Telecom, filial del grupo Sacyr. A las órdenes de Luis del Rivero, del que terminó diciendo pestes cuando abandonó la empresa para regresar a la política, se encontraba cuando Jesús Caldera, íntimo amigo y entonces hombre de confianza del incipiente Rodríguez Zapatero, fue a visitarla para plantearle su incorporación inmediata al programa de la “tercera vía” con la que el leonés pretendía cambiar el mundo. La respuesta de Salgado fue rotunda: “Conmigo no contéis y os digo más: si Zapatero llegara un día a ganar las elecciones yo me iría de España…”

Elena Salgado