Con V de voto
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La consulta endiablada de Sánchez
La consulta que el socialista ofrece a ERC a cambio del apoyo en la investidura es un arma de doble filo que va a marcar esta convulsa legislatura de coalición entre el PSOE y Podemos
La consulta que Pedro Sánchez ofrece a Esquerra Republicana a cambio de su apoyo en la investidura será el arma de doble filo que marque esta convulsa legislatura de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. Eso es así, porque de llevarse a cabo, no ahorrará turbulencias en las aguas de la derecha (Partido Popular, Vox) con esperable envite ante los tribunales. O bien, podría suceder que la consulta pasara como un incumplimiento más de Moncloa que siga soliviantando al independentismo hiperventilado del sector Puigdemont.
En primer lugar, sucede que no es seguro que el PSOE vaya a llevar esa consulta finalmente a cabo. El acuerdo con ERC lo único que pone de manifiesto es la voluntad de someter a votación el acuerdo resultante de la mesa de negociación entre Gobierno y Generalitat. Ahora bien, si no hay acuerdo, poco habría que someter a la ciudadanía catalana. En ese sentido, no parece ser que ni Esquerra ni los socialistas estén dispuestos a ceder ni un ápice. Así lo asumió el ministro José Luis Ábalos en su comparecencia este viernes.
El hecho es que las únicas posibilidades amparadas por el "ordenamiento jurídico" serían las de una reforma del Estatut o, a lo sumo, del tipo de la financiación en Cataluña. Según el Tribunal Constitucional, dichas consultas no pueden ser relativas a ninguna medida que suponga la reforma de la Constitución. Eso es así, desde la sentencia del TC sobre el Plan Ibarretxe (2008) y especialmente la sentencia del mismo TC sobre la consulta del 9-N de 2014, por la que fueron inhabilitados Artur Mas, entre otros 'consellers' de su Govern.
Así pues, Esquerra no se podrá decir engañada, sabiendo el precedente de Pedralbes y el lío del relator que sacó al PSOE de la mesa de diálogo. Asimismo, si alguna de esas medidas legales se sometiese a votación, nada garantiza que obtuviese apoyo mayoritario, sin el aval de las fuerzas de la derecha (Vox, PP, Cs) y con el independentismo menos posibilista boicoteando una eventual consulta (JxCAT, CUP). Es decir, un obús en el crédito político de ERC, cuya cúpula lo ha fiado todo a su apuesta de investir a Sánchez.
Sin embargo, la cuestión mollar es el efecto a corto plazo que la consulta tendrá en la estabilidad política. Para Sánchez, supondrá el compás del avance de la legislatura. Pasa que el apoyo a los presupuestos no está cerrado en el acuerdo con ERC, y el gobierno de coalición con Pablo Iglesias solo suma 155 diputados. En consecuencia, los republicanos podrían supeditar sus 13 votos al avance de una negociación —que ambos actores pueden prever estéril—. Y superar eso será la primera prueba de fuego para la estabilidad de este Gobierno.
Por otra parte, la consulta ya ha abierto la lucha en el seno del Govern de la Generalitat. Para Quim Torra, este viernes inhabilitado de forma exprés por la JEC, sirvió para cargar tintas contra los republicanos por no haber logrado un referéndum real. Eso evidencia el rédito que Puigdemont podría sacar de un fracaso en la 'operación consulta' de ERC con el PSOE. Sin embargo, la idea de una consulta hará por momentos las delicias del imaginario independentista, que se creerá más cerca de la autodeterminación.
Así las cosas, el rechazo de Torra casará con la reacción que la derecha política ya promete en los tribunales, el Congreso y en la calle. El PP anuncia apoyar directa o indirectamente movilizaciones, que podrían emular la reacción de la Plaza de Colón de febrero —volviendo al más puro estilo de la estrategia de la crispación—. Por su parte, Vox ya avisó de que con sus 52 diputados podrían someter las llamadas leyes "liberticidas" al juicio del TC, al ser 40 diputados el mínimo indispensable para lograr que se pronuncie el alto tribunal.
Con todo, la consulta de Sánchez será el principal órdago polarizador de esta legislatura, que el martes arrancará de facto. Porque reavivará el conflicto en el espacio izquierda-derecha, y porque no parece obtener el resultado esperado: a saber, paliar el conflicto en Cataluña. Debería haber entendido la política española de la necesaria concurrencia entre PP y PSOE en cualquier vía de resolución para la crisis soberanista, visto el fracaso de las estrategias individuales (Estatut…), como ya asumió alguna voz del gobierno Rajoy.
Eso, y que a la correlación de fuerzas posibilista ERC-Podemos-PSOE, le esperará con los colmillos afilados la de JxCAT-PP-Vox.
La consulta que Pedro Sánchez ofrece a Esquerra Republicana a cambio de su apoyo en la investidura será el arma de doble filo que marque esta convulsa legislatura de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. Eso es así, porque de llevarse a cabo, no ahorrará turbulencias en las aguas de la derecha (Partido Popular, Vox) con esperable envite ante los tribunales. O bien, podría suceder que la consulta pasara como un incumplimiento más de Moncloa que siga soliviantando al independentismo hiperventilado del sector Puigdemont.