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A Pedro Sánchez se le complica la reconstrucción
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Estefania Molina

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A Pedro Sánchez se le complica la reconstrucción

La victoria del irlandés Paschal Donohoe agria el panorama a PSOE-Podemos porque les deja a merced de un referente del ala frugal y crítico con los incumplimientos del déficit

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
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Pedro Sánchez ha visto estallar esta semana una importante baza política para su estrategia de reconstrucción económica con la derrota de la vicepresidenta Nadia Calviño al frente del Eurogrupo. El presidente quería mantener el gasto social del Gobierno de coalición y procurar ningún recorte en la Economía. Sánchez contaba con la influencia de Calviño para negociar una condicionalidad cero, o más ventajosa, de los fondos de rescate de la Unión Europea. Sin embargo, la victoria del irlandés Paschal Donohoe agria el panorama a PSOE-Podemos porque les deja a merced de un referente del ala frugal y crítico con los incumplimientos del déficit.

El desembarco de Donohoe guarda así un potente significado de fondo, pese a que el Eurogrupo no tiene funciones específicas como órgano. De un lado, se pone en evidencia una correlación de poder entorno a los Estados de la UE liberales y los llamados ‘halcones’, partidarios de la disciplina fiscal (Austria, Holanda…). Esto es, una línea contraria a la de España e Italia sobre no condicionar los fondos a ajustes, a lo sumo a mínimas reformas. De ese modo, el presidente irlandés tiene influencia informal porque llevará la batuta para coordinar la postura del Banco Central Europeo, la Comisión y los Estados en los asuntos monetarios.

Así pues, la envergadura del “escudo social”, proclamado por el Ejecutivo de Sánchez-Iglesias para diferenciarse de Mariano Rajoy en la crisis de 2008, queda a merced de una dura negociación en Bruselas. Este viernes, el presidente de la Comisión, Charles Michel, avisó que se mantiene la propuesta de los 750.000 fondos a repartir, pero que podría haber un recorte del presupuesto comunitario o mayor condicionalidad, aunque hasta el Consejo europeo del 17 y 18 de julio ello no se debatirá. Moncloa ha hecho crecer el déficit en los últimos meses, algo que podría no ser bien visto.

Foto: La vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, en Galicia. (EFE)

Todo ello hace que el lamento de Podemos sobre el triunfo de Donohoe en parte algo de sincero. Calviño es considerada como el contrapeso de Iglesias en el Ejecutivo, su principal escollo para cuestiones como derogar íntegramente reforma laboral. E incluso, se veía el liderazgo de la vicepresidenta como una forma de garantizar que España cumpliría a rajatabla los paradigmas de moderación fiscal, acercando a Sánchez a Ciudadanos. Pero si España sale mal parada en la negociación de los fondos, el Ejecutivo ya solo podrá sostenerse de las subidas de impuestos.

Asimismo, la formación morada asume paradójicamente otro riesgo político. Afirma Iglesias en su libro ‘Disputar la democracia’: “Europa es un nombre que hoy se identifica con hombres de negro y tecnócratas que controlan cuentas y dan instrucciones expeditivas a los gobiernos”. Podemos hizo gala en 2015 de un concepto de ‘soberanía nacional’, basado en no priorizar los dictámenes económicos europeos, si eran en contra de la voluntad de la ‘gente’. Iglesias podrá culpar ahora a Donohoe, envolverse eventualmente en una bandera de crítica euroescéptica, o creer que se impone a Calviño. Pero parte de la suerte de España se fía ahora a la capacidad de influencia de Alemania y a un escenario incierto.

En segundo lugar, Podemos ha encontrado en Vox un duro competidor por el voto ciudadano desafecto con el sistema. La estrategia de Santiago Abascal es dar el giro obrerista, emulando la estrategia lepenista en Francia. Máxime, si Sánchez e Iglesias no logran gestionar la crisis sin recortar el gasto social (ERTE, Ingreso Mínimo Vital…). Vox planea incluso la creación de un “sindicato de trabajadores”. Abascal asume que ha rascado todos los votos que podía en el PP. Por eso, brujulea ahora por los nichos de electores antes votantes de la izquierda, bajo la premisa de que quizás sumen así mayoría absoluta con Casado.

placeholder El presidente y líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE)
El presidente y líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE)

Ahora bien, parte de la estrategia del gobierno de coalición es echar la culpa al Partido Popular de la condicionalidad europea. La vicepresidenta Calviño denunció este viernes en Onda Cero la “agresiva campaña del PP europeo” para que ella perdiera. Casado no fue hábil al posicionarse mediáticamente del lado de las reformas, al menos, es la imagen que ha dado en el Congreso. Ahora le tocará pagar parte del pato de sus colegas comunitarios y de un cálculo erróneo en su estrategia política de desgaste: la creencia de que el Gobierno caería por la pandemia.

Tercero, los apoyos políticos de Sánchez son frágiles. A Ciudadanos no le entusiasmó la idea de las subidas de impuestos. Si Bruselas dicta reformas, la formación naranja tendrá difícil abrirse a lo contrario, aunque apoyar unos presupuestos es la única forma de exhibir utilidad política para Cs.

A todo ello se le suma ahora el nuevo fuego en el independentismo, que complica la situación a Esquerra Republicana. Junts per Catalunya quiere que la condición para reunir la mesa de diálogo sea fijar una fecha para el referéndum, y trata de dejar a ERC en evidencia al dudar de la utilidad de ese encuentro con el Ejecutivo Sánchez. Torra cree haber salido reforzado con su gestión del Covid-19 y sigue a la espera de la vista para su inhabilitación el 17 de septiembre. A ese rédito político se le suman los movimientos de Carles Puigdemont poniendo en marcha su nuevo partido. Eso deja Podemos más cerca de Ciudadanos, aunque su conveniencia sería recuperar a Esquerra Republicana, bajo la creencia de no alejarse del programa de coalición con el PSOE.

Aunque con el inesperado movimiento europeo, a Sánchez se le complica la estrategia y a Iglesias quizás se le ponga cara de Alexis Tsipras, pese a proclamar este viernes que Europa “había aprendido” de 2011.

Pedro Sánchez ha visto estallar esta semana una importante baza política para su estrategia de reconstrucción económica con la derrota de la vicepresidenta Nadia Calviño al frente del Eurogrupo. El presidente quería mantener el gasto social del Gobierno de coalición y procurar ningún recorte en la Economía. Sánchez contaba con la influencia de Calviño para negociar una condicionalidad cero, o más ventajosa, de los fondos de rescate de la Unión Europea. Sin embargo, la victoria del irlandés Paschal Donohoe agria el panorama a PSOE-Podemos porque les deja a merced de un referente del ala frugal y crítico con los incumplimientos del déficit.

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