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Comenzó de azul y terminó homenajeado por el Príncipe
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Joan Tapia

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Comenzó de azul y terminó homenajeado por el Príncipe

Pasqual Maragall, su cómplice en los Juegos del 92, lo definía ayer como “un hombre especial”. Sí, fue un político del Movimiento que se supo reconvertir

Pasqual Maragall, su cómplice en los Juegos del 92, lo definía ayer como “un hombre especial”. Sí, fue un político del Movimiento que se supo reconvertir en el estadista del olimpismo mundial. Y en embajador de la Catalunya y la España democráticas.

 

De una familia de propietarios textiles, a los 19 años se encontró con que era uno de los catalanes que había ganado la guerra. Entregado al deporte, inició su carrera política por el jockey (donde los equipos catalanes hicieron época en los 50) y llegó a ser Delegado Nacional de Educación Física y Deportes, el cargo emblemático de la antigua Secretaría General del Movimiento.

Era un catalán en el Madrid del primer desarrollismo. Pasaba fines de semana en su piso de la calle general Goded (hoy Pau Casals) de Barcelona y su horizonte iba más allá de un régimen que sabía finito. Por eso se empeñó en ser miembro del Comité Olímpico Internacional (1966) y salir elegido (dos veces) Procurador en Cortes de representación familiar por Bacelona.

En el tardofranquismo, fue presidente de la Diputación (Barcelona) y alguien dijo que era un azul catalán. Por encima de todo, un pragmático convencido. Estaba en el Movimiento porque en la España de Franco la vocación política así lo exigía (él arriesgaba sólo en el deporte). Pero intuía que, muerto Franco, el futuro de España estaba en los países de economía de mercado y democracia política del Mercado Común.

En la Diputación trenzó contactos –y amistades- en una prensa que se empezaba a abrir. Y cuidó los detalles. La noche de la muerte de Franco hizo sustituir, a gran velocidad, la mayoría de retratos del general por los del Príncipe Juan Carlos.

Era un azul como Suárez o Martín Villa. Jóvenes con ambición que venían de Falange pero que apostaron por una fuerza política “centrista” (de derecha pragmática y transformista) que garantizara el orden, evitara la polarización y ganara elecciones. Pero era intuitivo.

Hizo un tour de piste montando Concordia Catalana, grupo de patricios preocupado por la política, pero olió que Cataluña iba a oscilar entre la izquierda y el catalanismo. No encajaba y pactó con Suárez, algo que pareció extrañísimo. Le llegó la embajada en la URSS. Y en Moscú trenzó una brillante operación que le hizo ser elegido (1980) presidente del COI.

Aquí empieza su reconversión en un estadista del deporte. Primero el éxito internacional. Desde Laussane, donde vivió gran parte de sus 21 años de mandato en una discreta suite tras vender a sus hermanos su parte de la empresa familiar, logra hacer de los JJ.OO., que atravesaban por una profunda crisis, el gran acontecimiento deportivo de la globalización.

Recurrió a los patrocinios, los derechos televisivos y a un trabajo continuo de embajador (de viajante catalán). Sus allegados dicen que visitó todos los países en viajes exprés: almuerzo protocolario, visita a la sede del Comité Olímpico del país, entrega de la condecoración al Jefe de Estado correspondiente... y avión. El tiempo justo. Le gustaban las reuniones de 15 minutos

El falangista y los socialistas Serra y Maragall

Y empieza la reconquista de Cataluña y de España. A los que veían en él un antiguo falangista les tienta con la candidatura de Barceloan a los JJ.OO del 92. Y el socialismo pragmático de los alcaldes Serra y Maragall ve ahí la oportunidad del gran cambio urbanístico de la ciudad. Otra Exposición del 29. Empresarios como Ferrer Salat (CEOE) y Leopoldo Rodés (amigo de Samaranch) se suman. Sólo Pujol, celoso del protagonismo de Maragall, es reticente en el primer tiempo. Y los Juegos son un gran éxito. Es el último momento de la fase plena del felipismo. Barcelona-92, la Expo de Sevilla, el primer AVE… la nueva España.

Y ya se ha incorporado a La Caixa (fichaje de Vilarasau), donde como presidente no ejecutivo da alas y potencia a un equipo de primera división: Vilararasau, Fainé, Fornesa, Brufau… Quieren demostrar que la pregonada ineptitud financiera de los catalanes es falsa. Hoy Fainé es la apuesta de todos, políticos y cajeros (Elena Salgado, Rato, Durán Lleida, Braulio Medel, incluso Franco…), para sacar a las cajas del mal momento. Y es que La Caixa obtiene ella sola el 49% de los beneficios del sector y se ha convertido en la cabecera de un potente grupo industrial.

Con el activo de los Juegos del 92, de La Caixa y de un movimiento olímpico triunfante, Samaranch devino de forma natural una personalidad indiscutida y admirada. Un día el mundo anglosajón le atacó (el fantasma de la corrupción olímpica) pero salió ileso. Y como recordó ayer, en el acto de despedida, el alcalde Gallardón, no dudó tampoco en trabajar a fondo por la candidatura de Madrid.

El Príncipe Felipe dijo ayer que Samaranch era un Coloso. Una forma de definir a un político pragmático, trabajador, que supo ganar los partidos que jugó. Y abandonar discretamente los que intuía que perdería. La apuesta de Moscú, la jugada de Barcelona-92 junto a los socialistas, la intuición de Asia como el continente del futuro (Juegos de Seúl y luego de Pekín) están ahí.

Era un Coloso, o un hombre especial. Inició su carrera como azul en la Barcelona de postguerra y ayer fue homenajeado por el Príncipe Felipe, el president Montilla, los antiguos presidents Pujol y Maragall, el alcalde Gallardón, el nuevo presidente del COI… Y, en una discreta segunda fila, Mariano Rajoy.

Del “Contamos Contigo” de cuando era Delegado Nacional del Movimiento al “Amigos para Siempre” de la Barcelona socialista. Y los dirigentes del Partido Comunista Chino le han erigido un monumento en Pekín.

*Joan Tapia fue director de La Vanguardia y director de Barcelona Televisió (BTV).

Pasqual Maragall, su cómplice en los Juegos del 92, lo definía ayer como “un hombre especial”. Sí, fue un político del Movimiento que se supo reconvertir en el estadista del olimpismo mundial. Y en embajador de la Catalunya y la España democráticas.