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Barcelona: con móviles, pero sin CMT
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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Barcelona: con móviles, pero sin CMT

El martes pasado señalaba la inteligente política de apoyo-desgaste que Alicia Sánchez Camacho, líder del PP catalán, aplica al gobierno de CiU. Pero no todo le

El martes pasado señalaba la inteligente política de apoyo-desgaste que Alicia Sánchez Camacho, líder del PP catalán, aplica al gobierno de CiU. Pero no todo le sonríe. La ministra de Fomento, Ana Pastor, acaba de meter el dedo en el ojo a dos demandas catalanas -la gestión individualizada del aeropuerto de El Prat y la apuesta por el corredor ferroviario del Mediterráneo- que Zapatero acabó aceptando. Lo peor para el PPC es que no son reivindicaciones soberanistas (o de CiU) sino de todo el arco parlamentario y del mundo económico. Conviene recordar que la exigencia de la gestión individualizada del aeropuerto congregó en el 2007 a la flor y nata del empresariado en el marco nada nacionalista del IESE, Instituto de Estudios Superiores de la Empresa, con sede en Barcelona pero de la Universidad de Navarra.

La pérdida de la CMT (y la marcha atrás en el aeropuerto y el eje del Mediterraneo) hacen perder a Barcelona centralidad económica y enturbian la relación con Madrid y con el resto de España

Además el viernes el Consejo de Ministros unificó todos los organismos reguladores de la competencia en una nueva Comisión Nacional de Mercados y Competencia, lo que arrebata a Barcelona la sede de la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT), lograda cuando José Montilla era ministro de Industria. Fue un paso en lo que el mejor Maragall (el alcalde de los JJ.OO) reclamaba siempre ir construyendo dosis de bicapitalidad. Era una idea atrevida y polémica, tanto en Madrid como en Barcelona. Y su ninguneo sistemático sólo ha alimentado la tentación independentista de una parte de Catalunya. Pero hoy no pretendo abrir el asunto de la bicapitalidad -habrá que volver- sino señalar que la pérdida de la CMT (y la marcha atrás en el aeropuerto y el eje del Mediterraneo) hacen perder a Barcelona centralidad económica y enturbian la relación con Madrid y con el resto de España.

Aunque no todo es negativo. Ayer se abrió la nueva edición del congreso mundial de la telefonía móvil. El peligro era que la estancia en la ciudad de más de 65.000 congresistas de 150 países –que agotan la capacidad hotelera- tuviera que coexistir con una huelga de metro y autobuses de TMB (Transportes Metropolitanos de Barcelona), donde la CGT, el sindicato más radical, es fuerte. Afortunadamente los trabajadores del metro decidieron el sábado, en referéndum, aceptar la propuesta de la empresa. Y el domingo por la noche en una tensa asamblea 3.000 trabajadores de autobuses votaron, a mano alzada, desconvocar la huelga. Era un conflicto que habría dañado la imagen de la ciudad y encrespado los ánimos ya que Barcelona -elegida el pasado año, en dura competencia con otras capitales, sede de Congreso Mundial de Móviles para el periodo 2013-2018- espera mucho de la asociación con este sector puntero.

Ayer Barcelona y Xavier Trias, el alcalde de CiU, respiraron aliviados. No sólo por el metro sino también por el estreno de La Bohème, amenazada por otra huelga -la de los tabajadores del Liceu- que contestaban así a un ERE de suspensión temporal. Afortunadamente la semana pasada un acuerdo evitó el escándalo, pero el Liceu sufre una politización de sus órganos rectores que el Teatro Real de Madrid ha sabido corregir con más rapidez.

El martes pasado señalaba la inteligente política de apoyo-desgaste que Alicia Sánchez Camacho, líder del PP catalán, aplica al gobierno de CiU. Pero no todo le sonríe. La ministra de Fomento, Ana Pastor, acaba de meter el dedo en el ojo a dos demandas catalanas -la gestión individualizada del aeropuerto de El Prat y la apuesta por el corredor ferroviario del Mediterráneo- que Zapatero acabó aceptando. Lo peor para el PPC es que no son reivindicaciones soberanistas (o de CiU) sino de todo el arco parlamentario y del mundo económico. Conviene recordar que la exigencia de la gestión individualizada del aeropuerto congregó en el 2007 a la flor y nata del empresariado en el marco nada nacionalista del IESE, Instituto de Estudios Superiores de la Empresa, con sede en Barcelona pero de la Universidad de Navarra.