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¿Quiere ser Catalunya independiente?
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Joan Tapia

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¿Quiere ser Catalunya independiente?

Hablar de una hipotética independencia de Catalunya en un medio influyente en la conformación de la opinión española no es cómodo. Pero debo hacerlo, pues El

Hablar de una hipotética independencia de Catalunya en un medio influyente en la conformación de la opinión española no es cómodo. Pero debo hacerlo, pues El Confidencial me encarga que explique lo que sucede en Cataluña. Hace quince años plantear la independencia era una opción casi estrafalaria y en todo caso minoritaria. Entonces Jordi Pujol, líder del nacionalismo catalán, fue designado “Español del año” por el diario ABC que dirigía Luis María Anson.

Ahora, un significativo segmento de la opinión pública es independentista. En la encuesta del Centre d´Estudis d´Opinió de la Generalitat (CEO) del viernes, el porcentaje de los que dicen que votarían a favor es del 44% (contra un 24%). No hay que exagerar el dato ya que, en sentimiento identitario, el 42,4% se siente “tan catalán como español” y el 28,1% “mas catalán que español” frente al 21,1% que se considera “sólo catalán”.  

Y sobre las aspiraciones de futuro, el 29% quiere un estado independiente, por debajo del 30,8% que prefiere el estado federado con España. Además, un 27,8% desea seguir siendo una CCAA. Pero la evolución es fuerte. Por primera vez los partidarios de la independencia superan a los de la CCAA y han pasado del 21%, cuando el CEO empezó a hacer la pregunta con el tripartito, al actual 29%. El gran salto se ha dado con la llegada de CiU al poder, del 24,5% de enero del 2011 al 29% ahora.

Por primera vez los partidarios de la independencia superan a los de la CCAA y han pasado del 21%, cuando el CEO empezó a hacer la pregunta con el tripartito, al actual 29%CiU, un partido en el que primaba el autonomismo, se ha ido convirtiendo (no del todo) al soberanismo. El mismo Jordi Pujol dice (El Periódico de Catalunya, martes 28 de febrero): “En este momento votaría que sí (a la independencia)”. Y en el congreso de marzo Jordi Pujol pasará a ser presidente honorario del partido, Artur Mas (ahora secretario general) le relevará y Oriol Pujol (hijo del antiguo presidente) pasará a controlar CDC desde la secretaría general.

Y Oriol Pujol, en una entrevista -prudente con Rajoy- publicada en La Razón del pasado domingo no vacilaba en afirmar: “Queremos trabajar para que el soberanismo sea la opción mayoritaria… queremos que la soberanía sea el eje central de la vida política de Catalunya”. Incluso Duran Lleida verá disputado su liderazgo en el congreso de Unió Democràtica de abril por un candidato independentista, Vilá d´Abadal, alcalde de Vic y presidente de los municipios independentistas, aunque todo indica que con pocas posibilidades.  

¿A qué se debe esta notable evolución del primer partido catalán que en los últimos comicios ha aumentado su ventaja sobre el segundo, el PSC? Primero, a la actitud prepotente de Aznar con Pujol en su segunda legislatura (la de la mayoría absoluta). Al principio hizo que electores de CiU se corrieran a ERC, pero luego favoreció el reposicionamiento soberanista de CDC. Segundo, a la campaña contra el nuevo Estatut del PP (con indudables excesos) y la sentencia del Tribunal Constitucional anulando algo que ya votado y refrendado en Catalunya.

¿Es una evolución imparable? No, pero el clima se ha enturbiado mucho y es complicado volver a meter la pasta dentífrica en el tubo cuando ya ha empezado a salir. En todo caso, exigirá prudencia, habilidad y hacer trabajar más el cerebro que a las vísceras. Tanto en Madrid como en Barcelona.

Hablar de una hipotética independencia de Catalunya en un medio influyente en la conformación de la opinión española no es cómodo. Pero debo hacerlo, pues El Confidencial me encarga que explique lo que sucede en Cataluña. Hace quince años plantear la independencia era una opción casi estrafalaria y en todo caso minoritaria. Entonces Jordi Pujol, líder del nacionalismo catalán, fue designado “Español del año” por el diario ABC que dirigía Luis María Anson.