El ruido de la extraña pareja CiU-PPC

Tras un año en la Generalitat sin mayoría absoluta, Artur Mas ha elegido –de facto aunque no de jure- al PPC como socio preferente. No tienen grandes diferencias en economía y el PSC es el gran contrincante. Es comprensible y además –con Rajoy en la Moncloa- esta entente podría mejorar el clima España-Catalunya. Mas dice que la prioridad es sacar a Catalunya de la crisis y no hay duda que el ruido no lo facilita.    

CiU ha votado la reforma laboral y Alicia Sánchez Camacho el presupuesto de la Generalitat. Pero el préstamo de votos no aminora el ruido. ¿Por qué? Depender del PP enerva a la militancia de CiU y a los soberanistas que tomarán el control del partido en el inminente congreso. Y los inconvenientes del pacto con el PP –y de la crisis- se compensan acentuando el nacionalismo. La semana pasada CiU votó la reforma laboral del PP y vio cómo el BBVA se merendaba la fusión de tres cajas catalanas que, excepto la Caixa, parecen en vías de extinción. Y ayer mismo Mas tuvo que rebajar otro 5% el sueldo a los funcionarios.

Para ‘huir’ de la triste realidad, CiU sueña con un futuro mejor y más libre. Y la militancia ‘carga’ con más independentismo las ponencias del próximo congreso. El propio Oriol Pujol, futuro secretario general, decía el domingo a El Mundo que es cierto que CiU se ha radicalizado pero que en España se han radicalizado todos y que su padre, Jordi Pujol, no se ha hecho independentista sino que LE HAN VUELTO INDEPENDENTISTA (los españoles). Tiene su parte de razón.

El domingo se constituyó en el Palau San Jordi una transversal Asamblea Nacional de Catalunya que pretende un referéndum de independencia en el 2014, coincidiendo con los 300 años de la derrota de Catalunya (que apostó por los Habsburgo en la guerra de sucesión) y la abolición de los fueros por parte de Felipe V, el nuevo rey Borbón. Lo notable fue la presencia de dirigentes de CiU como Josep Rull (futuro secretario de organización) y, todavía más, del moderado Pere Macías.

Y el PP responde con más órdagos. La nueva delegada del Gobierno, María de los Llanos de Luna, advierte con sanciones a los municipios que no icen la bandera española. El riesgo es provocar una guerra de banderas. El alcalde de Arenys de Munt, municipio en el que se celebró en el 2009 el primer referéndum independentista, ya promueve otra consulta sobre la bandera. Y hay mas de 200 municipios (sobre 900) adheridos a una plataforma independentista.

A corto a Más le interesa tener mayoría. Y a Rajoy, que CiU le apoye. Si ello exige ‘cargar’ el discurso nacionalista (español y catalán)… pueden pensar que es el mal menor. Pero, a medio plazo, el divorcio moral puede ser letal para Cataluña y para España. Además planea el conflicto de la inmersión que tras la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya volverá a verse en el Supremo.

Es España es algo difícil de aceptar sino se entienden dos cosas. Una, que Catalunya se considera una nación (compatible con España según el Estatut) y que las naciones cuidan el uso de su lengua. Dos, que el catalán no fue sólo expulsado de la enseñanza sino prohibido (y/o) perseguido durante la larga dictadura. Por ello la normalización tiene el respaldo de cuatro grupos parlamentarios, no todos nacionalistas (CiU, PSC, ERC e ICV) que en las últimas elecciones catalanas sumaron el 74,4% de los votos y 100 diputados (sobre 135) y en las legislativas de diciembre el 71,1% y 36 diputados (sobre los 47 catalanes).

Es un asunto sensible y delicado sobre el que habrá que volver.