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¿Es el copago un problema catalán?
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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¿Es el copago un problema catalán?

La aprobación en Cataluña, con los votos de CiU y la abstención del PP, del euro por receta, ha generado una gran tormenta. En el imaginario

La aprobación en Cataluña, con los votos de CiU y la abstención del PP, del euro por receta, ha generado una gran tormenta. En el imaginario español, el copago se ha convertido en algo así como el lobo que se come a la Caperucita Roja de los cuentos infantiles. Es absurdo porque en España, con un buen sistema sanitario público, siempre ha habido copago.

El trabajador paga un 40% de la receta médica de la Seguridad Social y afirmar que cualquier cambio -como el euro por receta- destruye la equidad es poco serio. Al contrario, se puede sostener que el ticket moderador del consumo –preferible al cierre de quirófanos o a la degradación del servició- blindaría el sistema, ya que la financiación de la sanidad pública es el primer reto del Estado del bienestar. Vivimos cada vez más años (sube la factura de las pensiones) y lo hacemos usando más los medicamentos y los servicios sanitarios (crece aún más el coste de la salud).

Estigmatizar el copago es absurdo, pero quizás da votos (o no los quita). En las elecciones catalanas del 2010, Artur Mas se manifestó con rotundidad contra el copago. Ahora, un año después, ha recurrido al euro por receta con la ayuda (no tiene mayoría absoluta) del PP. La oposición acierta cuando critica a Mas por hacer lo contrario a lo prometido, pero no por implantar un copago moderado que no se aplicará a enfermos crónicos ni a perceptores de rentas mínimas. La propia ‘consellera’ de Sanidad del tripartito, Marina Gelly, había subrayado el disparo del gasto sanitario.

Al hacer demagogia sobre la reforma de las pensiones (el PP) o sobre el copago (ahora el PSOE), no se afianza la democracia y se complica todavía mas la salida de una difícil crisis

Y a Mariano Rajoy le pasa lo mismo. En campaña aseguró que el PP no implantaría el copago y ahora lo apoya en Cataluña. Y como las autonomías van a tener que reducir su déficit, surge la sospecha de que también recurrirá al copago. Rajoy dice que “personalmente” no es partidario, la misma fórmula que utilizó con los impuestos antes de subir “a la escandinava” el IRPF. Y la vicepresidenta afirma que la sanidad es competencia autonómica y que el copago no está en la mesa del Gobierno. Rubalcaba, rápido, apuntilla que “no está en la mesa pero si en la cocina y se servirá, con los presupuestos, tras las elecciones andaluzas”.

La contradicción de Rajoy está clara. Si no implanta el copago, avalará las diferencias entre las autonomías que tan ácidamente criticaba en la oposición. Y si lo acepta, estará -como con los impuestos- incumpliendo el discurso electoral. Pero si la financiación de la sanidad es un problema y si el copago ya existe, demonizar el ticket moderador es poco responsable. Claro, Rubalcaba responderá -no sin razón- que el PP dijo que Zapatero había hecho “el mayor recorte social de la democracia” cuando elevó la edad de jubilación (que ahora no se toca) y cuando congeló las pensiones no mínimas en el 2011. ¿Hay que responder a la irresponsabilidad con la misma moneda?

Cuando los líderes de los tres partidos de gobierno relevantes –PP, PSOE y CiU- se lanzan los platos a la cabeza sobre decisiones antipáticas pero casi obligadas y, una vez en el poder, hacen lo contrario a lo prometido, están hundiendo la confianza política. Las encuestas del CIS dicen, desde hace ya años, que los españoles creen que los políticos son, tras el paro y la economía, su tercer gran problema. Y todos los sondeos indican que la  confianza en los líderes de los dos grandes partidos está bajo mínimos

El error es que al hacer demagogia sobre la reforma de las pensiones (el PP) o sobre el copago (ahora el PSOE), no se afianza la democracia y se complica todavía mas la salida de una difícil crisis. Y este es el problema inmediato de España y de sus partidos de gobierno.

La aprobación en Cataluña, con los votos de CiU y la abstención del PP, del euro por receta, ha generado una gran tormenta. En el imaginario español, el copago se ha convertido en algo así como el lobo que se come a la Caperucita Roja de los cuentos infantiles. Es absurdo porque en España, con un buen sistema sanitario público, siempre ha habido copago.