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Durán quiere ocupar la centralidad
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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Durán quiere ocupar la centralidad

Desde que logró que la coalición CiU ganara al PSC por primera vez las legislativas (16 diputados frente a 14 y 11 del PP), Durán Lleida

Desde que logró que la coalición CiU ganara al PSC por primera vez las legislativas (16 diputados frente a 14 y 11 del PP), Durán Lleida está crecido. Es el socio imprescindible de Artur Mas, con el que ahora tiene feeling y es también quien marca los limites, el guardia fronterizo.

Por una parte UDC es nacionalista y democristiana, tiene un espectro más europeo que CDC. Por la otra, a los 61 años, Durán conoce bien la política europea (conexión DC) y es el político catalán en activo con más horas de vuelo. Y en España ocupa el centro. Hoy aritméticamente no es bisagra, pero CiU pesa. La derecha española con CiU gana legitimidad.   

Durán ha vuelto a demostrar su fuerza este fin de semana. Sus enemigos internos y algún aliado esperaban que en el congreso de Sitges la candidatura rival del alcalde de Vic, Josep María Vilá d´Abadal, de una familia de los fundadores de Unió, gran propietario rural, independentista y reacio a la inmigración (hace tres años quiso negar el empadronamiento a los sin papeles), le fragilizara. Ha pasado lo contrario. La gestión fue aprobada por el 96% y su lista sacó algo más del 80%. Su contrincante tuvo incluso menos apoyo que el de hace ocho años.

Además ha remachado su posición central. El sábado enfatizó que Unió no era independentista sino partidaria de la confederación y que la candidatura contraria (independentista) la haría irrelevante. Y añadió que en el 2010 Mas no habría ganado con un programa soberanista, lo que provocó alguna reacción airada en CDC. Pero el domingo, con los deberes hechos (el 80% de los votos), se apresuró a restablecer puentes y dijo que el independentismo era una opción respetable. De hecho uno de sus nuevos vicepresidentes ejecutivos, Xavier Castellá, con aspiraciones y secretario de Universidades de Mas Colell, lo es.

Pero el rechazo al soberanismo no molesta, hoy por hoy, a Mas. Ambos están interesados en lograr el más amplio apoyo a la coalición y coinciden en que la batalla inmediata va a ser la del pacto fiscal, un modelo de financiación para Cataluña similar al concierto vasco y navarro.

Por eso el domingo Durán se permitió marcar su afinidad y su distancia con una frase tan ambigua como “no estamos tan lejos”. Son distintos pero el objetivo inmediato es similar. Ambos están molestos con Rajoy. No sólo por la actitud ante Cataluña, también por la economía. Alguien muy cercano a Durán me decía en Sitges: “Al presentar los presupuestos con retraso, sin bajada de sueldo a los funcionarios y sin aumento del IVA, Rajoy decepcionó a Bruselas y desde entonces van con el pié cambiado, no dan una”.

La batalla conjunta será la del pacto fiscal. Según una encuesta de El Periódico del domingo, el 58% de los catalanes lo apoyan y un 63% cree que Madrid no paga lo que debe por falta de voluntad, no porque no tenga dinero. Es una buena plataforma para negociar y sacar tajada. O incluso para anticipar elecciones si el PP no acepta unos mínimos. Pero tras el objetivo del pacto fiscal las intenciones pueden ser diferentes. En el entorno de Mas se asocia pacto fiscal con independencia fiscal, un paso hacia la hacia la soberanía plena. Durán lo ve más bien como algo esencial para normalizar la relación fiscal con España que juzga –como la mayoría de catalanes- injusta. Por eso repitió el domingo lo de “estem cansats de ser cornuts i pagar el beure” (estamos hartos de ser cornudos y pagar la bebida).

En CDC se plantean una reivindicación de máximos y Francesc Homs, portavoz de Mas, ha repetido que el acuerdo del PSC no es necesario porque tienen mayoría con ERC e ICV. El mismo Mas dijo esta semana en el Parlament que “Cataluña tendrá Hacienda propia por la vía del pacto o por propia decisión”. Por las buenas o por las malas. Y añadió: “Esto nunca se había planteado de esta manera por parte de ningún Gobierno de Cataluña. Será la primera vez que nos enfrentemos, que nos adentremos en un territorio desconocido…”. Si fracasa el pacto fiscal, la idea es que el Parlament vote una ley de hacienda propia saltándose la legalidad española. Luego negociar, o convocar elecciones en plan referendario para levantar una fuerte mayoría nacionalista. Y los más radicales no excluyen que ese sea el punto de ruptura con España.

Por el contrario el pragmatismo de Durán le lleva a priorizar el acuerdo por encima de todo. Por eso insiste en lograr en Catalunya un acuerdo amplio que incluya al PSC. Es un relevante punto de divergencia.

No es seguro que Mas esté decidido a ignorar la legalidad española. Lo es todavía menos que en ese caso Durán le quiera acompañar. No le interesa la división catalana y no quiere separarse del mundo económico que, mayoritariamente, teme la aventura soberanista.   

Durán ha dado a entender que hasta ese momento serán aliados. No están “tan lejos”. Luego...  Aunque si el gobierno del PP actúa con torpeza (como la de amenazar a Cascos con intervenir Asturias para asustar y sacar pecho ante la UE) también podrían seguir “no tan lejos”. Lo que Durán dejó claro en Sitges es que se considera el centro y el punto de equilibrio. Entre Cataluña y España, entre Mas y Rajoy, entre CDC y PSC. Cree que la centralidad es lo único sensato y que además le dará dividendos.  

Desde que logró que la coalición CiU ganara al PSC por primera vez las legislativas (16 diputados frente a 14 y 11 del PP), Durán Lleida está crecido. Es el socio imprescindible de Artur Mas, con el que ahora tiene feeling y es también quien marca los limites, el guardia fronterizo.