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España ha llegado a una situación límite
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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España ha llegado a una situación límite

Desde hace alguna semana, el Gobierno explica las crecientes dificultades para financiar el déficit público arguyendo que España ha hecho sus deberes con un vasto programa

Desde hace alguna semana, el Gobierno explica las crecientes dificultades para financiar el déficit público arguyendo que España ha hecho sus deberes con un vasto programa reformista y que, si los mercados no lo reconocen, las instituciones europeas deben hacer lo suyo y comprar deuda española en grandes cantidades (ayer lo repitió García Margallo) para derrotar a la especulación. Teóricamente es correcto, y la compra de bonos españoles e italianos ha sido defendida con fuerza por Paul Krugman, el keynesiano Nobel de Economía.

Vivimos en un mundo complejo. Los mercados siguen siendo alérgicos a la compra de deuda española, el Banco Central Europeo no interviene y se está negociando -no sin lógicas dificultades y exigencia de contrapartidas- el rescate europeo a la banca española. Es cierto que los mercados (y las agencias de rating) tienden al histerismo y que la arquitectura de la Unión Europea (una moneda única sin unión política y con poco sentimiento identitario y solidario) no favorece una actuación del BCE -limitado por un tratado intergubernamental- en línea con lo que es un banco central como la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra.

Pero también hay que preguntarse si España ha hecho realmente sus deberes. El compromiso del Gobierno Zapatero con la UE de mayo de 2010 fue bajar el déficit del 9,1% del PIB en 2010 al 6% en 2011. Pero, pese a lo que Rajoy definió como “el mayor recorte social de la democracia”, el déficit sólo se redujo al 8,9%. Dos miserables décimas. La vicepresidenta Salgado dice que es por culpa de las CCAA, mayoritariamente gobernadas por el PP. El ministro Cristóbal Montoro lo niega. Es irrelevante porque, para los mercados, Salgado y Montoro son España. Y el compromiso no se cumplió.

Con todo, lo peor es que en los cinco primeros meses de este año el déficit del Estado se ha disparado un 30% y asciende ya al 3,41% del PIB, cuando el objetivo de todo el año es del 5,3%. Puede que la estacionalidad esté jugando a la contra pero los mercados no tienen porque creerlo. Lo espeluznante es que en estos cinco meses el Estado ha recaudado 31.708 millones de euros (un 4,2% menos) y se ha gastado 68.072 millones más (un 11,7% más). Con estos datos es muy aventurado decir que España ha hecho sus deberes.

Con el bono español al 7%, Rajoy no puede permitirse ninguna distracción y Rubalcaba no debería pagarle con la misma moneda con la que el PP atacó a Zapatero cuando el ajuste de 2010

Y encima, tras decir que las dos reformas financieras Guindos (en febrero y mayo) garantizaban el saneamiento de la banca, España ha tenido que pedir el rescate para su banca cuando en Bankia, el primer banco por activos internos, surgió de la noche a la mañana un agujero de nada menos que 20.000 millones. Si le añadimos que el banco estaba presidido por Rodrigo Rato, vicepresidente económico del Gobierno Aznar y que el presidente de su comisión de auditoría era Ángel Acebes, antiguo secretario general del PP, es lógico que España tenga un agudo problema de credibilidad.  

El déficit disparado y Bankia explican lo que nos pasa en los mercados, lo que nos arrastra a una situación límite: rescate bancario, desconfianza generalizada, condicionamiento casi total de la política económica, y posibilidad de necesitar un rescate total. A primeros de enero, justo después de que el PP asumiera el poder, la prima de riesgo estaba alta (320 puntos básicos) pero ayer (a la hora de escribir esta nota) cerró en los 574 puntos. 250 puntos de ascenso en seis meses de gobierno es una mala marca. Entonces, la prima de riesgo española (la diferencia de rentabilidad con el bono alemán a diez años) estaba mejor que la italiana. Ayer, la deuda italiana estaba 100 puntos básicos por debajo de la española.

Esta evolución indica que debe haber más de una carencia grave en la política económica del PP. Y quizás el fallo no sea sólo económico, sino de planteamiento político general. Con Zapatero faltaba confianza. Hoy, los indicadores pregonan que Rajoy no ha sabido inflexionar ese sentimiento, que incluso parece empeorar.  

Ayer la Comisión Europea propuso (debe ser aprobado hoy en el Ecofin) una medida racional para que el objetivo de déficit de 2012 se modere al 6,3%, frente al 5,3% comprometido. Pero servirá de poco si las medidas adicionales exigidas se acatan de boquilla pero no se llevan a la práctica. Con el bono español a 10 años por encima del 7%, Rajoy no se puede permitir ninguna frivolidad. Ahora la prioridad es gobernar España, no estar pendiente de las  próximas elecciones gallegas o vascas.

Y Rubalcaba no debería pagar al PP con la misma moneda de falta de sentido común con la que Rajoy atacó en mayo de 2010 los recortes de Zapatero. Muerto el perro no se acabó la rabia, porque Zapatero está retirado (o corriendo medias maratones) y la confianza en España no rebrota.

El panorama es endiablado porque además reducir el déficit es condición necesaria para que el Estado funcione (pague facturas) pero (avisó Krugman) puede dañar la actividad económica y frenar la salida de la crisis.

Desde hace alguna semana, el Gobierno explica las crecientes dificultades para financiar el déficit público arguyendo que España ha hecho sus deberes con un vasto programa reformista y que, si los mercados no lo reconocen, las instituciones europeas deben hacer lo suyo y comprar deuda española en grandes cantidades (ayer lo repitió García Margallo) para derrotar a la especulación. Teóricamente es correcto, y la compra de bonos españoles e italianos ha sido defendida con fuerza por Paul Krugman, el keynesiano Nobel de Economía.