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Catalanizar la Constitución
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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Catalanizar la Constitución

El PP insiste en que la independencia de Catalunya es imposible porque lo dice la Constitución. El líder del PSOE no le contradice, pero se abre

El PP insiste en que la independencia de Catalunya es imposible porque lo dice la Constitución. El líder del PSOE no le contradice, pero se abre a reformar la Carta Magna. Por su parte, Artur Mas insiste en que habrá consulta la próxima legislatura, que aspira a ganarla, y que la pregunta que quiere es: “¿Desea usted que Cataluña sea un nuevo estado de la Unión Europea? Así, un conflicto serio podría ser inevitable.

Las encuestas otorgan a CiU una mayoría fuerte. La de La Vanguardia del domingo le da 68-69 diputados, cuando la mayoría absoluta es 68. Y el resultado no parece descabellado porque el otro único importante caladero de votos catalán es el del PSC, que parte a la defensiva. Sólo si Pere Navarro recupera fuelle, CiU se podría quedar sin esa mayoría, ya que el espacio del PP es limitado (más tras un año de difícil gobernación en Madrid) y el voto útil nacionalista tiende a polarizarse en Artur Mas.

Pero más allá del resultado electoral, los que creen que la ruptura de España no sería un buen negocio para nadie deben plantearse qué hacer para que la frustración de Catalunya -por la sentencia del Constitucional, el incumplimiento de los pactos fiscales y la crisis- no siga alimentando el independentismo. Y la respuesta está en la misma encuesta que indica que si Catalunya opta la independencia es porque no se siente bien tratada, ni moral ni fiscalmente, por una España reacia -o contraria- a aceptar su nacionalidad, que reconoce el artículo 2 de la Constitución.

El 17% de los catalanes cree que su encaje en España se resolvería con otra lectura de la Constitución, el 52% exige un cambio constitucional sustantivo y sólo el 29% cree imprescindible la independencia. Si España se abre a la reforma constitucional –paradójicamente, dos personajes tan distintos como Rubalcaba y Pedro J. Ramírez lo han hecho- quizás se podría encauzar el conflicto.Según La Vanguardia, en el próximo Parlament puede haber 83 diputados independentistas (básicamente de CiU y ERC) sobre 135, más los 11 de ICV que están en una posición más ambigua. Y en un referéndum, el 54% (contra el 33%) votaría a favor de la independencia. Pero incita a la reflexión que el 62% de los encuestados (contra el 32%) aprueben a los empresarios que hacen público su temor a la independencia. Y lo más relevante es que, preguntados sobre el encaje de Catalunya en España, el 52% dice que bastaría cambiar la Constitución para incluir las demandas catalanas, el 29% que la única salida es la independencia y un 17% que bastaría interpretar de forma distinta la Constitución (lo que pretendía el Estatut y el fundamentalismo español impidió).

Está claro, pues, lo que convendría hacer para que el independentismo no se convierta en la fuerza dominante en Catalunya (todavía no lo es, porque CiU nunca ha ido a unas elecciones pidiendo el Estado propio). ¿Sabrá entender España el mensaje? Quizás sí, pero las cosas han ido demasiado lejos y ahora ya no rige aquello de “más vale tarde que nunca”.

De momento, el PP sigue cerrado en banda, pero el PSOE, que votó el Estatut que luego fue enmendado por el Constitucional, ya ha entreabierto la puerta. Y hay otros signos positivos. Francisco Rubio Llorente, exmagistrado del Constitucional nada favorable a los nacionalismos, ha escrito en El País que si los partidarios de la consulta ganan las elecciones, el Gobierno español no debería impedirla, sino negociarla. Y puede tener trascendencia la inflexión del diario El Mundo, muy opuesto a las aspiraciones “nacionales” catalanes y al que en Barcelona algunos ven como el “intelectual orgánico” (algo díscolo, eso sí) del PP.

En su artículo del domingo, Pedro J. Ramírez, que ha abogado por lanzar contra Mas la bomba atómica del artículo 155 de la Constitución, modula su posición al afirmar que en pocas semanas habrá “mayorías separatistas” en Cataluña y en el País Vasco. Dice que el Gobierno español se opondrá con todas sus fuerzas, pero que esta actitud no bastará si eso favorece las mayorías nacionalistas y éstas se afianzan con el paso del tiempo.

Entonces, ¿qué propone el director de El Mundo? Cito: “Urge salir al encuentro del problema y no existe otro instrumento (…) que iniciar un proceso de reforma constitucional que sirva a la vez para reforzar los poderes del Estado, reducir el coste del modelo territorial y diferenciar a Catalunya, el País Vasco y Galicia del resto de las autonomías o regiones”. Pese a su vaguedad es algo que, como punto de partida, podrían aceptar Durán Lleida (el socio imprescindible de Artur Mas) y Pere Navarro, el líder del PSC.

Y, abierta esta puerta, el director de El Mundo prefiere olvidarse del artículo 155 y dice: “Si (el proceso de reforma) tuviera éxito desembocaría en una España unida pero asimétrica, como lo es en realidad”. ¡Caramba! ¿Se acuerdan de lo que decía la derecha del federalismo asimétrico de Maragall y de Montilla no hace demasiados meses? Y sigue: “Aunque la solución no sea el federalismo (…) la iniciativa de reforma constitucional que anuncia el PSC bien podría ser el mecanismo de ignición de ese proceso”.

Es una seria inflexión en el discurso nacionalista español. Algunos en Cataluña dirán que “la letra con sangre entra” y que la gran manifestación independentista -modélicamente cívica y expresión de un gran hartazgo- del 11 de setiembre ha logrado cambiar al intelectual orgánico de la derecha. Un paso para que Rajoy (y Aznar) modifiquen su actitud. Curiosamente, El Mundo coincide aquí con el núcleo duro del empresariado catalán, que ve en el diálogo y el entendimiento (José Manuel Lara volvió a insistir el domingo) la única solución sensata.  

El PP insiste en que la independencia de Catalunya es imposible porque lo dice la Constitución. El líder del PSOE no le contradice, pero se abre a reformar la Carta Magna. Por su parte, Artur Mas insiste en que habrá consulta la próxima legislatura, que aspira a ganarla, y que la pregunta que quiere es: “¿Desea usted que Cataluña sea un nuevo estado de la Unión Europea? Así, un conflicto serio podría ser inevitable.