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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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Las tres cruces de Mas

Nadie duda de que Artur Mas es un político tenaz. La pasada semana fue dura y sin embargo el president estuvo sonriente y simpático (se limitó

Nadie duda de que Artur Mas es un político tenaz. La pasada semana fue dura y sin embargo el president estuvo sonriente y simpático (se limitó a reivindicar el corredor del Mediterráneo) el pasado viernes, junto a Mariano Rajoy, en la inaguración del Salón de Automóvil. Y el sábado, en una visita a la comarca del Priorat, famosa hoy por sus excelentes vinos, insistió en el soberanismo: Catalunya aspira a subir la escalera de la libertad.

Pero la procesión va por dentro. Lo primero fue lo del lunes, cuando convocó una reunión de la proyectada Plataforma para el Derecho a Decidir, en la que pretende unir a los partidos que votaron la declaración unilateral de soberanía de enero (CiU, ERC, ICV y las radicales CUP) con el PSC y los ayuntamientos, sindicatos y entidades de la sociedad civil (agrupaciones empresariales, asociaciones culturales, etc). Con la presencia socialista se rebasarían de largo los dos tercios del Parlament que el Estatut exige para cualquier cambio estatutario. Sin él, el respaldo parlamentario se queda en el 63%. A la reunión preparatoria sólo asistían partidos y corporaciones locales, y Mas topó con la fuerte reticencia del PSC.

Pere Navarro –que no pertenece al sector catalanista del partido pero que palpa la realidad catalana mucho mejor que la exministra de Defensa, Carme Chacón- está dispuesto a reivindicar el “derecho a decidir”, aunque siempre dentro de la legalidad –pactándolo con Madrid o a través de una reforma constitucional- e  insiste en que el PSC opta por una España federal. Asegura además que los pasos dados por el Govern, como la creación del extraño Consejo Asesor de la Transición Nacional, indican una opción independentista.

El presidente de la Generalitat topó la semana pasada con tres escollos que le colocan en una situación incómoda: el no del PSC y Pere Navarro a la Plataforma por el Derecho a Decidir, que le priva de la mayoría parlamentaria de dos tercios; la suspensión por el Constitucional de la declaración soberanista del Parlament, y la creciente conciencia de que la UE es muy reservada ante la pretensión independentista.

La retirada del PSC es un escollo importante porque los soberanistas no alcanzan la mayoría de dos tercios y porque la ausencia de los socialistas –tradicionalmente el primer o el segundo partido catalán, aunque en las últimas elecciones ha sido el tercero en escaños y el segundo en votos- indica falta de unidad. Al bloque soberanista (CiU, ERC y CUP) sólo se le ha sumado ICV (la Izquierda Unida catalana), que no opta por la independencia sino por el derecho a decidir. Pero quedan fuera no sólo el PPC y Ciutadans, formaciones que incrementaron su voto en las pasadas elecciones (sobre todo Ciutadans), sino también el PSC, que siempre ha estado en el consenso catalanista. El president no ocultó su malestar el martes por la noche, en la presentación de una colección de ensayos políticos de RBA, cuando dijo que si los partidos (estaba claro que se refería al PSC) no estaban a la altura del momento, el pueblo catalán y sus instituciones les pasarían por encima.

Luego, el Tribunal Constitucional suspendió por cinco meses –acogiendo el recurso del Gobierno central- la declaración unilateral de soberanía del pasado enero, no aquella en la que se pedía negociar con el Estado para celebrar una consulta. Fue otro golpe, sin duda, ya que indica que Madrid no va a ceder. A la pretensión de crear un Estado catalán, el Estado español contesta con la negativa.  Pero al mismo tiempo, la actitud radicalmente contraria a la consulta –en Cataluña se cree que impugnar una mera declaración es excesivo- ha ido acompañada de gestos de voluntad negociadora como la presencia de Rajoy en el Salón del Automóvil, y la reunión de Montoro con un grupo de empresarios catalanes.

 

 

 

 

 

Si Montoro acepta el déficit asimétrico que pide Mas-Colell alegando que las autonomías mas endeudadas tienen una mayor carga de intereses, y acepta un déficit del 1,8% (es lo que se infiere de las palabras de Alicia Sánchez-Camacho, la líder del PP catalán), cuando el conseller de Economía solicita un 2,1% (la tercera parte del nuevo déficit permitido a España por Bruselas), Artur Mas no podrá negarse porque la sociedad civil catalana no lo entendería. El problema es que entonces CiU puede quedarse sin la mayoría ya que ERC repite una y otra vez que no está dispuesta a votar unos presupuestos con un déficit del 2,1% porque “liquidarían el Estado del bienestar en Cataluña”. Y el president se ha sumado a este discurso en alguna ocasión, aunque sin concretar el porcentaje de PIB de déficit que cree inasumible (hasta ahora pedía el 2,1%, que ERC de repente rechaza).

El tercer frente es el exterior. Mas siempre ha dicho que Bruselas no puede dejar a una parte de ciudadanos europeos fuera de la UE si democráticamente deciden separarse de España. Es un argumento sólido, pero los estados tienen poder de veto para la admisión de un nuevo miembro. Y la independencia catalana lo supondría. En este frente, Mas -tras su reciente viaje a Bruselas- ya admitió reticencias a la creación de un nuevo estado europeo, pero sorprende que el pasado domingo el flamante nuevo secretario general de Asuntos Exteriores y de la UE, Roger Albinyana, nombrado el pasado febrero, haya declarado a la oficial Agencia Catalana de Noticias que “el conflicto con España lo hemos de resolver nosotros. Europa no nos sacará las castañas del fuego”.

Es exactamente lo contrario de lo que proclamó la semana pasada un documental –muy criticado por unilateralismo soberanista- de TV3. Así el responsable de Asuntos Exteriores del Govern viene a admitir que una Catalunya que proclamara unilateralmente su independencia (sin acuerdo con España) tendría graves problemas para insertarse en Europa.

La mayoría de observadores reconocen la gran fuerza de voluntad y tenacidad política de Mas al seguir una hoja de ruta que encuentra serios obstáculos, y que le hizo perder 12 diputados en las elecciones de noviembre. Lo que se empieza a cuestionar es su inteligencia emocional para adaptarse a nuevas coordenadas. En este sentido, predomina la idea de que Jordi Pujol, que hizo de CDC (y de CiU) una fuerza política atrapa-tot (atrapa todo), expresión que le gustaba repetir, era mas pragmático

Nadie duda de que Artur Mas es un político tenaz. La pasada semana fue dura y sin embargo el president estuvo sonriente y simpático (se limitó a reivindicar el corredor del Mediterráneo) el pasado viernes, junto a Mariano Rajoy, en la inaguración del Salón de Automóvil. Y el sábado, en una visita a la comarca del Priorat, famosa hoy por sus excelentes vinos, insistió en el soberanismo: Catalunya aspira a subir la escalera de la libertad.