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Rubalcaba conquista Granada
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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Rubalcaba conquista Granada

En los países europeos que funcionan (Alemania, Francia, Gran Bretaña, Austria…) compiten fuertemente, y se alternan en el gobierno, el centro-derecha y el centro-izquierda. En España

En los países europeos que funcionan (Alemania, Francia, Gran Bretaña, Austria…) compiten fuertemente, y se alternan en el gobierno, el centro-derecha y el centro-izquierda. En España (gracias a Dios), esta situación también se da, aunque de forma imperfecta. Razones: los diputados salen por lista y no por distrito, lo que conlleva un exceso de poder de las cúpulas que se repelen -y atacan- con más ferocidad e irresponsabilidad. También -quizás- por un sistema mediático demasiado orientado a la derecha. El centro-derecha conciliador (la UCD de Suárez) empezó bien, pero naufragó; Aznar lo reconstruyó, pero luego su antisocialismo elementalista y la alianza imperial con los Estados Unidos de Bush lo llevaron al desastre. Ahora Rajoy tiene la pelota.  

El PSOE de Felipe González lo hizo bastante bien, pero trece años después perdió el poder. Por sus errores y porque la derecha -y una parte de la izquierda- lo demonizó. Olvidaron que destruir al presidente más longevo de la democracia -un socialista moderado- no estabilizaría el sistema. Zapatero recuperó el poder, pero en su segunda legislatura sucumbió a la crisis tras haber sido castigado en la primera por su falta de reflejos ante las críticas demoledoras al intento de negociación con ETA, definido como la traición a las víctimas, pero que acabó separando a la izquierda abertzale de la banda terrorista. También al pacto con la casi totalidad de las fuerzas catalanas (desde CiU hasta ICV pasando por el PSC y ERC) en la negociación del Estatut, que fue parcialmente liquidado por el Tribunal Constitucional.

Ahora, ante un Rajoy que sufre en carne propia el hecho de que el paro no se debía sólo a “las ocurrencias” de Zapatero y que debe afrontar el divorcio entre España y Cataluña (causado en gran parte por la campaña del PP contra el Estatut), el sistema bipartidista español se tambalea. Rajoy tiene que torear la crisis, Bárcenas, Artur Mas, el primitivismo de Aznar y sus propias insuficiencias. Veremos si resiste. Pero España necesita también -por si Rajoy falla y porque la competencia es la madre de la ciencia- al partido de centro-izquierda, al PSOE. Aquí la cosa está -al menos aparentemente- cruda. Es cierto que perder por incomparecencia (el PSOE no se atrevió a volver a presentar a Zapatero como le pasó a la UCD con Calvo Sotelo) hunde. Y hay una conjunción contra Rubalcaba.

El pacto entre Rubalcaba y Pere Navarro, el líder del PSC, puede haber trazado una vía transitable para evitar el choque de trenes entre España y Cataluña. El líder del PSOE, al que muchos acusan de ser el obstáculo al resurgir del socialismo, está recosiendo el partido. Y las encuestas no le van tan malEl partido conservador lo ataca porque le cree el auténtico Maquiavelo que les hizo perder en 2003, la prensa derechista lo denigra con fruición, una parte del PSOE -aturdida por la estruendosa derrota y que reacciona de forma infantil- cree que la ministra de Defensa de Zapatero lograría mejores encuestas, olvidando las facturas pendientes y que el PP pagó la de la segunda legislatura de Aznar. Y encima la constelación de marxismos utópicos, a lo Coscubiela, cree que matar al PSOE (empezando por su líder) es condición previa -quizás suficiente- a la toma del poder por la izquierda auténtica.

Pero la opinión publicada no es la opinión pública, y no tiene razón. Rajoy acierta cuando dice que no se le puede juzgar cuando aún no ha llegado a la mitad de la legislatura y Rubalcaba -pese a la gran animosidad de El Mundo y la reticencia del sistema mediático del centro-izquierda- no sólo resiste, sino que ha dado un paso adelante, el pacto de Granada del pasado fin de semana con el PSC y todas las federaciones del PSOE. El hombre al que se pinta como la causa de todos las desgracias del socialismo (e incluso de España) ha sido capaz de tejer un pacto nada fácil para reformar la Constitución en un sentido federal, no sólo eá encial para que el PSC tenga alguna posibilidad de resurgir en Cataluña (necesario para que el PSOE pueda ganar unas elecciones), sino seguramente también útil para que España no se rompa o evite el gran trauma que sería un aparatoso choque de trenes entre Madrid y Barcelona.

Una Cataluña independiente lo tendría muy crudo, pero una España que perdiera Cataluña, o que la sujetara con malas formas, se vería superada por Polonia como cuarta potencia de la zona euro. Rubalcaba -con la ayuda de Pere Navarro- está reconstruyendo un difícil matrimonio de conveniencias entre el PSC y el PSOE. Y juntos han hecho aprobar un documento importante: cambio del Estado autonómico al federal, Senado como cámara territorial al estilo de Alemania, sistema de financiación con “ordinalidad” -también a la alemana- que evite que la solidaridad castigue en exceso a los estados contribuyentes, y reconocimiento de los hechos diferenciales, esto es, reconocer de alguna forma que Cataluña es una nación porque así se define. Cuando Rajoy y Montoro sudan tinta -en un partido bastante autoritario- para que sus barones aprueben objetivos de déficit diferentes en las diferentes comunidades autónomas, no está nada mal.

Todos escribían que Rubalcaba es el obstáculo que lastra al PSOE, y resulta que el veterano político -más táctico que estratega- lo está recosiendo. Y las encuestas no van tan mal. Ante la crisis económica y social (paro) más fuerte desde 1929, es lógico que los ciudadanos -que han visto cómo la economía crecía desde los 60 y que el bienestar social avanzaba con la democracia- castiguen al menos en los sondeos -especie de elecciones parciales en las que acostumbra a ganar la oposición- a los dos partidos tradicionales. Veremos hasta dónde llega el correctivo a la hora de la verdad. Pero la realidad es que el PSOE perdió ante el PP por 16 puntos en noviembre del 2011, mientras que la última encuesta del CIS -la de abril- dice que ahora sólo lo haría por 5,8. Y en intención directa de voto (sin cocina), el PSOE aventaja al PP desde octubre de 2012 aunque la prensa (de derechas y de izquierdas) lo ignore.

Más todavía: en la última encuesta de El Periódico del pasado viernes, la ventaja se reducía a 2,6 puntos y en la de El País del domingo, la diferencia caía a 1,4 puntos. Quizás Rajoy y Rubalcaba tengan en común que han sido dados por muertos y enterrados demasiadas veces. Pero todavía están ahí. Cierto que magullados. ¿Hay algún líder europeo que no lo esté? Por no hablar del mítico Obama, el modelo deseado por tantos críticos. 

En los países europeos que funcionan (Alemania, Francia, Gran Bretaña, Austria…) compiten fuertemente, y se alternan en el gobierno, el centro-derecha y el centro-izquierda. En España (gracias a Dios), esta situación también se da, aunque de forma imperfecta. Razones: los diputados salen por lista y no por distrito, lo que conlleva un exceso de poder de las cúpulas que se repelen -y atacan- con más ferocidad e irresponsabilidad. También -quizás- por un sistema mediático demasiado orientado a la derecha. El centro-derecha conciliador (la UCD de Suárez) empezó bien, pero naufragó; Aznar lo reconstruyó, pero luego su antisocialismo elementalista y la alianza imperial con los Estados Unidos de Bush lo llevaron al desastre. Ahora Rajoy tiene la pelota.  

Alfredo Pérez Rubalcaba