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Joan Tapia

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Duran avisa en septiembre

La conversación tuvo lugar en el reservado de un restaurante barcelonés a primeros de septiembre. Mi interlocutor, un alto y cauto dirigente de Unió Democràtica de

La conversación tuvo lugar en el reservado de un restaurante barcelonés a primeros de septiembre. Mi interlocutor, un alto y cauto dirigente de Unió Democràtica de Catalunya (partido coaligado con la CDC de Pujol y Mas desde hace muchos años), me admitió de entrada que Unió no es un partido de masas, pero que expresa el sentir de una parte de la sociedad catalana (la que sintoniza con los social-cristianos) que es sano y conveniente que tenga voz. El balance que hace de la coalición CiU es muy positivo y su deseo es continuarla, pero admite que hay líneas rojas que Unió no podría traspasar: la consulta ilegal, las elecciones plebiscitarias con un programa de declaración unilateral de independencia (DUI, en la terminología nacionalista)… En ese caso UDC estaría obligada a plantar tienda propia. No lo desea…tampoco lo teme. La alianza con CDC se basaba en un catalanismo amplio e intenso…no en el independentismo.

Y Duran i Lleida, que desde hace meses manifiesta malestar por la deriva independentista de CDC, ha lanzado este septiembre dos serios avisos. A la manifestación del 11 de setiembre del 2012 se apuntó en el último momento y dijo que porque Artur Mas le había asegurado que era por el pacto fiscal. A la declaradamente independentista de este año no fue. No se excusó por sus obligaciones como presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, sino que a primera hora asistió a los actos oficiales de la Diada y luego emprendió el viaje a Panamá. Quiso subrayar que no se apuntaba al independentismo –al igual que el conseller de Agricultura y secretario general de Unió, Josep María Pelegrí- pero no puso reparo a que asistiera la vicepresidenta del Govern, Joana Ortega, también de Unió. Mensaje: Unió quiere ser un aliado fiel e incluso está dispuesta a tragar sapos. Sin embargo, no acompañará a una CDC que dé pasos irreversibles hacia el independentismo.

El segundo aviso ha venido este lunes, justo 48 horas antes del debate de política general. En un largo artículo en La Vanguardia -con generosa llamada en portada- Duran dice que Unió está con la inmensa mayoría de Cataluña que quiere celebrar una consulta sobre su futuro pero que –cuando toque- planteará una opción que no sea la secesión ni tampoco la situación actual (que califica de “sumisión”). El artículo tiene más relevancia porque la presión de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), la organizadora de la cadena humana del pasado día 11, y de ERC -el socio de la mayoría parlamentaria que tiene que votar los presupuestos- se encamina a decidir lo antes posible la fecha de la consulta (en el 2014) y la pregunta a someter a referéndum. Y Oriol Junqueras -y algunos dirigentes de CDC- han afirmado que quieren una sola pregunta clara sobre la independencia -quizás el Estado propio- que sea contestada con un sí o un no.

Artur Mas había intentado superar la contradicción entre los moderados (Unió) y los radicales (ERC), que puede hacer estallar su actual mayoría, asegurando que la consulta se convocaría “sí o sí” en el 2014 (como quiere ERC), pero añadía (como quiere Unió) que esta sólo puede ser legal y que si Madrid sigue negándose habría que convocar elecciones plebiscitarias. Pero (novedad de este septiembre) sólo en el 2016, porque quiere acabar la legislatura. Se retrasaría así el choque de trenes y se dejaría la puerta abierta a que Rajoy -o el Gobierno español que salga de las elecciones del 2016- moviera ficha. Es una actitud que enerva a ERC y a la ANC que, no obstante, no quieren visualizar grietas en un frente independentista que necesita mantener la moral alta tras el éxito de la cadena humana.

El líder socialcristiano asegura ahora que apoya a fondo la consulta, pero que no conviene romper la unidad entre los que la quieran para independizarse y los que –como Unió- prefieren una tercera vía

Pero el segundo aviso de Duran puede complicar las cosas. Pregona que Unió está y estará sin ninguna fisura a favor de la consulta, incluso no dice que se oponga a fijar una fecha (siempre que sea legal), pero cree inconveniente dividir a los partidarios de la consulta (UDC, CDC, ERC, ICV, incluso el PSC) entre los que apuestan por la independencia y los que preferirían una tercera vía, una solución no secesionista.

La Vanguardia ha presentado la declaración de Duran como una gran novedad (no lo es tanto, aunque la fecha sí es muy relevante) y ayer añadía que Pere Navarro (el líder del PSC) se apuntaba a la tercera vía del primero. Las cosas no son exactamente así porque Navarro declara que se alegra de que Duran se sume con firmeza al camino señalado por el PSC desde hace meses al exigir la consulta, pero no para marcharse de España, sino para quedarse, con una nueva relación basada en una reforma federal de la Constitución.

Y esa reforma (no la consulta) es lo que el PSOE y Rubalcaba asumieron antes del verano, aunque bien es verdad que la reforma constitucional tendría que someterse a referéndum en toda España (también en Cataluña) y que el resultado catalán (que en el 78 votó masivamente la Constitución) sería relevante. E ICV también se ha declarado partidaria de la consulta pero no forzosamente independentista. Además PSC, UDC e ICV fueron los partidos que no suscribieron la convocatoria a la manifestación del pasado 11 de setiembre, formando así un tercer bloque frente al independentismo de CDC, ERC, las CUP y la ACN y al españolismo del PPC y Ciutadans.

Cataluña está dividida hoy en tres tercios desiguales: el españolista que aplaudió la sentencia del Constitucional sobre el Estatut, el progresivamente independentista que presume de ser mayoritario y cuenta con mucho apoyo en los medios de comunicación (no sólo públicos), y la tercera vía. Pero ningún tercio es totalmente hegemónico. La tercera vía es más una posibilidad que un bloque organizado, pero podría concitar grandes apoyos si hubiera un cambio de actitud de los partidos españoles. IU, a instancias de ICV, acepta la legitimidad de la consulta en Cataluña y el PSC ha logrado que el PSOE apoye la reforma federal de la Constitución, lo que pese a su relevancia puede ser insuficiente en el clima imperante tras la sentencia del Estatut.

La conversación tuvo lugar en el reservado de un restaurante barcelonés a primeros de septiembre. Mi interlocutor, un alto y cauto dirigente de Unió Democràtica de Catalunya (partido coaligado con la CDC de Pujol y Mas desde hace muchos años), me admitió de entrada que Unió no es un partido de masas, pero que expresa el sentir de una parte de la sociedad catalana (la que sintoniza con los social-cristianos) que es sano y conveniente que tenga voz. El balance que hace de la coalición CiU es muy positivo y su deseo es continuarla, pero admite que hay líneas rojas que Unió no podría traspasar: la consulta ilegal, las elecciones plebiscitarias con un programa de declaración unilateral de independencia (DUI, en la terminología nacionalista)… En ese caso UDC estaría obligada a plantar tienda propia. No lo desea…tampoco lo teme. La alianza con CDC se basaba en un catalanismo amplio e intenso…no en el independentismo.

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