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El otro puñetazo, el democristiano
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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El otro puñetazo, el democristiano

Poco tengo que añadir al excelente artículo de ayer de José Antonio Zarzalejos sobre el puñetazo a Pere Navarro. Sólo dos cosas. Una: lo más inquietante

Poco tengo que añadir al excelente artículo de ayer de José Antonio Zarzalejos sobre el puñetazo a Pere Navarro. Sólo dos cosas. Una: lo más inquietante no es el puñetazo (una exaltada es un problema individual), sino ciertas reacciones. Aquella misma noche lectores de algún medio independentista denigraban a Pere Navarro e insinuaban que la agresión era “rara”. Aquí ya no estamos ante un ‘hiperventilado’ (como en algunos círculos se denomina a los independentistas más radicales e inconsistentes) individual agresivo, sino ante algo más colectivo.

Y además está lo que el filósofo Manuel Cruz, presidente de Federalistes d'Esquerres, define como “presión social que invita al silencio”. Ayer mismo Marta Alós, coordinadora de Cultura de la Diputación y exdiputada de CDC, hablaba en un artículo en el diario El Segre de “el enemigo en casa”, criticando al historiador progresista Joaquim Coll, al que tacha de “quintacolumnista” por su participación en Sociedad Civil Catalana.

Pero Cataluña es una sociedad demasiado plural para que el silencio se pueda imponer.  El independentismo está ‘dopado’ por la reacción indignada de amplísimos sectores tras la poco razonable campaña del PP contra el Estatut, la presión sobre el Constitucional empezando por la recusación del magistrado Pérez Tremps y acabando con la sentencia, y bastantes sonadas meteduras de pata (con Wert en el liderato) de ministros del propio Rajoy. Quizás lo que más perturba hoy, porque no son errores pasados sino rabioso presente.

Soberanismo e independentismo pueden tener prejuicio favorable (reacción al españolismo que niega la pluralidad), pero no son una propuesta solvente de futuro, y así lo han explicitado en los últimos meses la mayoría de empresarios y organizaciones empresariales. Es algo que Artur Mas, que ganó las elecciones del 2010 con la bandera del business friendly, debe tener muy en cuenta.

Y el domingo, el puñetazo de mayor calibre –eso sí, nada físico, sino intelectual– no fue el recibido por Pere Navarro, sino el que Duran i Lleida, presidente de CiU, la coalición que sostiene al Gobierno de Artur Mas, propinó a las tesis del president en una larga entrevista con Màrius Carol, el nuevo director de La Vanguardia, que se anunciaba en más de media portada del diario. Duran i Lleida, de forma templada (la democracia cristiana es siempre exquisita en las formas), hacía una implacable enmienda a la totalidad en cuatro puntos fundamentales a las tesis defendidas por Artur Mas.

En una larga entrevista a La Vanguardia, Duran i Lleida discrepaba a fondo en tres puntos fundamentales de las tesis de Mas: viabilidad de Cataluña como nuevo estado de la UE, método de la negociación con España y consulta-elecciones plebiscitarias

PRIMERO. UNIÓN EUROPEA: “La respuesta jurídica de los tratados de la UE no nos es precisamente favorable (a la entrada de una Cataluña independiente), pero no es sólo una cuestión jurídica. Más allá de los tratados hay una realidad política que no podemos obviar. Los Estados de la UE no están dispuestos a alterar el modelo de construcción y equilibrio político europeo. Para ellos, abrir la puerta a Cataluña sería un antecedente problemático para Francia, Italia y Alemania…Si el mundo se creara ahora, una Cataluña independiente sería viable, pero ya está creado y las interdependencias son las que son”.

Es la negación más total y de todo lo que insolventemente argumentan insistentemente Artur Mas y su portavoz Homs. Y una patada a lo dictaminado recientemente por el Consell Asesor de la Transició Nacional. La entrada de un país nuevo que se segregara de un Estado miembro actual plantea un problema jurídico grave y difícil de resolver, pero lo peor es el problema político, porque los Estados no desean crear ningún precedente que pudiera volverse en su contra.

Ahí están los movimientos independentistas en el Véneto (la República de Venecia fue un importante Estado europeo hasta Napoleón) y la Lombardía. Ahí está el eterno asunto corso. Van Rompuy, el presidente del Consejo Europeo, lo repitió ayer en una entrevista a la SER.

SEGUNDO. NEGOCIACION CATALUÑA-ESPAÑA. Artur Mas repite que la consulta, permitir que los catalanes voten sobre lo que quieren, debe ser previa a cualquier negociación, aunque admite que se puede cambiar la fecha y la pregunta. Duran sostiene que Rajoy no puede intentar humillar a Mas al exigirle renunciar a la consulta, pero añade: “Hay que abrir un diálogo para llegar a un pacto y después someterlo a consulta de los catalanes”. Casi todo lo contrario. Y concreta: “La tercera vía que hoy no se está produciendo quiere decir una respuesta del Estado que permita sentarse a dialogar, acordar, pactar y someter el pacto a referéndum en Cataluña. Para mí es la única solución”.

Está claro que Duran apunta hacia la ‘vía Herrero’ (mutación constitucional y disposición adicional para Cataluña), pero en todo caso está más cerca de la ‘vía Rubalcaba-Iceta’ (reforma de la Constitución que luego se somete a referéndum en España y por lo tanto en Cataluña) que de la vía Mas (primero consulta, luego negociar lo que el pueblo catalán haya decidido) y de la vía Rajoy (se puede hablar de todo pero previa retirada de la propuesta de consulta).

TERCERO: ELECCIONES PLEBISCITARIAS. “Tenemos que procurar evitarlas. Sería la muestra inequívoca de un fracaso, de un fracaso de todos. No de Mas, de CiU o de Cataluña, también de Rajoy, Rubalcaba, de todas las instituciones del Estado”. Lo que Mas dice que ni prefiere ni quiere, pero que sería la fórmula final por la que los catalanes podrían votar –en unas elecciones normales o anticipadas pero en todo caso convertidas en plebiscito– sobre la relación con España, sería para Duran un fracaso total a evitar.

CUARTO: UNIDAD O RUPTURA DE CiU. El punto más delicado de la declaración es este porque explicita la posibilidad de que la coalición CiU se rompa si Artur Mas y CDC deciden ir a unas elecciones con el compromiso de proceder luego (si hay mayoría soberanista) a una declaración unilateral de independencia (DUI). Y si CiU se rompe, la hipótesis de una mayoría soberanista en un próximo Parlament (según las encuestas entre un 25% y un 30% de los electores de CiU explicitan que son contrarios a la independencia) se debilita mucho.

También advertía de que no se contara con él si de lo que se trataba es de plebiscitar en elecciones una declaración unilateral de independencia, y que tampoco se retiraría de la política. Ello implicaría la ruptura de la coalición entre CDC y Uniò

Escuchemos a Duran: “Si lo que hay que plebiscitar es la Declaración Unilateral de Independencia, no lo apoyaré”. Nos dejaría completamente aislados… Espero que CiU no lo plantee. Si fuera así me siento (no lo dice en condicional sino en presente) en la obligación de intentar evitarla porque sería un error para Cataluña. Llevo 40 años militando en Unió y tengo el compromiso moral de servir al país… con un determinado modelo de cohesión interna y con una perspectiva real de futuro”. Un comentarista convencional diría aquello de que “lo cortés no quita lo valiente” y uno más crítico hablaría de “aviso jesuítico”.

Duran discrepa de Mas en cuatro puntos esenciales de la política catalana y española. ¿Por qué no rompe? Porque cree que CiU ha sido un magnífico invento que ha permitido que un conglomerado moderado y catalanista ganara elecciones y gobernara durante muchos años. No desea romper el juguete y cree que Mas es realista y todavía está a tiempo de recapacitar. Pero para que Mas inflexione y retorne a una postura más congruente con la del pujolismo tradicional (Jordi Pujol llegó a decir que CiU siempre había sido “la puta y la Ramoneta”) y convenza al votante catalanista radicalizado, Duran cree que se precisa algún gesto y propósito de enmienda de la clase política española.

Rubalcaba admite que la operación Estatut acabó mal por fallo de todos y está dispuesto. Rajoy todavía no porque suya es en gran parte (desde luego no toda) la responsabilidad de que el Estatut acabara mal. Hizo un cálculo oportunista a corto plazo pero ruinoso para España a medio y largo plazo. Y ahora (vigilado además por los Aznar y Mayor Oreja) le es difícil rectificar de la misma manera que a Artur Mas (vigilado por ERC y la ANC) le cuesta rebobinar la apuesta total por el independentismo que se prefigura en la disolución anticipada del 2012 y se consagra en el pacto posterior, tras perder inesperadamente doce diputados, con ERC.

Duran es un conservador templado y un político con capacidad de maniobra (sus críticos dirían ‘maniobrero’) y es sin duda uno de los más fríos e inteligentes de la Cataluña y la España actual. Y teniendo en cuenta que Felipe González está retirado, es quizás también el que más conoce –por sus muchos años, con Franco todavía vivo, reuniéndose con los democristianos europeos– la realidad de la Europa de los Estados. Mal haría Artur Mas en no escucharlo por aquello de “quien bien te quiere te hará llorar”.

Pero si Duran le pegó un puñetazo intelectual el domingo, Artur Mas no puede dejar de considerar tampoco el apretón protector que le dio Germà Gordó, actual conseller de Justicia y ‘mosquetero’ íntimo en la travesía del desierto del tripartito (2004-2010), en una entrevista a El Periódico de Catalunya el día siguiente, lunes, en la que daba un desconcertante titular: “Habrá pacto con el Estado, estoy seguro”. Ahora que, por lo que dicen Mas y Rajoy –unidos sólo en esto– el pacto parece imposible, Gordó asegura que será una realidad.

Como Gordó es algo enigmático pero nada ingenuo y conoce bien las realidades políticas, económicas y jurídicas, el titular sólo quiere decir que incluso desde sectores muy soberanistas de CDC se cree que el actual conflicto sólo tiene una salida digna y conveniente: el pacto. Como supongo que la influencia de Gordó sobre Rajoy es bastante limitada, la única interpretación es que estamos ante la expresión pública del consejo amigable que en privado debe estar dando a Artur Mas desde hace tiempo, aproximadamente desde la elección del Papa Bergoglio. 

Poco tengo que añadir al excelente artículo de ayer de José Antonio Zarzalejos sobre el puñetazo a Pere Navarro. Sólo dos cosas. Una: lo más inquietante no es el puñetazo (una exaltada es un problema individual), sino ciertas reacciones. Aquella misma noche lectores de algún medio independentista denigraban a Pere Navarro e insinuaban que la agresión era “rara”. Aquí ya no estamos ante un ‘hiperventilado’ (como en algunos círculos se denomina a los independentistas más radicales e inconsistentes) individual agresivo, sino ante algo más colectivo.

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