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Joan Tapia

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¿Hay milagro Rivera?

Soplan aires de cambio en la política catalana y española. El fenómeno Rivera que ahora frena el alza de Podemos y enerva tanto a Rajoy como a Artur Mas lo demuestra

Foto: El líder de Ciudadanos, Albert Rivera (Reuters)
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera (Reuters)

Es evidente que vivimos un momento de gran volatilidad y que las encuestas hay que mirarlas –y digerirlas– con sumo cuidado. Entre otras cosas, porque las mismas encuestas sufren fuertes oscilaciones en cortos espacios de tiempo. No obstante, es obligado señalar algunas tendencias. Primera, todos los sondeos apuntan a cierto cansancio con los partidos tradicionales y un deseo de aires nuevos. Hace pocos meses esta pulsión de cambio beneficiaba a Podemos, que parecía en una imparable línea de ascenso. Ahora Podemos se ha frenado y el fenómeno en alza es Ciudadanos. Segunda, en Cataluña el independentismo parecía que lo invadía todo (quizás el punto culminante fue el 9-N), y ahora puede estar en una hora valle o incluso haber iniciado un retroceso. Como consecuencia CiU y ERC han perdido empuje mientras que suben Podemos (con menos fuerza que hace tres meses) y Ciudadanos.

Muy recientes encuestas de El Periódico y de El País apuntan a un gran salto hacia delante (que está por ver si se consolida) de Ciudadanos y de su líder, Albert Rivera. La de El Periódico se refería sólo a Cataluña y lo más destacado es que el sentimiento independentista tiende a la baja –ahora se identifica con él un 44,9% de la población frente al 51% tras la primera gran manifestación del 11 de septiembre en 2012–, y la suma de CiU y ERC se quedaría en 60 diputados (a ocho de la mayoría absoluta), cuando ahora tienen 71.

No hay pues mayoría independentista operativa, pero sí de bloqueo, ya que sumando las CUP (extrema izquierda independentista) llegarían a los 69-70 diputados. Además, sólo el 25% de los catalanes cree que “el procés” (el camino hacia la independencia) esté encarrilado, mientras que el 40,4% opina que se está desinflando. Más todavía, sólo el 18,9% de los catalanes cree que el resultado final será la independencia frente al 42% que ve la salida en un mayor autogobierno y un 25,3% que opina que todo acabará en nada. Y entre los mismos electores de CiU (no entre los de ERC) son más los que creen que el resultado final será un grado mayor de autonomía que los que vislumbran la independencia (42% contra 27,5%).

Pero el dato más sorprendente es que, si bien el primer partido sigue siendo CiU con un 20,1% de los votos (diez puntos menos que en el 2012), el segundo partido en votos es Ciudadanos con un 17,8% (diez puntos más). ERC, con un 17,3% (cuatro puntos más), se ve relegada al tercer puesto. Cierto que en escaños ERC queda por delante de Ciudadanos (28 diputados frene a 24) por la mayor representación de las provincias de Girona, Tarragona y Lleida frente a Barcelona, pero que Ciudadanos pudiera ser el segundo partido catalán en votos era algo impensable hace muy poco.

Ciudadanos nació como un partido de protesta contra el exceso de catalanismo que para un grupo de intelectuales –cuyo más significativo representante era el catedrático de Constitucional Francesc de Carreras– representó el tripartito tras el pacto del PSC y Pasqual Maragall con ERC. En las elecciones de 2006 el joven Albert Rivera, llegado a la presidencia casi por casualidad, sacó por sorpresa tres diputados que repitió en 2010. Pero en 2012, al inicio de la ola independentista, dio la campanada con nueve diputados y ahora –tras el 9-N– la encuesta de El Periódico le da una horquilla de 23 o 24 diputados, en dura pugna con ERC por ser el segundo grupo parlamentario.

Tras la presentación del programa económico, el atractivo de Ciudadanos se dispara. Una encuesta lo sitúa como cuarto partido español

Parece haber dos grandes causas de este despegue. La primera es que desde hace años Albert Rivera viene denunciando prácticas irregulares o caciquiles del pujolismo y ahora la confesión de Jordi Pujol –y las pintorescas comparecencias en el Parlament de Marta Ferrusola y sus hijos– avalan su actitud. La encuesta citada dice que el 80% de los catalanes cree que la familia Pujol se ha aprovechado del poder político para incrementar su patrimonio.

Por otra parte, Ciudadanos –y el tono firme pero tranquilo de Rivera– conecta seguramente mejor que el PPC (demasiado radical y dependiente de Madrid) o el PSC (a favor del derecho a decidir pero contrario a la independencia) con los catalanes molestos con la muy fuerte presencia del procés en la política catalana.

Pero el ascenso de Albert Rivera en Cataluña es sólo la primera parte de la sorpresa. La segunda –que puede ser más relevante– ha sido la encuesta de El País del domingo pasado, que sitúa a cuatro partidos –Podemos, PSOE, PP y Ciudadanos– con un voto en el entorno del 20% y en la que Ciudadanos, en cuarta posición, sube –en un mes que coincide con la presentación del programa económico elaborado por Luis Garicano– del 12,2% al 18,4% y queda sólo dos décimas por debajo del PP, que desciende a la tercera posición tras Podemos (que con un 22,5% pierde cinco puntos) y el PSOE con un 20,2% (un 2% más).

Claro que se trata sólo de porcentajes y que luego la distribución de escaños por provincias puede dar un resultado muy distinto. Pero la gran novedad es que, a menos de un año de las elecciones generales, nunca una encuesta seria había dado un empate técnico entre cuatro fuerzas.

En Cataluña se coloca en segunda posición en estimación de voto mientras baja el atractivo electoral de los partidos independentistas

¿Por qué sube Ciudadanos en España? La interpretación más plausible es que hay sectores de las clases medias urbanas que siempre han votado al PP porque no querían una victoria socialista pero que ahora –tras tres años de gobierno Rajoy con crisis y crispación– desean una plataforma política mas moderada e inclinada al centro. Y que Rivera –con su aire de novedad y su lenguaje suave y pragmático– no genera ni miedo ni rechazo.  

Al contrario que Rajoy, muy enrocado en una derecha tradicional y que no ha sabido –ni querido– dialogar ni con Cataluña ni con la oposición, el fenómeno Rivera –que ya sacó dos diputados en las elecciones europeas mientras VOX, el desafío derechista al PP, mordía el polvo– podría estar atrayendo a sectores liberales de centro. El fichaje de los economistas Luís Garicano –autor de El dilema de España, un libro de éxito sobre los problemas socioeconómicos– y de Manuel Conthe –que dimitió del anterior gobierno del PSOE– podría ser un paso hacia la conversión de Ciudadanos en un partido liberal (como el alemán o el inglés) a la española.

Está por ver si el partido de Rivera se mantiene en las próximas encuestas y si el actual aluvión logra cimentarse en un partido estructurado. Pero de lo que no cabe duda es de que soplan aires de cambio en la política catalana y española. El fenómeno Rivera que ahora frena el alza de Podemos y enerva tanto a Rajoy como a Artur Mas lo demuestra. Quizás sea la respuesta de una parte del electorado tanto al independentismo de Artur Mas como al rechazo de Rajoy al diálogo y a pactos con el nacionalismo o con otros partidos.

Es evidente que vivimos un momento de gran volatilidad y que las encuestas hay que mirarlas –y digerirlas– con sumo cuidado. Entre otras cosas, porque las mismas encuestas sufren fuertes oscilaciones en cortos espacios de tiempo. No obstante, es obligado señalar algunas tendencias. Primera, todos los sondeos apuntan a cierto cansancio con los partidos tradicionales y un deseo de aires nuevos. Hace pocos meses esta pulsión de cambio beneficiaba a Podemos, que parecía en una imparable línea de ascenso. Ahora Podemos se ha frenado y el fenómeno en alza es Ciudadanos. Segunda, en Cataluña el independentismo parecía que lo invadía todo (quizás el punto culminante fue el 9-N), y ahora puede estar en una hora valle o incluso haber iniciado un retroceso. Como consecuencia CiU y ERC han perdido empuje mientras que suben Podemos (con menos fuerza que hace tres meses) y Ciudadanos.

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